Hace muchos años, mi esposo esperaba recibir un ascenso en su trabajo. Sabíamos que él era la opción más obvia, pero por razones que no podíamos entender, el asenso no llegaba.
Con el tiempo empezamos a sentir que alguien en un puesto de poder y de decisión tenía una idea equivocada de mi esposo por lo que le impedía progresar en la empresa.
Trató de enmendar su relación con él, demostró paciencia e inteligencia emocional, llegaba temprano y se quedaba hasta tarde, pero nada parecía hacer el cambio que necesitábamos.
Él empezó a buscar trabajo en otro lugar. Fue casual al principio; todo lo hablábamos hipotéticamente, por lo menos hasta que el esfuerzo que hacía mi esposo en su trabajo diera sus frutos. Hicimos esto durante dos años.
Alrededor del inicio del tercer año, comencé a sentir una impresión del Espíritu que me decía que necesitaba aprender y estudiar más sobre la fe.
Leí las Escrituras y los discursos de la Conferencia General y meditaba sobre lo que significaba tener fe. Una y otra vez, sentí que la verdadera fe significaba hacer algo, dirigirnos a un lugar aunque no sepamos el destino final.
Es más fácil dirigir un objeto que ya está en movimiento que uno que está inmóvil.
Un día, después de un año de pedir en oración poder tener otro bebé y dos años de pedir un asenso en el trabajo, decidí que podía hacer más para actuar con fe.
Examiné nuestra casa y comencé a preguntarme cómo utilizaríamos las habitaciones para acoger a otro bebé en nuestra familia. Este sería nuestro quinto hijo, por lo que la casa empezaría a quedarnos chica.
Le pregunté a mi esposo qué pensaba al respecto y estuvo de acuerdo en que tratar de acomodar a otro bebé en nuestra casa sería bastante tedioso.
Después de años de buscar trabajos y posibles viviendas en todo el país, le pregunté a mi esposo si consideraría mudarse dentro de nuestra comunidad actual.
Él me dijo que no deseaba adquirir una casa e hipoteca más grandes hasta que obtuviera el puesto que habíamos estado esperando.
En ese momento, me di cuenta de algo.
“Me estás diciendo que si obtienes el puesto de supervisor, nos mudaremos. Pero si no lo obtienes, de todas maneras nos mudaríamos para buscar un nuevo trabajo en otro lugar. Entonces, actuar con fe significaría que debemos prepararnos para mudarnos”.
Estuvimos de acuerdo en que prepararnos para una futura mudanza sería la mejor manera de actuar con fe para que las bendiciones que Dios queríamos pudieran venir.
Inmediatamente, comenzamos a hacer una lista de lo que necesitaríamos hacer en la casa para prepararnos para ese día.
La lista incluía cosas como pintar, organizar y tirar todo lo que no íbamos a llevar con nosotros, y mejorar las encimeras de los baños.
No teníamos ni idea de cómo lo pagaríamos, pero sentimos que los baños renovados nos darían una mejor oportunidad de vender nuestra casa rápidamente y al mejor precio.
Una hora después de hacer nuestra lista, una mujer a la que apenas conocía pero que anteriormente había vivido dentro de los límites de nuestro barrio ofreció en Facebook una caja casi completa de baldosas para las encimeras que le sobraron de la renovación de su cocina.
Tenía el estilo que preferíamos, y exactamente la cantidad adecuada para remodelar nuestros baños.
Durante los siguientes nueve meses, logramos completar muchos de los elementos de nuestra lista, mas todavía no conseguíamos el trabajo que justificara estos preparativos.
Mas adelante, el día en que el bebé por el que habíamos orado fervientemente el año anterior nacería, a mi esposo se le presentó una oportunidad de trabajo que satisfaría exactamente nuestras necesidades.
Desde el momento en que le ofrecieron el puesto hasta la fecha en que necesitaba comenzar a trabajar en esa nueva ciudad, transcurrieron menos de siete semanas.
Si no hubiéramos hecho el trabajo para prepararnos para mudarnos casi un año antes de tener algún motivo para hacerlo, no hubiéramos estado listos para aceptar y aprovecha esa oportunidad.
Si queremos que el Señor guíe nuestro sendero, comencemos emprendiendo nuestro viaje actuando con fe a cada instante, avanzando poco a poco.
Si te sientes estancado o que tus oraciones y súplicas se sienten repetitivas, considera preguntarte qué necesitarías hacer para estar listo para recibir la bendición que buscas.
Luego, comienza a hacerlo y verás como el Señor proveerá para ti en abundancia solo porque demostramos nuestra fe no solo al pedir, sino al actuar.
Fuente: LdsDaily