Es comprensible que en algún momento de tu vida te hayas preguntado qué pasa con tus mascotas cuando mueren, ¿van al cielo?
Estas preguntas pueden venir a ti particularmente después de perder a una querida mascota. Las Escrituras y las palabras de la revelación moderna nos brindan cierta comprensión y esperanza.
En Doctrina y Convenios 77: 2 se nos enseña lo siguiente:
“El espíritu del hombre [es] a semejanza de su persona, como también el espíritu de los animales y toda otra criatura que Dios ha creado”.
Esto, sutilmente, nos enseña que los animales también tienen espíritus. Si bien no sabemos con certeza qué les sucede a los animales después de que mueren, José Smith, citando a Juan el Revelador, declaró que definitivamente hay algunos animales que van al cielo. José expuso:
“Alguien dice: ‘No creo en la salvación de los animales’. Cualquier hombre que les dijera que esto no es posible, les dirá que las revelaciones tampoco son verdaderas.
Juan escuchó las palabras de la bestia dando gloria a Dios, y las entendió. Dios, quien creó a los animales, podía entender todos los idiomas hablados por ellos.
Estas bestias eran cuatro de los más nobles que cumplieron la medida de su creación, y habían animales salvos en otros mundos, porque eran perfectos. Eran como ángeles en su esfera.
No se nos dice de dónde vinieron, y no lo sé; pero Juan los vio y los oyó alabando y glorificando a Dios”. -Historia de la Iglesia, tomo 5, págs. 343–44
Según “Improvement Era”, una revista oficial de la Iglesia de Jesucristo, José Smith creía en el potencial que los animales tenían para recibir la vida eterna:
“O no habría dicho (como se dice que dijo) con respecto a su caballo favorito cuando éste murió, que esperaba verlo en la Eternidad. Tampoco habría pronunciado la declaración inspirada por el cielo, que ‘las cuatro bestias’ vistas en la visión por Juan el Revelador (Apocalipsis 4:6) ‘para describir el cielo’ y ‘representar la gloria de las clases de seres’: hombre, bestias, aves y lo que se arrastra: en su orden o esfera de creación decretados, en cuanto al gozo de su felicidad eterna’ (DyC 77:1-3).
Creo que esto es suficiente para convencer a cualquier Santo de los Últimos Días de que los animales sí tienen un alma, es decir, que cada animal posee un espíritu y un cuerpo, y que juntos constituyen el alma. Lo mismo ocurre con los árboles, las plantas y las flores. No se crearon solo por un propósito meramente temporal, serán perpetuados por la eternidad”.
Existe una diferencia entre la esperanza que tiene una persona que espera reunirse con su mascota querida y la expectativa de un granjero de volver a ver a cada gallina que crió.
No tenemos respuestas definitivas sobre qué animales o cuántos podrán recibir la salvación, pero según las Escrituras y las enseñanzas de José Smith, tenemos todas las razones para esperar volver a ver a nuestros amigos peludos.
Fuente: LdsDaily
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