Tenemos la bendición de saber de Dios, nuestro Padre Celestial, pero también de nuestra Madre celestial, aunque todo lo que sabemos acerca de Ella es que existe.
Si bien no hay registros de una revelación oficial dada a José Smith en cuanto a esta doctrina, algunas de las primeras mujeres miembros de la Iglesia recuerdan que él les enseñó personalmente acerca de la Madre Celestial.
En general, no mucho ha sido revelado, sin embargo, las enseñanzas inspiradas de los líderes de la Iglesia de Jesucristo han reafirmado repetidamente esta doctrina a lo largo de los años.
La comprensión de tener un Padre y una Madre Celestiales también se fundamenta en las enseñanzas de las Escrituras y la naturaleza de Dios, y tiene mucho que ver con nuestra relación con Ellos y el potencial divino del género humano.
La Primera Presidencia enseñó en 1909 que “todos los hombres y las mujeres son a semejanza del Padre y la Madre universales, y son literalmente hijos e hijas de Dios” (“The Origin of Man”, Improvement Era, tomo XIII).
Debido a que somos hijos de Padres Celestiales, es Su deseo que podamos llegar a ser como Ellos. En consecuencia, cada uno de nosotros tiene una naturaleza y un destino divinos.
Es lógico que queramos saber más sobre nuestra Madre Celestial y qué nos preguntemos el porqué sobre esta falta de conocimiento o porque los profetas no hablan más de Ella y aquí te compartimos algunas teorías.
Algunas posibles respuestas
Sugeriré al menos seis posibles explicaciones, no tengo una inclinación por alguna en especifica, y ni siquiera sé si la mejor respuesta es una de ellas o una combinación de las mismas o algo mucho mayor que cualquiera de estas.
Pero pensar en estas posibilidades puede fortalecer nuestra fe y paciencia hasta esperar el día en donde se nos brinde mayor luz y conocimiento.
Hay muchas, muchas cosas que no sabemos acerca de nuestros Padres en el Cielo, pero el concepto central que sí sabemos anula y reemplaza a todas:
Sabemos que Ella EXISTE.
Sabemos que ÉL EXISTE.
Sabemos que EXISTEN.
Antes de enumerar seis posibilidades (o respuestas), permíteme eliminar o borrar una respuesta que se ha dado con demasiada frecuencia y que me parece, en el mejor de los casos, contraproducente y, en el peor, degradante.
“[La Madre Celestial] es demasiado especial como para que hablemos de ella… para protegerla, toda información al respecto ha sido retenida… Ella es demasiado sagrada e incomparablemente maravillosa y hermosa que no podríamos comprender la verdad que la rodea…”
Si ninguna de esas razones se aplican a nuestro Padre Celestial, tampoco pueden aplicarse con nuestra igualmente importante y poderosa Madre Celestial.
Entonces, ¿cuáles son algunas de las posibles razones más plausibles por las que aún no sabemos mucho sobre Ella?
1. Por causa del albedrío
Nosotros, como Iglesia y como pueblo y como individuos, no hemos preguntado por Ella con la suficiente diligencia. Sabemos que Dios nos brinda revelación de acuerdo con nuestras preguntas y no por Su propia iniciativa.
Nuestros Padres están sujetos a nuestro albedrío y no irán en contra de él al brindarnos respuestas a preguntas que no hemos hecho.
Algunos piensan que la revelación que otorga el sacerdocio a todos los hombres hubiera llegado antes si tan solo el presidente Kimball hubiera orado con más diligencia al respecto.
2. A causa del entorno
Nosotros, como sociedad y como cultura, no estábamos preparados para el tipo de paradigma contemplado por las implicaciones de la unidad equitativa entre los Padres Celestiales.
Un entorno en donde se rige el patriarcado tiene dificultades para aceptar o incluso comprender plenamente el concepto de una Madre Celestial que es una compañera plena e igualitaria del Padre Celestial.
