Esta pregunta, para muchos, es bastante lógica. ¿Cómo puede ser posible que perdonemos a alguien que ni si quiera consideró nuestros sentimientos?
Lo cierto es que el mandamiento de perdonar a las personas es uno con el que muchos de nosotros luchamos.
Pero algo que quizá no sabemos es que ese sentimiento de rencor, cólera o decepción nos ata a esa persona y esa persona quizá no sepa o se llegue a enterar de nuestro sentir.
Debemos cortar esa cadena para poder ser libres de quién nos hizo daño.
El Señor ha dicho que debemos perdonar a quienes nos ofenden o caeremos en falta.
“Por tanto, os digo que debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado.
Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres.
Y debéis decir en vuestros corazones: Juzgue Dios entre tú y yo, y te premie de acuerdo con tus hechos”. -DyC 64: 9-11
Si lo ponemos de un punto de vista espiritual, entonces no deberíamos dejar que nuestra alma se alimente de sentimientos oscuros, todo lo contrario, deberíamos hacer todo lo necesario para llenarnos de luz.
Puede que eso no tenga mucho sentido para nosotros al principio, pero el Señor está tratando de ayudarnos a ser más como Él y a tener un mayor gozo.
Si le damos esa carga a Él y dejamos ir la ira, la amargura y el dolor, obtendremos paz en esta vida y grandes bendiciones en las eternidades. Ser libres al fin de aquella persona que nos hirió.
Puede que requiera tiempo, lágrimas, ayuno, oración, asesoramiento con los líderes del sacerdocio y visitas al templo, pero valdrá la pena.
Como ha enseñado el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia:
“Parte del propósito de la vida terrenal es aprender a liberarnos de esas cosas. Ésa es la manera del Señor.
Recuerden que el cielo está lleno de aquellos que tienen esto en común: Han sido perdonados y perdonan”.
¿Cómo podemos aprender a perdonar?
Para ser sinceros, no lo sé, es algo que el Señor todavía me está ayudando a entender, pero he aprendido algunas cosas en el proceso.
Cristo padeció todo tipo de dolor
El poder de Jesucristo y las bendiciones de Su expiación son muy importantes, poderosos e increíblemente amplios. Su poder es verdaderamente infinito.
Sabemos que por medio de la Expiación, Él padeció por nuestros pecados para que nos arrepintamos, pero también sabemos que Él tomó sobre Sí nuestros dolores y aflicciones.
Eso significa que Cristo puede sentir empatía por cada uno de nosotros y entender todos los dolores que hemos experimentado, desde un brazo roto hasta un corazón roto.
Si creemos que podemos ser perdonados, entonces debemos creer que todos aquellos que nos han lastimado y las personas que amamos también pueden ser perdonados, porque Su sacrificio fue para todos.
El perdón es un proceso
Como todo en la vida, el perdón también es un proceso que lleva tiempo y es diferente para cada persona. No hay un tiempo límite, algunas cosas simplemente toman tiempo.
No es algo fácil de lograr, ha habido momentos en mi vida en los que me ha parecido imposible si quiera considerar la idea de perdonar a alguien.
En aquellos momentos he tratado de recordar las palabras del élder y apóstol Richard G. Scott:
“Aunque ahora te parezca imposible, con el tiempo, el alivio que recibirás del Salvador te permitirá perdonar de verdad a la persona que [está en falta]…
Si el pensar en perdonar te causa aún más dolor, deja de lado ese paso hasta que tengas más experiencia con el poder sanador del Salvador en tu propia vida”.
Yo lo he hecho. He tenido que dar un paso atrás, centrarme en mi relación con el Señor y finalmente confiar en el amor y la sanación que he recibido para volver a abordar el perdón que antes no estaba lista para entender.
Sé por experiencia propia que el Señor entiende nuestro corazón y nuestra mente y está con nosotros mientras nos tomamos el tiempo que necesitamos para sanar.
El élder Scott también habló de esto:
“Cuando perdonen el agravio, se sentirán libre del dolor y del sufrimiento”.
El perdón nos ayuda a sanar
Aparte de brindarnos libertad y despojarnos del rencor, gracias al perdón y el poder sanador del Salvador nuestras heridas pueden sanar.
El perdón puede sanar las heridas más graves, trágicas y terribles que se hayan inflingido sobre nosotros.
Podemos lograr esto al permitir que el Señor nos llene de amor y nos ayude a abandonar todo sentimiento negativo, sin importar lo que hayamos hecho ni qué nos haya sucedido.
Creo que el Padre Celestial comprende que nos llevará tiempo lograr estar preparados para hacer cosas difíciles. Y creo que cuando estemos listos, Él estará preparado para ayudarnos a hacer algo tan difícil como perdonar.
Fuente: Church of Jesus Christ