Cuando entendemos la relación entre la gracia de Cristo y nuestras propias buenas obras, la religión puede influir positivamente en nuestras vidas.
Durante mi primer semestre como estudiante de posgrado en 1981, leí un artículo del profesor de la Universidad Brigham Young, Dr. Allen E. Bergin, que incluía la afirmación del Dr. Albert Ellis que declaraba que la religión tenía un efecto negativo en la salud mental:
“La religión es en muchos sentidos equivalente al pensamiento irracional y al trastorno emocional… La selecta solución terapéutica a los problemas emocionales es ser poco religiosos [puesto que] cuanto menos religiosos sean, más emocionalmente sanos serán”.
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Aunque inicialmente me sorprendió esta declaración, también me impresionó la manera profesional y respetuosa con la que el Dr. Bergin respondió a los argumentos del Dr. Ellis.
En lugar de simplemente descartar las afirmaciones de su colega psicólogo, la respuesta del Dr. Bergin incluyó estudios empíricos, argumentos filosóficos y evidencia clínica que encontré “espiritualmente fortalecedor” e “intelectualmente empoderador”, dos de los propósitos de la educación BYU.
En los meses y años que siguieron, estudié casi todo lo que pude encontrar sobre la relación entre la religión y la salud mental. Sentí que había encontrado la pasión académica, clínica, educativa y espiritual que llenaría gran parte de mi vida.
Un tema controversial
La relación entre religión y salud mental ha sido durante mucho tiempo un tema controversial entre los profesionales y académicos de la salud mental, y entre los líderes religiosos y laicos por igual.
Si bien muchos académicos y médicos continúan siendo críticos con la religión, hay otros, pasados y presentes, que han descubierto mediante la investigación que las creencias y prácticas religiosas tienen una influencia positiva en la vida de las personas, las familias y las comunidades.
William James, médico, profesor de Harvard y considerado por muchos como el padre de la psicología estadounidense, fue uno de los primeros académicos en defender el lado positivo de este debate cuando en un libro publicado en 1902 concluyó:
“Nosotros y Dios tenemos asuntos pendientes; y al abrirnos a Su influencia se cumple nuestro destino más profundo. El universo, y las partes que constituyen nuestro ser personal, cambia genuinamente para bien o para mal en la medida en que cada uno de nosotros cumple o evade los mandamientos de Dios”.
La investigación que he realizado durante los últimos 40 años incluye estudios sobre la salud mental de muchas religiones desde principios del siglo XX hasta el presente.
Si bien he revisado miles de ensayos anecdóticos, informes de los medios, publicaciones de blogs, discursos religiosos, publicaciones apologéticas y polémicas, he pasado la mayor parte de mi tiempo revisando las publicaciones académicas y trabajando con individuos y familias en entornos educativos, clínicos y pastorales.
Si bien la investigación también incluye contradicciones, excepciones y ambigüedades, la mayor parte de la investigación académica respalda la conclusión de que las creencias religiosas, y más la práctica religiosa personal, favorecen la salud mental, la cohesión matrimonial y la estabilidad familiar.
Estas relaciones positivas entre religión y salud mental se encuentran en la investigación que se ha realizado sobre cada una de las tradiciones religiosas que he estudiado: catolicismo, protestantismo, islam, judaísmo y otras religiones, incluida la Iglesia Adventista del Séptimo Día, los testigos de Jehová, Bahaí, y el movimiento Hare Krishna.
De los 540 estudios que cumplieron con los criterios específicos para mi estudio inicial, el 51% informó que la religión se asoció positivamente con la salud mental, el 16% indicó una relación negativa, el 28% indicó neutralidad y el 5% mostró resultados variados.
Un estudio entre los Santos de los Últimos Días
Como Santo de los Últimos Días, me ha complacido descubrir que los resultados de la investigación entre los miembros de la Iglesia de Jesucristo y la salud mental durante el mismo período de tiempo fueron muy positivos.
