Hoy compartiremos la milagrosa historia de recuperación de Ashley, una mujer Santo de los Últimos Días.
Ashley y su padre sufrieron un trágico accidente automovilístico. Lamentablemente, el padre de Ashley falleció y ella resultó con una mano gravemente herida.
Tras muchos intentos médicos por restaurar el funcionamiento de la mano de Ashley, su madre, Michelle, recordó algo importante. Michelle había autorizado la donación de los órganos del padre de Ashley.
Michelle se preguntaba si los huesos de Kash, su esposo fallecido, podrían ser la clave para la recuperación de su hija.
Aquí compartimos un extracto de la historia que fue relatada en el podcast “This is the Gospel”.
Ashley
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Aproximadamente tres o cuatro meses después del accidente, mi mano no mejoraba.
Una de las opciones que planteó el médico fue hacer un injerto de hueso. Sin embargo, no estábamos seguros de hacer ese procedimiento.
Michelle
Una de las cosas que el doctor dijo fue:
“Si algunas de las cirugías no dan resultados, podemos extraerle hueso de la cadera y hacer un trasplante en el brazo”.
Solo pensé, “No podemos hacer eso”. Ashley estaba devastada cuando escuchó lo que planteó el doctor. Mi hija no necesitaba otra cirugía ni que le doliera otra parte del cuerpo.
Recuerdo estar en casa y, de pronto, pensar: “Doné [los] huesos [de Kash], ¿dónde están?”
Inmediatamente, llamé al centro de donación de órganos y pregunté si alguien había solicitado los huesos de mi esposo. Afortunadamente, no fue así. Entonces, llamé al médico de Ashley y le pregunté si los huesos de Kash podrían ser de ayuda.
El médico me respondió afirmativamente. Sin embargo, aún se debían hacer evaluaciones para estar seguros de hacer el procedimiento.
Ashley
Después de seis meses, supimos que el injerto de hueso era la última opción para salvar mi mano.
Cuando estaba en la sala de operaciones, antes de ser sometida al injerto, el médico trajo un pequeño recipiente.
En ese recipiente estaba el hueso de mi padre, me dijo: “Aquí está tu padre. Él te ayudará a mejorar”.
Ambos lloramos un poco y la cirugía fue favorable. Mi sangre comenzó a fluir nuevamente. Supongo que podría decir, “mi mano volvió a la vida”.
Después de mucha fisioterapia, pude volver a mover mis dedos. Mi muñeca aún está paralizada, pero me siento muy agradecida de tener una mano.
Creo que, si hubiera recibido un trasplante de otro donante, incluso de mi propia cadera, es posible que nunca me hubiera curado emocionalmente.
Siento como si mi padre no se hubiera ido del todo. Siento que, incluso en la muerte, él sigue siendo mi padre, todavía me cuida. Asimismo, sé que me seguirá cuidando, incluso de una mejor manera.
El hecho de haber perdido todo, hizo posible que tuviera una conexión única y especial con mi padre. Fue como un punto de inflexión en el que pude comenzar a sanar emocionalmente.
Creo que, en ese punto, acepté lo que había sucedido y supe que todo iba a estar bien.
Michelle
Recordé que un buen amigo me dijo, cuando Kash falleció, que Kash no había sido relevado como mi esposo ni como el padre de nuestros hijos.
Que en cualquier momento que lo necesitáramos podríamos llamarlo y él estaría allí para nosotros, en cualquier capacidad.
Entonces, cuando obtuvimos sus huesos, sentí una hermosa confirmación del Padre Celestial de que Kash todavía nos pertenecía y era parte de nuestras vidas, en cualquier capacidad.
Fuente: LDS Living