Estaba terminando un diseño de rompecabezas sobre la vida de Jesucristo y me pregunté qué imagen de Él podría incluir.
La Biblia solo nos ha dado unas cuantas pistas sobre Su apariencia. A lo largo de nuestras vidas, los cristianos hemos ido a nuestra suerte imaginando cómo podría haber lucido Jesús.
Nuestra visión se ha visto influenciada en gran medida por el arte occidental, que con frecuencia representa a Jesús como un hombre alto y delgado con piel clara y ojos claros.
¿Qué tan precisa es esta imagen? ¿Qué pruebas tenemos que utilizar para descifrar cómo era realmente Jesús?
Pistas en la Biblia
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Un pasaje bíblico que no describe específicamente la apariencia de Jesucristo, pero tiene implicaciones importantes al respecto, es Isaías 53:2.
En él, Isaías habla del Mesías que vendrá y dice:
“No hay parecer en él ni hermosura; y cuando le veamos, no habrá en él atractivo para que le deseemos”.
Esto contrasta con las obras de los pintores europeos que se preocuparon por hacer que Jesús se destacara entre aquellos representados a su alrededor.
Pintan a Cristo como si Su gloria fuera evidente a simple vista, cuando en realidad, Él enfrentó toda una vida a personas que no podían ver esa gloria.
“Hermosura” no es un término común que utilizamos en nuestra lengua moderna. No obstante, significa “ajustarse placenteramente a las nociones de buena apariencia, idoneidad o proporción”. Sin embargo, según Isaías, no era agraciado.
Sabemos por Lucas 3:23 que Jesús tenía unos treinta años al comienzo de su ministerio, a pesar de que a menudo lo pintaban para que pareciera significativamente mayor que eso.
Piensa en un hombre de treinta años que conoces ahora y te darás cuenta de que mentalmente puedes estar agregando años a la apariencia terrenal del Salvador.
Encontramos otros datos interesantes sobre la apariencia de Cristo en el evangelio de Marcos.
Cuando Judas trae una multitud armada y ansiosa al Huerto de Getsemaní para llevarse a Jesús, Judas les dice, “a quien yo bese, ése es”.
Además de que se menciona la desgarradora traición de Judas, en ese pasaje se indica que un espectador no podría distinguir necesariamente a Jesús de Sus apóstoles. Así que, Jesús tenía una apariencia similar a la de los trabajadores de Galilea con los que pasaba sus días.
Evidencia forense y conclusiones culturales
“No sabemos cómo se veía [Jesús]. No obstante, si todas las cosas que sabemos sobre él son ciertas. Entonces, Jesús era un hombre judío palestino que vivía en Galilea en el primer siglo.
Así que, habría lucido como un hombre judío palestino del primer siglo. Se habría visto como un judío galileo”, dijo Robert Cargill, profesor auxiliar de estudios religiosos y clásicos de la Universidad de Iowa y editor de Biblical Archaeology Review.
Entonces, ¿cómo era un judío galileo de esa época?
En el libro de 2018 “What did Jesus look like?”, la autora Joan Taylor usó restos arqueológicos, textos históricos y arte funerario del antiguo Egipto para llegar a una conclusión.
Taylor dijo que al igual que la mayoría de las personas en esa región del mundo en esa época, lo más probable es que Jesús tuviera ojos marrones oscuros, cabello castaño o negro y piel bronceada.
Probablemente, medía alrededor de 1,50 metros de estatura. La altura promedio para un hombre de su tiempo.
Al llegar a una conclusión similar, pero con un método más convincente para ilustrar sus hallazgos, los antropólogos forenses británicos e israelíes desarrollaron lo que afirmaron ser una de las imágenes más precisas de Jesús nunca antes creadas.
Usaron un cráneo real de un campesino israelí del siglo I, “programas de computadora, arcilla, piel simulada y su conocimiento sobre el pueblo judío de la época para determinar la forma de la cara, y el color de los ojos y la piel de Jesús”.
Esta fue la imagen que crearon:
Descripciones de aquellos que han tenido visiones
Uno de los dones del Evangelio restaurado es que, además de la Biblia, tenemos acceso a los relatos de aquellos que vieron personalmente al Salvador.
Es posible que estos relatos sobre el Señor resucitado no nos traigan muchas conclusiones sobre cómo se veía durante su vida terrenal. No obstante, aun así, esto agrega textura a nuestro testimonio para imaginar lo que otros han visto.
Tomemos, por ejemplo, el relato de José Smith, que dijo:
“Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía:
‘Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre’”. (Doctrina y Convenios 110: 4 – 5)
Tal vez sea más difícil pensar en alguien con ojos como llamas de fuego y una voz como un estruendo de muchas aguas que imaginar a un humilde campesino galileo.
Sin embargo, no tenemos que saber cómo era Jesús para escuchar la voz del Espíritu que nos confirma que Él es nuestro Salvador.
No debemos tener una imagen mental perfectamente precisa para que la expiación funcione en nuestras vidas.
No tenemos que ver Su rostro frente a nosotros ahora para reconocer Su rostro cuando finalmente tengamos la oportunidad de reunirnos con Él.
Fuente: Meridian Magazine