Pocas cosas en esta vida duelen más que creer firmemente en algo y luego, ver a los que más quieres en el mundo rechazar o hasta burlarse de estas creencias.
Independientemente de cuál sea tu situación en particular, gracias al Salvador Jesucristo, siempre puedes tener esperanza en ti mismo y en tu familia.
El élder Dale G. Renlund dijo:
“Cuando te sientas impotente o desalentado debido a tu situación, recuerda que ‘al Salvador le agrada restaurar lo que ustedes no pueden restaurar, que a Él le complace sanar heridas que ustedes no pueden sanar, que Él se regocija en reparar lo que ha sido roto irreparablemente, que Él compensa cualquier injusticia infligida sobre ustedes y que Él se deleita en sanar permanentemente aun los corazones rotos’”.
Aunque tu familia tenga ideas equivocadas sobre la Iglesia, estos malentendidos se pueden resolver con comunicación:
“No es raro que los familiares tengan ideas erróneas sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Es mucho lo que la buena comunicación puede lograr para aliviar cualquier tensión que surja en esas situaciones”, expresó el élder Walter F. González
Debes saber que no estás solo
Los días siendo el único miembro de la Iglesia de Jesucristo en tu familia pueden ser difíciles, pero no estás solo.
Mientras te sigas esforzando por seguir a Dios, Él te guiará por este camino llamado vida.
“Cada uno de nosotros tiene una historia de conversión diferente; y aun cuando nuestras circunstancias familiares puedan ser difíciles, al continuar obedeciendo la palabra de Dios, Él nos guiará durante cada día.
Me he dado cuenta de que cuando estoy con Dios, nunca estoy solo y eso me mantiene avanzando en el camino correcto. Vale la pena todo el esfuerzo”, dijo el hermano Caloy Casuyon.
Aunque las cosas sigan siendo complicadas no renuncies a lo que crees. Al ser firme en tu fe, verás las bendiciones eternas que Dios ha preparado para ti
“… y no podéis sobrellevar ahora todas las cosas; no obstante, sed de buen ánimo, porque yo os guiaré. De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras”. (Doctrina y Convenios 78:18)
Enfócate en tus metas eternas
Cuando sientas que ya no puedes más, recuerda a donde te están guiando tus esfuerzos:
“Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes”. (Doctrina y Convenios 64:33)
Recuerda que Cristo sabe cómo te sientes
Cuando sientas que nadie entiende tu dolor, recuerda que hubo alguien que dio su vida por ti, para hacer que tus cargas fueran más ligeras:
“… debido a que Jesús caminó totalmente solo por el largo y solitario sendero, nosotros no tenemos que hacerlo”, dijo el élder Jeffrey R. Holland.
Fortalece tu relación con el Padre Celestial y decide seguir adelante con Cristo
En lugar de hacer que tu familia entienda tus creencias, fortalece tu relación con Dios y esfuérzate por ser un seguidor fiel.
Entonces, cuando vean tu cambios, ellos comenzarán a respetar tu decisión:
“Cuando tu familia no te apoya o se opone a tu fe, pienso que es importante hacer las cosas que profundicen tu relación personal con el Padre Celestial.
En vez de tratar de convencer a los miembros de tu familia en cuanto al Evangelio o tus razonamientos, céntrate en llegar a ser lo mejor que puedas y en crecer espiritualmente, y sé paciente.
Mantente firme en tus decisiones y considérelas parte de tu progreso eterno.
El corazón de las personas cambia cuando ven lo que el evangelio de Jesucristo hace por ti y la forma en que conduces tu vida”, aconsejó la hermana Romana Morris.
Por último, cumple con tus convenios y persevera hasta el fin:
“Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna”. (2 Nefi 31:20)