Hna. Aburto: En Cristo el pesar puede convertirse en paz y la aflicción en esperanza

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Al igual que muchos otros eventos y reuniones en el último año, la Conferencia General se ha modificado para adaptarse a las circunstancias actuales debido a la pandemia de COVID-19.

A pesar de seguir en su formato virtual, el espíritu de los mensajes de los líderes pudo llegar a la membresía global de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

La sesión del domingo por la mañana de la Conferencia General de abril de 2021 presentó oradores de todos los continentes. Los números musicales también fueron ofrecidos por una variedad más diversa de coros que nunca, con intérpretes de todas las edades cantando en diferentes idiomas. 

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Tres de los discursos de los oradores fueron incluso previamente grabados en púlpitos lejos del auditorio del Centro de Conferencias en Salt Lake City, Utah. Más que ser simplemente una adaptación necesaria a las circunstancias en todo el mundo, esto proporcionó una oportunidad de llevar la conferencia de una manera nueva e inclusiva.

La sesión resultante se llenó de un espíritu de unidad y un importante recordatorio de que las cadenas de la muerte se rompieron aquella mañana de Pascua de Resurrección hace más de dos mil años.

La hermana Reyna Isabel Aburto, segunda consejera en la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, proveniente de Nicaragua, habló con ternura sobre el dolor que vino de perder a su hermano. Ella compartió:

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“Cuando tenía nueve años, perdí a mi hermano mayor durante un devastador terremoto. Debido a que ocurrió inesperadamente, me tomó un tiempo asimilar la realidad de lo que había ocurrido.

Fui arrebatada por el dolor, y me preguntaba: “¿Qué le pasó a mi hermano? ¿En dónde se encuentra? ¿A dónde se fue? ¿Alguna vez lo volveré a ver?

En ese entonces, todavía no sabía sobre el plan de salvación de Dios, y tenía el deseo de saber de dónde venimos, cuál es el propósito de la vida, y lo que nos sucede después de morir. ¿Acaso no todos tenemos esas preguntas cuando perdemos a un ser querido o pasamos por dificultades en nuestras vidas?

Unos años después, comencé a pensar en mi hermano de una manera específica. Me lo imaginaba llamando a nuestra puerta. Lo encontraba parado allí al abrir la puerta. Él me decía: “No estoy muerto. Estoy vivo. No podía venir a ti, pero ahora me quedaré contigo y nunca volveré a dejarte”.

Esa imagen, como casi un sueño, me ayudó a afrontar el pesar que sentí por perderlo. Aquel pensamiento vino a mi mente una y otra vez. En ocasiones, incluso miraba la puerta, esperando que él la tocara para volverlo a ver”.

De manera similar, el élder S. Mark Palmer, un Setenta Autoridad General de Nueva Zelanda que se sirve actualmente como presidente del área del sur de África, habló de la conversión de sus padres, una experiencia que comenzó después de la trágica pérdida de su pequeña hija:

“Como una joven pareja de casados, fueron bendecidos con tres niñas. La más joven de estas fue nombrada Ann. Un día, mientras se encontraban de paseo en un lago, la pequeña Ann de 17 meses, se alejó de ellos. Después de minutos de una búsqueda desesperada, la encontraron sin vida en el agua.

Esta pesadilla causó en ello un dolor indescriptible. Años después mi papá escribió que parte de la risa desapareció de sus vidas para siempre.

Eso generó también un anhelo de buscar  respuestas a las preguntas más importantes de la vida: “¿Qué será de nuestra preciosa Ann? ¿Alguna vez volveremos a verla? ¿Cómo puede nuestra familia volver a ser feliz?”.

Aunque ambos se encontraban a miles de kilómetros de distancia, el dolor de la pérdida de un ser querido trajo las mismas preguntas a los corazones y las mentes de quienes sufrieron dicha pérdida. 

Aquel agujero en sus corazones era el mismo y sólo pudo ser llenado por la promesa de que volveremos a vivir gracias al sacrificio y resurrección de Jesucristo al tercer día.

Como la hermana Aburto expresó:

“Testifico que por medio de la expiación redentora y la gloriosa resurrección de Jesucristo, los corazones quebrantados pueden ser sanados, el pesar puede convertirse en paz, y la aflicción puede convertirse en esperanza. Él puede envolvernos en Sus brazos de misericordia, consolarnos, empoderarnos y sanarnos individualmente”.

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El élder Palmer extendió la siguiente invitación: 

“Los invito a todos los que sienten pesar, a todos los que luchan con la duda, a todos los que se preguntan qué sucede después de morir, a que coloquen su fe en Cristo.

Les prometo que si creen, actúan con fe y siguen los susurros del Espíritu, encontrarán gozo en esta vida y en el mundo venidero.

Anhelo el día en que conozca a mi hermana Ann, espero con ansias la gozosa reunión con mi padre, quien murió hace más de 30 años. Testifico del gozo que se encuentra al vivir con fe, creyendo sin ver, mas sabiendo por el poder del Espíritu Santo que Jesucristo vive”.

A pesar de la pérdida que muchos viven en la actualidad, podemos confiar en las poderosas promesas que el Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo nos han hecho. Podemos sentir la certeza en nuestros corazones de que al hacer todo lo posible por seguir en el sendero del evangelio podremos un día reunirnos una vez más con aquellos que han partido.

En el mundo, compartimos pesares comunes, sin embargo, tenemos también una fuente común de esperanza.

Esa fuente común de esperanza, e incluso Jesucristo, está disponible para todos, sin importar sus circunstancias, el país en dónde se encuentren, el idioma que hablen. Su amor y promesas nos envuelven a todos.

Fuente: Meridian Magazine

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