Lo que el élder Rasband aconseja para cuando sientas que Dios no te escucha

Hace poco, me reuní con un amigo al que quiero mucho y conozco hace muchos años. Cuando nos reunimos, mi amigo me contó que estaba atravesando desafíos.

Sentía que estaba experimentando, en sus palabras, una “crisis de fe” y buscó mi consejo. Me sentí agradecido de que compartiera sus sentimientos y preocupaciones conmigo.

Expresó un gran anhelo por lo que alguna vez sintió espiritualmente y lo que ahora pensaba que estaba perdiendo. Mientras hablaba, escuché con atención y oré con fervor para saber lo que el Señor quería que dijera.

Élder Ronald A. Rasband.

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Mi amigo hizo una pregunta que se menciona en una canción de la Primaria: “Padre Celestial, dime, ¿estás ahí?” (“Oración de un niño”, Canciones para los niños).

Si te has estado haciendo esta misma pregunta, me gustaría compartir contigo el consejo que le ofrecí a mi amigo y espero que tu fe se fortalezca y tu determinación de ser un discípulo comprometido de Jesucristo se renueve.

Empiezo recordándote que eres un hijo o una hija de un amoroso Padre Celestial y que Su amor es constante. Sé que esos sentimientos de amor tan reconfortantes son difíciles de recordar cuando estás en medio de desafíos personales.

Jesucristo sabe muy bien de las luchas y las pruebas feroces. Dio Su vida por nosotros. Sus horas finales fueron brutales, más allá de cualquier cosa que podamos comprender. Sin embargo, Su sacrificio por cada uno de nosotros fue la máxima expresión de Su amor puro.

Ningún error, pecado o decisión cambiará el amor de Dios por nosotros

Eso no significa que la conducta pecaminosa sea tolerada, ni quita nuestra obligación de arrepentirnos cuando se cometen pecados. Sin embargo, no olvides que nuestro Padre Celestial nos conoce y nos ama a cada uno de nosotros y siempre está listo para ayudarnos.

Mientras meditaba sobre la situación de mi amigo, recordé un pasaje del Libro de Mormón:

“Y ahora bien, recordad, hijos míos, recordad que es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos, sí, sus dardos en el torbellino, sí, cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros al abismo de miseria y angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro, un fundamento sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán”. (Helamán 5:12)

mundo de los espíritus

Testifico que “el abismo de la miseria y angustia sin fin” es un lugar en el que nadie desea estar y mi amigo sentía que estaba al límite.

Al aconsejar a personas como mi amigo, he analizado las decisiones que tomaron a lo largo de los años que los llevaron a olvidar sus experiencias sagradas, debilitaron su determinación de ser rectos y dudar.

Los animé – como te animo a ti – a recordar, especialmente en tiempos de crisis, cuando sintieron el Espíritu y su testimonio muy fuerte. Recuerda los cimientos espirituales que has construido.

Te prometo que, si haces esto, evitas las cosas que no edifican ni fortalecen tu testimonio o se burlan de tus creencias, esos momentos valiosos en los que tu testimonio prosperó volverán a tu memoria a través de la oración humilde y el ayuno.

Te aseguro que una vez más sentirás la seguridad y el calor del evangelio de Jesucristo.

oración templo

Primero, cada uno de nosotros debe fortalecerse espiritualmente y, luego, fortalecer a quienes nos rodean.

Medita las Escrituras con regularidad y recuerda los pensamientos y sentimientos que experimentes al leerlos.

Busca también otras fuentes de verdad, pero presta atención a esta advertencia de las Escrituras:

“Pero bueno es ser instruido, si hacen caso de los consejos de Dios.” (2 Nefi 9:29).

Haz tus preguntas, sé que las tienes, todos las tenemos. Pregúntales a tus padres, líderes de quórum, hermanas de la Sociedad de Socorro y otras personas que tengan más experiencia, conocimiento y fortaleza espiritual.

Haz esas preguntas en tu mente y tu corazón mientras leas las Escrituras y esperas que el Espíritu te instruya. Pregúntale al Señor en oración y espera con paciencia la respuesta.

