En la obra de arte de William Blake, podemos observar a Satanás en su gloria original.
En ella uno puede observar la apropiación de los símbolos de su poder, su egoísta aspiración al propio poder de Dios y la caída de la gracia del Padre.
Es en Moisés 4: 1–4 el único lugar donde se describen los acontecimientos de la vida preterrenal relacionados con este tema de manera más completa y precisa.
En Ezequiel 28:15 se nos dice lo siguiente:
“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad”.
La ilustración de Blake fue inspirada en la lectura del versículo 14 de la versión el latín de la profecía de Ezequiel la cual señala a Lucifer como el “querubín con extensa envergadura”.
El orbe y el cetro en sus manos simbolizan el poder y la autoridad de Dios antes de su caída en los cielos.
Él se encuentra a los pies de un monte celestial, rodeado de “figuras pequeñas y alegres que son la personificación de las piedras preciosas y los instrumentos musicales bellamente elaborados que se mencionan en la biblia”.
La caída del rey de Tiro en la lamentación de Ezequiel se interpreta con frecuencia como si hubiera sido escrita para Adán, sin embargo, también se ha aplicado a la rebelión de Satanás.
El rey es descrito como un “sello de la perfección” (Ese 28: 12), es decir, como el anillo del sello de Yavé, el cual lleva algo similar en cada detalle, “a semejanza de Yavé” y el justo ejercicio de la “autoridad divina en el mundo”.
El uso de este término también puede atestiguar su perfección en el cumplimiento del convenio al que estaba comprometido con su Señor y Soberano. Previamente, este rey había morado “en el santo monte de Dios”, caminando “en medio de piedras de fuego” (Eze 28: 14).
El versículo 13 de Ezequiel identifica explícitamente este monte como el Edén.
“En Edén, en el huerto de Dios, estabas; de toda piedra preciosa era tu vestidura”.
La palabra Edén se convierte en un símbolo del templo, un lugar al que Lucifer ya no podía acceder a causa de sus muchas iniquidades.
“A causa de la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia y pecaste; por lo tanto, te eché del monte de Dios por profano”.– Eze 28: 16
Dios también expresó que el rey no solo debía ser arrojado, sino que también debía ser desterrado a la tierra.
“Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Yo te arrojaré por tierra”.- Eze 28: 17
Según D. I. Block, el término hebreo “eres” (tierra) tiene un doble sentido. Estando en la mano, la palabra evoca a la figura iconoclasta de un ídolo que es desechado y arrojado a la tierra (eres) en lugar de encontrarse en un lugar santo.
Por otro lado, también evoca la imagen de un rey que fue expulsado del Edén para vivir en la tierra (eres).
El cetro y el orbe que se muestran en las manos de Satanás son emblemas de su realeza.
En las ceremonias de coronación británicas, el cetro se sostiene en la mano derecha para que pueda usarse “para detener el crecimiento de la iniquidad, proteger a la Santa Iglesia de Dios y defender a las viudas y los huérfanos” (B. Nichols, “Coronation”, p. 15.).
Asimismo, el rey o la reina británica sostiene el Orbe en la mano izquierda para significar “la soveranía de Cristo sobre el mundo entero” (B. Nichols, “Coronation”, p. 16).
Para comprender mejor el significado de las imágenes inspiradas de Blake, debe entenderse que los símbolos reales de tales monarcas a menudo tienen precedentes mucho más antiguos.
Por ejemplo, según Endré Tóth, las vestimentas y emblemas de los reyes europeos eran parecidos a los de un sumo sacerdote israelita hasta que la vestimenta militar finalmente se convirtió en el estilo de moda de la época (E. Tóth, “Holy Crown”, p. 63).
Asimismo, el bastón es el equivalente simbólico de la espada. Brannon M. Wheeler señaló:
“La relación de las espadas con el simbolismo real se encuentra en muchas tradiciones culturales diferentes. Las espadas son utilizadas en diversas culturas como un símbolo de investidura. La espada y la vara, de la que es un sustituto, también se utilizan como un signo de autoridad religiosa”. – B. M. Wheeler, “Mecca”, p. 43.
También debe observarse que, aunque los reyes y reinas con frecuencia son representados con un orbe en su mano ahuecada.
Stephen Smoot ha rastreado el simbolismo sacerdotal de la mano ahuecada, de la cual se deriva la tradición de sostener el orbe, hasta fuentes egipcias e israelitas (“S. O. Smoot, Symbolism of the Cupped Hand”).
Él concluye que “en el antiguo Israel, la acción de llenar una mano ahuecada estaba directamente asociada con el acto de ser santificado y consagrado en un marco sacerdotal”.
Además del uso del templo o ritual, en el antiguo Egipto, Smoot demostró que en el ámbito mortuorio, la mano extendida y ahuecada también podría representar el gesto del difunto beatificado que recibe bendiciones.
Para resaltar la iniquidad de Lucifer, Blake ha invertido de manera llamativa las manos en las que normalmente se sostienen los emblemas de la monarquía europea, lo que debe tomarse con la mano derecha está representado en su mano izquierda, y viceversa.
Su iniquidad nos revela que es el padre de las mentiras y los engaños. Él nunca será lo que dice ser ni lo que aspira secretamente a convertirse.
Fuente: Meridian Magazine