La historia espiritual está repleta de verdades que fueron reveladas después de tiempo, no por la disposición de Dios, sino por la disposición de los hombres.
3. A causa de la perspectiva
Prácticamente toda la historia y escrituras registradas del mundo fueron escritas por hombres y lo que ellos escribieron es lo que se reflejó mediante su propia perspectiva.
Es muy posible que se haya escuchado, observado y manifestado más sobre la Madre Celestial de lo que jamás se haya registrado o explicado.
4. Por orden divino
Cristo es el Dios de este mundo. Él es Jehová, el Dios del Antiguo Testamento y el Cristo del Nuevo Testamento. El Padre Celestial solo se ha presentado en ciertas ocasiones y solo para presentar a Su Hijo.
Quizás Él pudo haber sido presentado de la misma manera por la Madre Celestial, y Él pudo haber expresado y declarado Su total lealtad a Ella, aunque sabemos que ese no fue el caso. Es por fe que asumimos que había una buena razón para dicho orden y esa realidad.
5. A causa del rol que se desempeña
La vida mortal en la que vivimos es solo un acto en una obra de tres actos.
Es posible que la Madre Celestial haya tenido un papel principal más prominente en el primer acto de nuestra vida preterrenal o que tenga uno en el tercer acto del mundo de los espíritus, el juicio, el Milenio y el Reino Celestial.
6. Por uso de un nombre general
Como se sugirió anteriormente, la palabra “Dios” e incluso “Padre” podría ser un tipo de palabra que se utilizó para incluir a ambos Padres Celestiales, y aunque nosotros (y los autores de las Escrituras) hablamos de ver y hablar solo con uno de Ellos, podría haberse tratado de ambos.
7. Debido a su mayordomía
Quizás la mayordomía de nuestra Divina Madre tenga más que ver con el reino natural que con el celestial. Nos hemos referido a la tierra como una “Madre” desde el principio de los tiempos, esta llena de vida.
Fue adorada durante los tiempos bíblicos antiguos (antes de las reformas deutoronomistas del rey Josías) en el templo y en la vida común como Asera, simbolizada por el árbol de la vida. Evidentemente, ella era una presencia muy inmediata, enriquecedora y que conectaba sus vidas a la tierra.
Quizás esa comunión con la naturaleza sea una forma de oración. Quizás si es posible acceder a su presencia a través de un lenguaje que se ha perdido en el tiempo.
En mi opinión, hay una hermosa complementariedad y simetría en esta noción de la relación y los roles de nuestros Padres Celestiales. Si lo llevamos a la Primera Visión, podemos decir que Ella estuvo ahí, en la arboleda, sosteniendo a José incluso cuando él estaba de espaldas casi abrumado por la oscuridad.
Fe en que hay una respuesta
Nuevamente, no defiendo ninguna de estas posibles respuestas, puede ser una combinación de ellas o una respuesta que aún no hemos contemplado o recibido.
Pero el hecho de que haya una variedad de respuestas “posibles”, una lista que podría ser mucho más larga que esta, puede darnos la fe de que hay una respuesta, y que será una respuesta maravillosa, y que llegará cuando el Señor lo desee.
El élder W. Mark Bassett de los Setenta, compartió en una conferencia general:
“En esta época moderna, hemos llegado a esperar que el conocimiento se pueda y se deba obtener de inmediato; cuando la información no se consigue ni se accede fácilmente, a menudo se la rechaza o no es confiable.
Debido a la abundancia de información, algunas personas, sin querer, confían más en las fuentes disponibles de origen desconocido en vez de confiar en el modelo que el Señor ha establecido para recibir revelación personal”.
Tengamos fe en que todo llega a su debido tiempo y que, sabemos lo necesario para seguir en el camino que nos regresa a nuestra casa en los cielos, a los brazos de nuestros amados Padres Celestiales.
“Nuestra teología empieza con padres celestiales; nuestra mayor aspiración es llegar a ser como ellos”.– Dallin H. Oaks
Fuente: Meridian Magazine