En una reciente publicación por redes sociales, el élder Dale G. Renlund compartió una lección importante sobre esforzarnos por cumplir los mandamientos aunque a veces nos equivoquemos.
El élder Renlund expresó:
Hace poco un misionero me preguntó: “¿Somos hipócritas si no guardamos todos los mandamientos que enseñamos a las personas?”. ¡Esa es una gran pregunta! Pensé en compartir mi respuesta aquí. Sé que no tengo que ser perfecto para que me llamen a ser miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. Sé mejor que nadie que no soy perfecto. Entonces, ¿tenemos que ser perfectos para servir al Señor? Claro que no. No se trata de eso.
Hay una gran diferencia entre la rebelión y la debilidad. Por lo tanto, hipocresía es enseñar un mandamiento que uno no tiene la intención de guardar. Eso sería ser hipócrita; pero enseñar los mandamientos y luego tropezar y arrepentirte no es ser hipócrita, porque tienes la intención de guardar el mandamiento. Cuando hacemos las cosas con verdadera intención, significa que tenemos la intención de guardar el mandamiento. Por lo tanto, no hay nada de hipocresía en cuanto a enseñar sobre la senda de los convenios o los mandamientos de Dios cuando efectivamente tienes la intención de guardarlos todos. Sabes y puedes testificar que guardar esos mandamientos traerá bendiciones.
El Libro de Mormón, en Moroni 6:8 nos dice: “Mas cuantas veces se arrepentían y pedían perdón, con verdadera intención, se les perdonaba”. La parte hipócrita se presenta si cometemos un error y no nos arrepentimos, ni tenemos la intención de arrepentirnos. La integridad consiste en que nuestras acciones y creencias estén en completa armonía; es de esa forma que tratamos de vivir nuestra vida. Pero, ¿es ser hipócrita si no podemos hacerlo siempre? No, para eso es justamente el arrepentimiento, ¿verdad? Podemos arrepentirnos de aquellas cosas que, a pesar de nuestros buenos esfuerzos, no logramos hacer. Gracias a la expiación de Jesucristo, el perdón es real.