Imagina que estás viendo un evento deportivo y te preocupa muchísimo el resultado.
¿Qué pasaría si supieras desde el principio que no importa qué tan mal le vaya a tu equipo, no importa cuántos errores cometa tu jugador favorito, no importa qué tan sombrías parezcan las cosas, tu equipo ganará?
Probablemente, sentirías menos ansiedad durante el juego. Aunque todavía experimentarías una montaña rusa de emociones, podrías ver el evento con mucha expectativa y te sentirías seguro del resultado.
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Podemos relacionar esta analogía con el plan de redención.
Algunos de nosotros vivimos en un estado constante de preocupación.
Nos preocupa no estar progresando, cometer demasiados errores y no poder ver cómo van a resultar las cosas.
Perdemos de vista la máxima victoria cuando estamos atrapados en alguna de las batallas frecuentes de la vida. Sin embargo, si estamos del lado de Cristo, no debemos preocuparnos, ya que nuestro equipo ganará.
Somos parte del equipo ganador
Jesucristo ya ha vencido a Satanás, en parte a través de lo que Eliza R. Snow denominó “los triunfos de la cruz”. El Salvador profetizó poco antes de su muerte:
“Ahora el príncipe de este mundo [Satanás] será echado fuera” (Juan 12:31).
Podemos tener confianza en “el triunfo y la gloria del Cordero, que fue muerto” (DyC 76:39).
En la epístola de Pablo a los colosenses, escribió que “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió en público, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2: 14-15).
Esta afirmación debe haber parecido audaz en ese momento: ¿Cristo realmente “despojó” a las autoridades y “triunfó” sobre ellas?
Después de todo, cuando Pablo escribió a los colosenses, un emperador romano “todavía estaba en el trono”.
Según explica un erudito del Nuevo Testamento, “los funcionarios locales [del emperador] de todo el mundo seguían dirigiendo el espectáculo con una eficiencia brutal.
Los principales sacerdotes todavía estaban a cargo del templo de Jerusalén. ¡El mismo Pablo estaba en la cárcel!” Entonces, ¿cómo la muerte de Cristo fue un triunfo?
Su muerte no derrocó un reino mundano, sino que logró una victoria cósmica al vencer a “los gobernadores de las tinieblas de este mundo” y “las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
Pablo explicó que las fuerzas del mal que obran en el mundo no sabían que la crucifixión de Cristo conduciría a la exaltación, “porque si [lo] hubieran [sabido], nunca habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2: 8).
Saber de la victoria del Salvador, te sostendrá en tus pruebas
El conocimiento de la victoria del Salvador en el Calvario puede sostenernos cuando la vida se vuelva abrumadora. Un amigo compartió la siguiente historia conmigo:
“Experimenté un momento en el que muchas cosas salieron mal.
Había mucha contención en mi trabajo, hasta el punto en que a veces ni siquiera quería ir. Me sentía ansioso por cómo me afectarían los próximos cambios de gestión.
Al mismo tiempo, un trabajo secundario con el que había estado contando fracasó y me costó una gran cantidad de dinero que ya había asignado al presupuesto familiar.
Además, tomé malas decisiones de inversión que me provocaron ansiedad sobre el futuro financiero de mi familia. Todo esto me llevó a sentirme cada vez más desanimado.
En medio de estos desafíos, pasé tiempo pensando en Jesucristo.
Me di cuenta de que, gracias a su Expiación, puedo volver a vivir con Él y con nuestro Padre Celestial.
Todo lo que me preocupaba era temporal y, probablemente, se resolvería por sí solo en unos meses o años. Incluso, si estas cosas no funcionaban, desde el punto de vista de la eternidad, todo iba a estar bien.
Tener esta perspectiva cambió por completo la forma en que me sentía acerca de mis circunstancias”.
Una perspectiva invaluable
Saber que Cristo salió y siempre saldrá victorioso nos da una perspectiva invaluable.
Ese conocimiento ayudó a mi amigo y a Pablo, que mientras estuvo encarcelado, escribió sobre el triunfo de Cristo. Asimismo, también puede ayudarnos a cada uno de nosotros.
Enfrentaremos serios desafíos en los próximos días. Los errores y las oportunidades perdidas, las tristezas y las enfermedades, las desilusiones y la muerte vendrán a cada uno de nosotros.
Sin embargo, podremos enfrentar nuestros desafíos con una perspectiva optimista cuando sepamos que Jesús ya triunfó sobre el pecado y la muerte.
Llegará el día en que “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor” (Apocalipsis 21: 4).
Este día vendrá por causa de “Cristo el que murió; […] el que… intercede por nosotros” (Romanos 8:34).
Cuando estamos conectados con Cristo, no solo podemos mirar hacia la paz futura, sino también sentir paz en nuestras vidas hoy, ahora mismo.
Podemos confiar en un Salvador triunfante, que está trabajando en nuestro nombre en este mismo momento y para siempre.
¿Cómo el sacrificio de Jesucristo te reconforta en tus pruebas? ¡Cuéntanos en los comentarios!
Esta es una traducción del extracto del libro “Considering the Cross” de John Hilton III y fue publicado en ldsliving.com con el título “The ultimate victory: How the death of Jesus Christ was a triumph, according to one BYU profesor”.