Casi dos tercios de los resultados de la investigación (71%) indicaron una relación positiva, mientras que el 4% indicó una relación negativa, el 24% indicó neutralidad y el 1% mostró respuestas variadas.
Las investigaciones, en general, desde principios del siglo XX hasta el presente, respaldan la conclusión de que los Santos de los Últimos Días que viven sus vidas de manera consistente con las enseñanzas de su fe experimentan un mayor bienestar, una mayor estabilidad matrimonial y familiar, menos delincuencia, menos depresión, menos ansiedad, menos suicidio y menos abuso de sustancias que aquellos que no lo hacen.
Comprendiendo la gracia de Cristo
Además de los resultados positivos de salud mental reportados para aquellos que participan activamente en su religión, también he observado algunas creencias y prácticas religiosas que pueden contribuir a los problemas de salud mental que son exclusivos de las personas de fe.
Por ejemplo, como presidente de misión en la Misión Ghana Accra, observé que algunos de mis misioneros más fieles y fructíferos tenían sentimientos de ansiedad y depresión.
Algunos incluso estaban experimentando lo que yo sabía por mi formación clínica que era “escrupulosidad”, que a menudo incluye una necesidad compulsiva de confesar incluso la más pequeña de las transgresiones, las cuales podrían haber resuelto entre ellos y Dios.
Ha sido mi experiencia personal, profesional y pastoral que muchos Santos de los Últimos Días pueden identificarse con estos mismos sentimientos de ansiedad y desesperación.
Algunos de los misioneros a los que ministré recibieron ayuda profesional. Todos se fortalecieron al comprender la gracia de Jesucristo, que hay lugar para las buenas obras y que pueden vivir de acuerdo con lo que habían aprendido.
Motivado por las necesidades que vi en las personas, dos de mis colegas y yo diseñamos lo que se convertiría en el primer estudio de investigación empírica jamás realizado entre Santos de los Últimos Días sobre la relación entre sus experiencias con la gracia de Cristo, las buenas obras y la salud mental.
Este estudio se publicó recientemente en la Revista de Psicología y Espiritualidad. Los datos de nuestro estudio, recopilados de 635 Santos de los Últimos Días, indican que experimentar la gracia de Dios tiene una relación positiva con la salud mental.
Asimismo, las creencias legalistas de un individuo se correlacionan con una salud mental reducida debido a la forma en que estas creencias interfieren con su capacidad para experimentar la gracia.
Nuestra investigación también respalda las palabras del presidente M. Russell Ballard de que algunos Santos de los Últimos Días se “preocupan tanto por realizar buenas obras” que olvidan la importancia de tener una “completa dependencia de Cristo” (Building Bridges of Understanding).
Por sobre todo, nuestra relación con Dios
Mi libro publicado recientemente, “Let’s talk about religión and mental health”, incluye muchos ejemplos de las palabras del Salvador:
“Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”- Mateo 5:45
La fe en Cristo es esencial cuando enfrentamos aflicciones de cualquier tipo, pero incluso los más justos y fieles entre nosotros pueden experimentar sufrimiento mental y emocional.
He observado que una familia solidaria, líderes inspirados, buenos amigos, médicos capacitados, la medicina moderna, consejeros competentes y el trabajo arduo de las personas involucradas juegan un papel importante en el proceso de curación.
Por encima de todo, los factores más importantes para superar las aflicciones emocionales y los trastornos mentales son descubrir, renovar y mantener una relación significativa con Dios, seguir Su guía y recibir las bendiciones redentoras y habilitadoras de la expiación de Jesucristo.
Él puede sanar a los que están afligidos de cualquier manera (3 Nefi 17: 9).
Oro para que cada uno de nosotros podamos regresar un día a nuestro Padre Celestial habiendo recibido la gracia de Cristo, habiendo aprendido cómo experimentar la paz en esta vida y recibir la vida eterna en el mundo venidero.
Fuente: ldsliving.com