Uno de los discursos que más me impactó durante la Conferencia General de abril de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue “Cristo ha resucitado; la fe en Él moverá montañas”, del presidente Russell M. Nelson en la sesión del domingo por la mañana.
Y, sin embargo, para mi sorpresa, parece que algunos se han sentido preocupados por ello, o incluso se han resistido a seguir su consejo.
El presidente Nelson dijo:
“La fe en Jesucristo es el fundamento de toda creencia y el conducto del poder divino”.
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En apoyo de esa fuerte declaración, citó Hebreos 11: 6:
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan”.
Continuando, el presidente Nelson declaró:
“Todo lo bueno de la vida —toda posible bendición de significado eterno—, comienza con la fe. El permitir que Dios prevalezca en nuestras vidas comienza con la fe en que Él está dispuesto a guiarnos.
El verdadero arrepentimiento comienza con la fe en que Jesucristo tiene el poder de purificarnos, sanarnos y fortalecernos”.
La fe es fundamentalmente importante y, por tanto, merece una seria reflexión. Las palabras del presidente Nelson nos invitan a hacer precisamente eso.
Aprender a confiar
A menudo he deseado que pudiéramos deshacernos de la palabra “fe” por un momento. ¿Por qué? Porque, dado que se ha convertido en un término religioso tan cargado, que creo a veces puede minimizar lo que realmente representa.
La palabra griega que se traduce como “fe” en el Nuevo Testamento es “pistis”, que también puede significa “confiar”. Si pensamos en la fe como “confiar”, entonces se pueden aclarar algunos conceptos erróneos comunes sobre el tema.
La fe de la que nos hablan las Escrituras, por ejemplo, ciertamente implica creer en ciertos hechos, como la existencia de Dios, que Cristo es nuestro divino redentor y creer en la Restauración de la Iglesia y el Evangelio.
Sin embargo, la fe salvadora no es solo un asentimiento teórico para una lista de proposiciones. Es la confianza que depositamos en una Persona. Es confiar en Dios y Sus promesas. Es confiar en el poder purificador, redentor y resucitador del Hijo de Dios.
Aprender a actuar
Tanto en los asuntos del Evangelio como en la vida cotidiana, la confianza a menudo exige su demostración en acciones.
Si declaro que confiaría mi vida a un hombre, pero luego me resisto a prestarle cincuenta dólares por temor a no recuperar mi dinero, mi profesión de fe en él es nula, vana, incluso fraudulenta.
El presidente Nelson dirige nuestra atención al gran sermón registrado en Alma 32, y en particular a Alma 32: 27, donde el profeta nos pide que “experimentemos” las enseñanzas de Cristo, incluso si, al principio, solo podemos “ejercitar un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer”.
La palabra “experimentar” debería resonar en la audiencia moderna del Libro de Mormón. Ciertamente vale la pena meditar en ella. Para señalar solo una implicación bastante clara de las enseñanzas de Alma, significa que podemos comenzar con algo pequeño.
Y, dice el presidente Nelson, incluso si eso es todo lo que podemos hacer, deberíamos hacerlo. Si los pequeños pasos que damos son lo máximo que podemos hacer, entonces estos nos servirán como un excelente comienzo:
“El Señor no requiere que tengamos una fe perfecta para tener acceso a Su poder perfecto, pero nos pide que creamos”.
Así que aquí está la invitación que el presidente Nelson extendió en la Conferencia General:
“Mis queridos hermanos y hermanas, mi llamado a ustedes esta mañana de Pascua de Resurrección es que comiencen hoy a aumentar su fe”.
Pero, ¿cómo podemos hacer tal cosa? ¿Acaso no es la fe algo que uno tiene o no tiene? ¿Está la fe bajo nuestro control?
Aprender a esforzarnos
El presidente Nelson expresó:
“Se requiere esfuerzo para hacer algo bien. El convertirse en un verdadero discípulo de Jesucristo no es una excepción. Para aumentar su fe y confianza en Él se requiere esfuerzo”.
Sabiendo esto, el profeta ofreció cinco sugerencias para ayudarnos a desarrollar fe y confianza en Dios.
El primero es estudiar.
El segundo es elegir creer en Jesucristo.
A menudo optamos por confiar en las personas cuando, racionalmente, la evidencia que respalda dicha confianza no es estrictamente adecuada.
“Si tienen dudas sobre Dios el Padre y Su Hijo Amado, o de la validez de la Restauración o de la veracidad del llamamiento divino de José Smith como profeta, elijan creer y permanezcan fieles”.
Asimismo aconsejó:
“Estudien con el deseo de creer más que con la esperanza de encontrar una falla en la trama de la vida de un profeta o una discrepancia en las Escrituras.
Dejen de aumentar sus dudas repitiéndolas con otros incrédulos. Permitan que el Señor los guíe en su trayecto de descubrimiento espiritual”.
¿Nos está aconsejando que excluyamos a los miembros de nuestra familia, amigos y conocidos que no son fieles Santos de los Últimos Días? Para nada.
El excelente discurso del élder Gary E. Stevenson el sábado por la mañana, “Corazones entrelazados”, enseña poderosamente que el Evangelio nos impide hacerlo, mas debemos adaptarnos a las circunstancias que nos rodean, asimilarnos a nuestro entorno y a las personas a nuestro alrededor.
La tercera sugerencia es actuar con fe.
“¿Qué harían si tuviesen más fe? Mediten en ello; escriban al respecto. Después reciban más fe haciendo algo que requiera más fe”.
Si me atrevo a decirlo, esto me parece un consejo brillante y perspicaz. Aprendemos a confiar confiando.
A medida que elegimos confiar en el Señor y encontrar sus promesas cumplidas y nuestras vidas mejoradas, nuestra fe en Él se fortalece. En cada caso, sin embargo, primero debemos optar por confiar, no hay otra opción.
“La fe requiere trabajo; el recibir revelación requiere trabajo, pero “todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”. Dios sabe qué es lo que les ayudará a aumentar su fe. Pidan, y luego, vuelvan a pedir”.
El esfuerzo, promete el presidente Nelson, valdrá la pena.
“En verdad, la fe es el poder que permite que lo improbable logre lo imposible”.
Fuente: Meridian Magazine