A través del Espíritu Santo, podemos lograr sentir un cambio repentino en nuestra forma habitual de pensar.
Hace muchos años, encontré un fenómeno que creó un despertar en mi alma, este cambio mi vida y esperó que también cambie la tuya
El inicio del caos
Un día, recuerdo que miré alrededor de mi casa y me sentía muy agobiada, veía pilas interminables de papeles y caos en todos los armarios.
Mi casa no parecía sucia, pero todo el caos que había debajo parecía muy pesado y desconcertante.
Al contemplar lo que debía de hacer, recordé la recomendación que una amiga me había hecho años atrás:
“Mi casa puede estar desordenada de vez en cuando, pero mis cajones y armarios siempre deben estar en orden”.
Este pensamiento me dio vueltas en la cabeza hasta que finalmente tomé la decisión, iba a limpiar todos los rincones de mi casa.
Manos a la obra
Comencé el plan de ataque, puse en orden las montañas de papeles de banco, de seguro y otros documentos relacionados con el trabajo.
También, revisé todos mis proyectos personales y otras cosas que había acumulado por más de 30 años. Fueron muchas bolsas de basura que se llenaron rápidamente.
A partir de ese momento, saqué todo en los cajones y armarios de mi casa, mi lema era: “Cuando dudes, ¡tíralo!”
¡Qué bien me sentí!
Encontrar tranquilidad
A los tres o cuatro días de empezar este proyecto, empecé a ser cada vez más consciente del fenómeno iluminador en mi espíritu.
No solo estaba limpiando lo que me rodeaba, ¡sino también sentía que estaba limpiando mi alma!
Mientras organizaba mis archivos y despejaba espacios, me sentía más ligera. Mi mente empezó a sentir una claridad que pocas veces había experimentado.
Esta inspiración me motivó a seguir cumpliendo esta tarea.
A pesar de declarar oficialmente una habitación “limpia”, siempre encontraba otro lugar que necesitaba “mejorar”.
Me sentí obligada a quitar el polvo de todos mis muebles, los armarios que nadie había utilizado e incluso detrás de la refrigeradora. ¿Me estaba volviendo obsesiva?
La quietud se va filtrando
Cada día, al momento de ir a dormir, satisfecha por mis esfuerzos, sentía que me invadía una quietud perfecta y consagraba al Señor lo que había ganado ese día.
Le pedí que limpiara mi casa: Mi templo.
Quería alejarme de todo lo que no fuera necesario para poder “escucharlo” mejor que antes y a medida que mi entorno físico se liberaba, mi mente y mi corazón calmados se elevaban junto al Espíritu Santo.
Un tsunami de Emociones
Al momento de terminar este proyecto de limpieza, inesperadamente mis pensamientos se volvieron hacia mi infancia. Una serie de acontecimientos inundaron mi mente, fue como si fluyeran.
Cada escena, era un tsunami de emociones que me invadía, me atravesaba y salía de mí. El rostro de aquellos a quienes debía perdonar se materializaron ante mí y me asombré por haberme aferrado a cosas tan triviales.
Lloré y lloré, liberando todos esos años donde “aguanté”. Me di cuenta que me había aferrado inconscientemente al dolor de mi pasado.
En cuanto me di cuenta de ello, pude soltarlo y la negatividad se liberó y por fin mi “armario” estaba limpio.
Cambio de perspectiva
Después de terminar de procesar mi alma, pensé en la razón por la que se me había ofrecido este hermoso cambio de pensamiento, de limpieza emocional y espiritual.
Mientras me cuestionaba mentalmente, me vino inesperadamente este pensamiento:
“¡Recuerda que me pediste que te ayudará limpiar tu casa!”
Esa aquella noche especial, fue una revelación para mí. Años de carga emocional pueden ser desechados para siempre en un tiempo relativamente corto. El Señor nos limpiará si se lo permitimos.
Limpia tu interior
Existe una relación entre nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior.
Practica estos ejercicios para comprarlo por ti mismo:
- Busca un lugar que necesita una limpieza profunda (tu carro, tu oficina, un cuarto o un closet de tu hogar)
- Empieza a organizar ese lugar. Esfuérzate por limpiar minuciosamente cada rincón de esa zona. Cuantas más zonas abortes y más a fondo limpies, más animado te sentirás.
Ora por tu limpieza interior
Si sientes paz y claridad en tu vida, pídele al Señor que limpie tu casa, podría haber emociones negativas que necesitan ser liberadas, tal vez algunos sentimientos negativos como el orgullo, el rencor y la envidia.
Mientras menos de estas emociones y tendencias dañinas carguemos, ¡podremos sentir mejor Su presencia! Imagina que todo tu interior se ordena.
¡Siéntete bien!
Cuanto más libre estemos de estas cargas, más podrá trabajar el espíritu a través de nosotros. Limpia tu alma, cambia de paradigma y conviértete en un transmisor de luz y felicidad.
Fuente: Meridian Magazine