En 1846, los Santos pioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fueron obligados a abandonar Nauvoo debido a la persecución y la violencia de las turbas.
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron en aquel momento fue cómo financiar la migración de los miembros.
El presidente Brigham Young envió una solicitud al presidente de los Estados Unidos, James K. Polk, para que le ayudara a trasladar a los Santos al oeste.
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Poco antes de que Jesse Little, un líder de las ramas de la Iglesia en el este de los Estados Unidos, y Thomas L. Kane, un activista que se solidarizaba con los sufrimientos de los Santos, llegaran a Washington, D.C. para una audiencia con Polk, el Congreso de los Estados Unidos le declaró la guerra a México.
Durante su reunión con el presidente Polk, Jesse Little persuadió al presidente para que se reclutaran tropas de entre los Santos de los Últimos Días, quienes eran los que se hallaban más cerca de la zona de conflicto.
Little sabía que el pago a los soldados ayudaría a financiar la migración de los Santos al oeste, lo cual sería fundamental para la Iglesia de Jesucristo.
A pesar de que muchos estaban inseguros de participar, fueron fortalecidos en su decisión cuando el presidente Young les dijo que el batallón era la “salvación temporal” de la Iglesia.
En junio de 1846, los oficiales del ejército de los Estados Unidos reclutaron a 500 soldados por un año de servicio.
Su servicio les ayudó a financiar el traslado de sus familias y otros santos hacia el oeste. Su experiencia también ayudaría a los Santos a establecerse en ese territorio.
Actualmente los datos de quienes participaron en este batallón se encuentran registrados en los Archivos Nacionales en Washington, D.C., donde todavía trabajan los investigadores de la Asociación del Batallón Mormón debido a que se pensó que los registros militares oficiales se habían perdido.
A 175 años de la marcha del Batallón Mormón, aquí te compartimos algunas lecciones de su experiencia que se pueden aplicar hoy en día en nuestras vidas.
Lecciones del Batallón Mormón para los Santos de hoy
A los Santos de ahora no se les pide que se unan a un batallón que se traslade a pie por un tiempo indeterminado, sin embargo hay mucho que podemos aprender de las experiencias de los pioneros del Batallón Mormón.
Confiar en la visión de los profetas
Muchos de los Santos no estaban seguros de lo que pasaría si tomaban la decisión de unirse al batallón, sin embargo, confiaron en las palabras de aquel que hablaba en nombre de Dios, el profeta.
Su fe en algo que no podían comprender del todo los impulsó a seguir la voz del Profeta.
Perseverancia en la adversidad
Durante su servicio para el Ejército estadounidense, los Santos en el batallón participaron en la guerra entre México y Estados Unidos y caminaron más de 3,200 kilómetros en el desierto, muchos de ellos estando descalzos.
A estos hombres se les pidió que dejaran a sus familias y ayudaran a su país en la guerra con México.
A pesar de todo lo que atravesaron, mantuvieron su fe en el Señor, fueron diligentes y obedientes, y confiaban en que se volverían a reunir con sus familias y establecer Sion en el Oeste, y fueron perseverantes a pesar de las tribulaciones.
Fe en el señor
Los miembros del Batallón Mormón pasaron necesidades muy grandes, pasaron hambre y llevaron cargas y pruebas físicas y emocionales muy pesadas, sin embargo nunca perdieron la fe.
Confiaban que con la ayuda del Señor superarían cualquier sufrimiento terrenal.
Un miembro del batallón registró:
“Fue la mano invisible del Dios Todopoderoso la que salvó nuestras vidas, nada más podría haberlo hecho”.
Así como el Señor veló y sostuvo a los miembros del Batallón Mormón, Él hará lo mismo por cada uno de nosotros, aun cuando nuestras pruebas parezcan insuperables e interminables.
Fuente: ChurchNews