Recibe el consejo de los líderes de la Iglesia y síguelo. Ellos son siervos del Señor sabios, guiados divinamente y capaces de ver más allá. Confía en ellos.

Asiste a las reuniones de la Iglesia, especialmente a la reunión sacramental, y participa de la Santa Cena con un corazón arrepentido y compasivo mientras renuevas tus convenios, incluida la promesa de recordar siempre al Salvador y que Su Espíritu siempre esté contigo.

santa cena

Busca el poder de la Expiación para pensar con claridad y mantener tu fortaleza. Anima a las personas cercanas a ti a hacer lo mismo. Nos sentimos menos preocupados cuando ayudamos a otros en lugar de caer en nuestra propia desesperación.

Ammón, en el libro de Alma, reflexiona sobre su ministerio mientras deambulaba “por una tierra extraña” (Alma 26:36). Él escribió:

“Cuando nuestros corazones se hallaban desanimados, y estábamos a punto de regresar, he aquí, el Señor nos consoló, y nos dijo: Id entre vuestros hermanos los lamanitas, y sufrid con paciencia vuestras aflicciones, y os daré el éxito” (v. 27).

El éxito se obtiene al elevar a los demás, enseñarles verdades y servir como ejemplo del poder de la Expiación para sanar y bendecir.

bondad

Además, en la frase “sufrir con paciencia nuestras aflicciones” reconoce que los tiempos serán difíciles. Sin embargo, al volvernos al Señor, el éxito será nuestro.

Ese éxito marcará una diferencia en la vida de los demás y, en el proceso, los rescataremos tanto a ellos como a nosotros mismos.

Es importante recordar el poderoso consejo que se encuentra en Deuteronomio:

“Guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos”. (Deuteronomio 4: 9)

Nunca olvides, cuestiones o ignores las experiencias espirituales sagradas personales.

La intención del adversario es distraernos de los testimonios espirituales, mientras que el deseo del Señor es animarnos, iluminarnos e involucrarnos en Su obra.

expiación

A mi amigo y a todos los que deseen reforzar su fe, como tú, les doy esta promesa:

Si viven fielmente el evangelio de Jesucristo y siguen Sus enseñanzas, su testimonio estará protegido y crecerá. 

Guarden los convenios que han hecho, independientemente de las acciones de quienes los rodean. 

Sean padres, hermanos, abuelos, tíos y amigos diligentes que fortalezcan a sus seres queridos con un testimonio propio y compartan experiencias espirituales. 

Permanezcan fieles y firmes, incluso si las tormentas de duda invaden sus vidas a través de las acciones de otros. 

Busquen aquello que los edifique y fortalezca espiritualmente. 

Eviten las ofrendas falsas de las supuestas “verdades” que se encuentran en todos lados, y recuerden registrar sus sentimientos de “amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre [y] templanza”. (Gálatas 5: 22-23)

En medio de las tormentas más grandes de la vida, no olvides tu herencia divina como hijo o hija de Dios o tu destino eterno de volver algún día a vivir con Él, que superará todo lo que el mundo tiene para ofrecer.

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Esta es una traducción del artículo que fue publicado originalmente en LDS Living con el título “Have you been asking, Heavenly Father, are you really there? This counsel from Elder Rasband could help”.

Comentarios
Lo que ocupava escuchar
Luis
Muchas gracias por este artículo Llegó en un justo tiempo para aliviar mi alma
Kuri Benjamín Chino Castañeda
Estoy pasando por una situación confusa en la que no estoy segura de los caminos que debo tomar, no tengo empleo, mi pareja recientemente tuvo algunos problemas con la justicia y estoy afectada por ese asunto, constantemente me persigue lo que experimente con el durante ese tiempo. Pero de repente apareció todo este texto y me invita a soportar, a tener fe, y a tener paciencia en mis aflicciones. Definitivamente es una respuesta de un amoroso padre celestial que no me olvida y que esta allí. Ahora se que me escucha y ahora se que debo hacer. Gracias.
Dioseir

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