En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la familia es muy importante. Además, los miembros sabemos que el matrimonio fue ordenado por Dios, según la publicación “La familia: Una proclamación para el mundo”.
La elección de un cónyuge es una decisión personal. La decisión de casarse traerá un camino de muchas alegrías y progreso, tanto espiritual como temporal, para esta vida y también para la eternidad.
Un estudio del Dr. David Popenoe, de la Universidad de Rutgers (EE.UU.), mostró algunas estadísticas interesantes.
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En su estudio titulado “The National Marriage Project”, concluyó que las personas casadas progresan económicamente.
Los hombres se vuelven más productivos después del matrimonio y ganan entre 10 y 40% más que los hombres solteros con el mismo nivel educativo y experiencia profesional.
Además, el estudio mostró que las personas casadas experimentan una mayor satisfacción emocional y física en su vida sexual que los solteros o aquellos que conviven.
El matrimonio trae progreso espiritual
El matrimonio es un mandamiento y es el medio por el cual Dios determinó que las parejas tuvieran hijos.
Por lo tanto, la obediencia al mandamiento de casarse trae bendiciones espirituales que no tendríamos en ninguna otra relación.
A través del matrimonio podremos volver a la presencia de Dios.
Joseph F. Smith dijo:
“No hay ordenanza alguna relacionada con el evangelio de Jesucristo que sea de mayor importancia, de naturaleza más solemne y sagrada, ni más necesaria para [nuestro] gozo eterno… que el matrimonio.
La plenitud y las bendiciones del sacerdocio y del Evangelio surgen del matrimonio celestial. Es la ordenanza suprema del Evangelio y la ordenanza suprema del templo”. (Enseñanzas de Joseph Fielding Smith, capítulo 15)
El matrimonio trae progreso temporal
El matrimonio nos motiva a progresar, aprender y estudiar para desarrollar nuestros talentos y realizar un mejor trabajo.
Debido a que ya no tomamos decisiones solos con respecto a nuestro dinero, debemos hablar y organizarnos de una mejor manera. Eso nos hace más autosuficientes y responsables con nuestros gastos.
“De hecho, pienso que hay mucha sabiduría en la idea de este joven. Como dice el proverbio africano: ‘Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado’.
Sí y yo agregaría: ‘Vayan juntos y, con la ayuda del Señor, progresarán juntos y se complementarán el uno al otro’”. (Élder Carl B. Cook, devocional mundial para jóvenes adultos, mayo de 2019)
Un entorno más favorable para la crianza de los hijos
Cuando tengas un matrimonio que se fundamente en los principios que enseñó Jesucristo, tus hijos crecerán en un ambiente saludable y feliz. Podrás enseñarles con mayor seguridad porque verán tu ejemplo.
“El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. ‘…herencia de Jehová son los hijos’ (Salmo 127:3).
Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan.
Los esposos y las esposas, las madres y los padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones (…)
Los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad”. (La familia: Una proclamación para el mundo)
El matrimonio trae felicidad genuina
Ninguna otra relación trae experiencias tan enriquecedoras como el matrimonio y no puede haber felicidad sin amor.
Nuestra mayor fuente de verdadera felicidad es la familia, y el matrimonio, sin duda, es la base de un hogar feliz.
Spencer W. Kimball dijo:
“Un matrimonio honorable, feliz y próspero es la meta principal de toda persona normal.
El matrimonio es quizás la más vital de todas las decisiones, la que tiene efectos de más alcance, ya que tiene que ver no sólo con la felicidad inmediata, sino también con el gozo eterno (…)
El matrimonio puede resultar en el más jubiloso éxtasis de lo que la mente humana es capaz de concebir, cosa que está al alcance de cada pareja y de cada persona”. (“Oneness in Marriage”, Ensign, marzo de 1977)
“La familia: una proclamación para el mundo” nos enseña:
“La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo.
Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes”.
Los matrimonios pueden ser para la eternidad
En la Iglesia de Jesucristo, los matrimonios se llevan a cabo en el templo y se denominan sellamientos.
Ésta es la ordenanza más sagrada que existe, porque mediante el sellamiento, las relaciones familiares pueden ser eternas.
Por lo tanto, incluso después de la muerte, las familias podrán permanecer unidas. ¿Qué mayor bendición podríamos desear que estar con nuestra familia para siempre?
“En el templo, y solo allí, el novio y la novia se casan por la eternidad. El contrato es infinito (…)
El amor que se contenta con terminar en muerte es finito, débil y desesperado.
El matrimonio que dura solo esta vida terrenal es muy triste, porque el amor que se desarrolla entre un hombre y una mujer, mientras conviven y crían a su familia, no debe morir, sino, más bien, vivir y crecer por todos los años de la eternidad.
El verdadero amor anhela y ora por el progreso eterno”. (John A. Widtsoe, “Evidencias y reconciliaciones”)
Me siento muy agradecida por esta ordenanza eterna e infinita, que me permite vivir para siempre con mi esposo y mis hijas.
Sería muy injusto perder ese amor después de la muerte. Afortunadamente, nuestro Padre Celestial ha preparado un plan de redención y felicidad para todos nosotros.
Fuente: Mais Fe