Es una gran bendición contar con el consejo y la guía de nuestros líderes en la actualidad. En especial, cuando deseamos que todo sea distinto, ya sea por los estragos de la pandemia o por asuntos personales.
El 25 de mayo, en un devocional en BYU-Hawái, el élder Jack N. Gerard, de los Setenta, habló sobre sentirnos insatisfechos con nuestras circunstancias actuales y proporcionó una nueva perspectiva.
Los antiguos profetas también desearon un tiempo diferente
También te puede interesar: La inspiradora historia de conversión de una cristiana y un ateo
“Estoy seguro de que la mayoría ha deseado en algún momento vivir un tiempo diferente o que algo fuera de forma diferente.
Los profetas antiguos se sintieron de manera similar, como Alma, hijo, que declaró: ‘¡Oh, si fuera yo un ángel y se me concediera el deseo de mi corazón!… Mas he aquí, soy hombre, y peco en mi deseo; porque debería estar conforme con lo que el Señor me ha concedido’” (Alma 29: 1, 3), dijo el élder Gerard.
Nefi, el hijo de Helamán, también expresó el deseo de un tiempo diferente después de que los nefitas de la tierra del norte lo rechazaron. Al considerar a su líder y profeta homónimo que vivió generaciones antes, dijo:
“¡Oh, si hubiese vivido en los días en que mi padre Nefi primero salió de la tierra de Jerusalén, para haberme regocijado con él en la tierra de promisión!
Entonces su pueblo era fácil de tratar, firme en guardar los mandamientos de Dios, y tardo en dejarse llevar a la iniquidad; y era pronto para escuchar las palabras del Señor”. (Helamán 7: 7)
Los tiempos difíciles no deben impedir nuestro progreso
El élder Gerard señaló:
“No recuerdo que Nefi, padre, hace unos 500 años, lo pasara tan bien con sus hermanos Lamán y Lemuel, y que las pruebas que soportaron [su familia y él] mientras viajaban por el desierto fueran tan fáciles”.
Pero, Nefi continúa:
“’Sí, si hubiesen sido aquellos días los míos, entonces mi alma se habría regocijado en la rectitud de mis hermanos’. Luego, concluye: Pero he aquí, es mi comisión que estos sean mis días’”. (Helamán 7: 8-9)
La palabra “comisión” tiene múltiples significados. El uso que hace Nefi de la palabra sigue la definición estándar de “entregar al cuidado de otro” o “dar, transferir o entregar en manos o control de otro”.
Los sinónimos de consignar incluyen palabras como encomendar, relegar, confiar o entregar.
“Cuando somos consignados, nos entregamos al Señor, que nos hará más grandes de lo que podríamos imaginar”, explicó el élder Gerard.
“Consignarse” uno mismo al Señor al llevarle almas conlleva un gran gozo. Sin embargo, también puede significar experimentar un gran sufrimiento.
Dicho principio se ilustra en una variedad de relatos de las Escrituras.
Una verdadera conversión
Si otros registraran lo que vivimos en la actualidad:
“¿Informarían que pasamos nuestros días deseando vivir en un lugar mejor y un tiempo diferente?
O, ¿registrarían que nos entregamos al Señor sabiendo que el valor de las almas es grande ante Su vista y que entregamos nuestras vidas al Señor con una actitud de ‘hágase tu voluntad?’”, preguntó el élder Gerard.
La profundidad de nuestra conversión se puede medir al examinar nuestra voluntad de someternos o “consignarnos” al Señor.
El élder Gerard describió nuestro viaje terrenal como “una conversión continua”.
“Todo lo que hagamos o digamos contribuirá a profundizar nuestra fe en el Señor Jesucristo y Su expiación a medida que avanzamos por el camino del convenio, o posiblemente nos alejará”, dijo.
Esta conversión continua refleja múltiples pasos en la vida de una persona a medida que aprende a entregarse al Señor.
El élder Gerard citó las palabras del presidente M. Russell Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, que enseñó:
“La verdadera conversión ocurre por medio del poder del Espíritu. Cuando el Espíritu llega al corazón, el corazón cambia”.
Dejar que Dios prevalezca
La consignación final llega cuando se presta atención a la invitación que hizo el presidente Nelson de “dejar que Dios prevalezca”.
Hace varios meses, el élder Gerard recibió la visita de un alumno de BYU, Eric, que no era miembro de la Iglesia. El élder Gerald lo invitó a escuchar la Conferencia General. Unos meses después, el alumno se bautizó.
Después de su bautismo y confirmación, Eric contó su historia de conversión.
Compartió que no entendía por qué sentía que debía estudiar en BYU. Sin embargo, dijo que “cuando decidió dejar que Dios prevaleciera en su vida, las cosas parecían cambiar y él era mucho más feliz”.
El élder Gerard invitó a la audiencia a “reconocer y ser consignados, que este es nuestro día”. Además, testificó:
“A medida que aprendamos a someternos a la voluntad del Señor, nuestra conversión se profundizará y haremos la consignación final al permitir que Dios prevalezca en todos los aspectos de nuestras vidas”.
Fuente: Church News