“Cuando estás al servicio del Señor, tienes derecho a recibir Su ayuda. Recuerda que a quien el Señor llama, el Señor prepara y capacita”. – Presidente Thomas S. Monson
Es común sentirnos abrumados cuando recibimos grandes responsabilidades y ¡qué gigante deber tenemos en la obra de Dios! En especial, los jóvenes para quienes es un mandamiento servir en una misión.
Puedes sentirte intimidado o creer que no tienes la capacidad de embarcarte en este llamado. Pero, recuerda, eres un hijo de Dios y Él te llamó porque sabe de lo que eres capaz. Si Dios, el creador de todo, confía en ti, ¿por qué tú no? ¡Ten presente estas cuatro cosas cuando comiences a dudar de que puedes colaborar en la obra de Dios!
Esfuérzate por obedecer fielmente
Cuando somos fieles, hacemos todo lo posible para alinear nuestros deseos y acciones con Su voluntad.
Asimismo, demostramos humildad, que somos capaces de reconocer las impresiones del Espíritu Santo y hacer lo que Dios manda.
Enfócate en el amor
Los misioneros están cumpliendo con su deber y comisión cuando practican la caridad por todos.
Solo de ese modo podremos lograr tocar el corazón de las personas e invitarlas a conocer el evangelio de Cristo.
Confía en la gracia del Salvador
Tu éxito como misionero no se basa en tu nivel de perfección.
La gracia convierte tus debilidades en fortalezas, tal como lo prometió el Señor en Éter 12: 27:
“Doy a los hombres debilidad para que sean humildes; y basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos”.
Recuerda que el señor está contigo
El Señor trabajará a tu lado, brindándote gracia en cada paso y en cada tropiezo. No temas, Él jamás te abandonará. Por el contrario, siempre estará para fortalecerte y recordarte de lo que eres capaz.
No te subestimes, porque el Señor confía en ti. ¿Qué consejo le darías a alguien que no se siente lo suficientemente bueno como para servir en una misión?
Fuente: laiglesiadejesucristosano