Así se recuperan los Santos en Beirut a 5 meses de la devastadora explosión

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A cinco meses de la explosión en el puerto de Beirut, Líbano, el 4 de agosto de 2020, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días continúan trabajando al lado de sus comunidades para recuperarse del trágico accidente.

Los sobrevivientes del desastre han tratado de seguir adelante con sus vidas, a pesar de los grandes desafíos y el desánimo que enfrentan.

A pesar de la confusión, la pandemia y la situación del país, las personas siguen haciendo su mejor esfuerzo y se ayudan entre sí. Las organizaciones no gubernamentales siguen trabajando para proporcionar alimentos, ayuda médica y refugio temporal a quienes lo necesitan.

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Los servicios de Latter-day Saint Charity, el brazo humanitario de la Iglesia, ha donado casi $ 2 millones en ayuda al país y sigue trabajando al lado de la comunidad para proporcionar alimentos y medicinas.

Además de los esfuerzos de ayuda humanitaria por parte de la Iglesia, los Santos de los Últimos Días de Beirut, Líbano se esfuerzan por ayudar a su prójimo.

Beirut alberga un pequeño grupo de la Iglesia que se reúne en un piso de un edificio muy alto. A pesar de los muchos pisos que fueron afectados por la explosión, los centros de reuniones de la Iglesia permanecieron intactos.

explosión Beirut

Este pequeño milagro fue solo una de las muchas entrañables misericordias del Señor para los Santos de Beirut. 

El presidente del distrito, Maroun Akiki, tiene una tienda donde vende vehículos. Estaba sentado en su escritorio cerca de grandes ventanales cuando ocurrió la explosión.

A pesar de los escombros que cayeron a su alrededor, él no sufrió lesión alguna. Cuando salió de su tienda para ver lo que había ocurrido, vio escombros esparcidos por todas partes y personas bañadas en sangre gritando y corriendo por las calles.

Los daños causados ​​por la explosión en la tienda del presidente Maroun Akiki.

La esposa del presidente Akiki, Roula, quien a causa de una migraña demoró unos minutos más de lo habitual en ir a recoger a Maroun, se encontraba conduciendo por la carretera, con las ventanas abiertas, cuando el impacto de la explosión empujó su auto por la avenida.

Roula, al igual que su esposo, salió ilesa, y agradeció rápidamente no haber estado cerca del lugar del incidente.

La familia Akiki trabajó durante la mayor parte de la noche moviendo los productos de su tienda a un área segura.

Después de 21 días de trabajo casi constante, el presidente Akiki, junto con otros empleados, abrió nuevamente su tienda y, afortunadamente, obtuvo los ingresos necesarios para mantener su negocio a flote.

Maroun y Roula Akiki en la tienda después de la explosión.

“Al reflexionar sobre lo acontecido, sentí muchas emociones. Somos verdaderamente bendecidos. Había almacenado comida en nuestra casa, tal como la Iglesia nos ha enseñado a hacer, y eso nos ayudó”, dijo Roula.

Miles de personas en Beirut tienen historias similares que contar. Agradecen a Dios y comparten como fueron librados del peligro en cuestión de minutos o incluso segundos.

Más de 200 personas perdieron la vida. Aquella explosión fue la tercera detonación no nuclear más grande de la historia, no obstante, la mayoría de los residentes afirma que el bajo índice de muertes es verdaderamente un milagro.

La presidenta de la Sociedad de Socorro local, Somia Mohana, informó que algunos miembros sufrieron daños menores en sus hogares, pero que ningún Santo de los Últimos Días resultó herido.

Ella y otros líderes de la Iglesia llevaron cajas de comida a los miembros y a otras personas dentro de sus comunidades.

El presidente de la rama, Charbel Hatem, regresaba a casa cuando se llevó a cabo la explosión. Dijo que sintió un terrible dolor de cabeza, pero que estaba bien físicamente.

A su alrededor, sin embargo, todo era un caos. Rápidamente se comunicó con los miembros de la Iglesia y sus vecinos para determinar qué tipo de ayuda necesitaban y asegurarse de que la recibieran.

“Gracias a Dios, todos los miembros están bien. Como miembros de la Iglesia, oraremos por el Líbano”, dijo.

En los días posteriores a la explosión, las personas se ayudaban entre sí. Los jóvenes limpiaron las calles, retiraron los escombros y apuntalaron edificios.

En una ciudad conocida por su variedad de tradiciones religiosas, prevalecía la unidad entre las personas de todas las religiones.

La primera reacción de las personas en Beirut fue confusión y luego alivio, ya que estaban agradecidas por haber sobrevivido. Sabían que días difíciles se asomaban para ellos, pero aun así no perdieron la esperanza.

“Estamos agradecidos por las generosas donaciones a Latter-day Saint Charities, las cuales nos permiten ayudar a los necesitados… Se han logrado entregar suministros esenciales a miles de personas y nuestra obra aún no ha terminado”, dijo Boyce Fitzgerald, gerente de Latter-day Saint Charities. 

Fuente: Sala de Imprensa – Oriente Médio

Comentarios
saludos desde ecuador lavida es buena porque dios existe
carlos bastidas

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