Existen dos relatos conocidos sobre la visita de Jesús al presidente Hugh B. Brown.
Probablemente, en gran parte sean precisos, aunque pueden o no referirse a la misma visita. Uno incluye algunas palabras extrañas que pueden no ser correctas.
Primer relato
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Un relato lo escribió el sobrino del presidente Brown, el presidente N. Elden Tanner, en su diario. Sin embargo, no se registra otra fecha que la que ocurrió después de que el élder Brown regresó al Cuórum de los Doce por cierto tiempo.
El presidente Tanner registró:
“Dijo que no era una visión, pero que el Señor se le apareció, de una forma muy casual, al igual que yo estaba sentado hablando con él. El Señor dijo: ‘Has tenido momentos difíciles en tu vida’.
El tío Hugh respondió: ‘Sí, y tu vida fue más difícil de lo que cualquiera de nosotros ha vivido.
En la conversación, el tío Hugh preguntó cuándo terminaría [su tiempo en la Tierra], y el Señor dijo: ‘No lo sé y no te lo diría si lo supiera’. Luego, dijo: ‘Permanece fiel hasta el final y todo estará bien’”.
Obviamente, el élder Brown era digno de tal visita. Sin embargo, que el Señor Jesucristo resucitado dijera: “No lo sé” no concuerda con todas las revelaciones que enseñan que Dios “sabe todas las cosas y no hay nada que no sepa”.
Por tanto, no podemos estar seguros de que este relato sobre esta visita divina se haya conservado con precisión.
Segundo relato
El segundo relato, más corto, también sin fecha, que se encuentra en las memorias del presidente Brown, dice:
“Una noche soñó que estaba en presencia del Salvador. No intercambiaron palabras. Dijo que no era necesario. ‘Su amor me enriqueció, y sentí su comprensión y aceptación de mí a pesar de todos mis caminos imperfectos’”.
Debido a que hubo conversación en una narración, pero no en la otra, es probable que estos relatos se traten de dos apariciones diferentes a este humilde y fiel apóstol.
Visitas del otro lado del velo
Estos registros nos indican que, de vez en cuando, el élder Brown tuvo sueños sagrados en los que recibió visitas del mundo de los espíritus.
El élder Brown recibió la visita de las visitas de los espíritus de viejos amigos como Stayner Richards, Marvin O. Ashton y Harold B. Lee.
Si bien tenemos conocimiento de más registros de los dos primeros hombres, tenemos más información sobre el hermano Lee.
El Dr. Russell M. Nelson, antes de convertirse en apóstol y, luego, en presidente de la Iglesia, compartió su testimonio de lo que el élder Brown le dijo en su autobiografía:
“Cuando el presidente Kimball le extendió una invitación al presidente Brown para que asistiera a la dedicación, indicó que, debido a su avanzada edad y su debilidad, sentía que solo podía ir si lo acompañaba un médico.
Afortunadamente, recibí esa asignación… Mi responsabilidad era estar disponible para lo que pudiera necesitar el presidente Brown. Lo revisé cada noche y cada mañana.
En la mañana de la dedicación del templo, el presidente Brown me saludó con la noticia de que recibió la visita durante la noche del presidente Harold B. Lee. El presidente Lee había muerto un año antes.
Describió esta experiencia como una visita gloriosa, una que significó mucho para él.
Horas después, esa mañana, cuando llevamos al presidente Brown a desayunar, la hermana Freda Joan Lee se acercó a nosotros. Mientras intercambiábamos saludos, el presidente Brown le dijo:
‘Anoche recibí la gloriosa visita de Harold. Él está bien, recibir su visita fue maravilloso’.
Esta fue una experiencia conmovedora para todos nosotros. Sentimos la presencia del espíritu del presidente Lee en el templo mediante el testimonio del presidente Brown”.
La dedicación del Templo de Washington D.C. se realizó en noviembre de 1974 y el élder Brown vio este evento como la culminación de su ministerio terrenal.
En esta ocasión, volvió a compartir su testimonio especial:
“Hermanos y hermanas, con todo la honestidad y la solemnidad de mi alma les digo que Jesús de Nazaret es el Hijo del Dios Viviente, nuestro Redentor, que salió victorioso e hizo la expiación por nosotros.
Me complace hacerles esta declaración en este día porque en el curso ordinario de los eventos no será mi privilegio por mucho tiempo declarar estas cosas en esta Tierra.
Cuando Pedro respondió: ‘Tú eres el Cristo…’, el Salvador dijo: ‘Bienaventurado eres porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos’.
De la misma fuente y con la misma autoridad con la que Él habló, les declaro que sé que Él es el Cristo.
Estoy muy agradecido de que en el curso de los acontecimientos humanos haya sido llevado a circunstancias y condiciones en las que he tenido que defender la verdad, incluso sin querer salvar mi propia vida. Y, ahora, en lugar de negarlo, le pediría que me quitara la vida…’”
El élder Brown vivió poco más de un año después de pronunciar esas palabras.
Aunque sus oportunidades de compartir su testimonio disminuyeron a medida que envejecía y perdía las fuerzas, aún encontró la oportunidad de testificar y lo hizo:
“Quiero decirles, hermanos y hermanas, haciendo honor a mi llamamiento como testigo de Cristo, que yo también lo sé. Lo sé por la misma fuente que Pedro lo supo, porque la carne y la sangre no me han revelado ese conocimiento, sino nuestro Padre que está en los cielos.
Desde el fondo de mi corazón le digo a Él y a ustedes, ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’, y lo sé como sé que vivo”.
Fuente: LDS Living