En ocasiones, tenemos días en los que quisiéramos simplemente dejarlo todo atrás y empezar de cero.
Nuestros desafíos y tribulaciones se sienten interminables, y justo cuando empezamos a salir de lo que parece ser una peligrosa tormenta, viene otra prueba que nos regresa al lugar donde empezamos.
Sería muy fácil darnos por vencidos.
Para esos momentos, me imagino lo que el Salvador nos diría a cada uno de nosotros, la manera en que nos sostendría.
Algo muy personal y lleno de misericordia.
Tal vez en una carta sencilla, pero llena de palabras y sentimientos que verdaderamente necesitamos, una que podríamos leer cada vez que nos sintamos desanimados.
La carta de Jesús para ti
Mi querida ovejita, mi rebañito,
Sé que hay muchas cosas que ahora estás atravesando.
Sé que has tenido momentos difíciles y que has llorado, suplicado y clamado por paz y tranquilidad.
Sé que sientes que estás a punto de rendirte y que tus energías se están agotando.
Pero hay algo que quiero que sepas.
Tus oraciones están llegando a los cielos. No estás atravesando este momento por tu cuenta.
Quiero que realmente sepas que Yo estoy ahí, a tu lado.
A cada paso, a cada instante.
Aunque no lo parezca, en aquellos momentos donde estás a punto de flaquear, soy Yo quien te susurra al oído: “Sigue adelante, no te rindas, cosas mejores vendrán”.
En el silencio de la noche, cuando piensas que nadie te ve, estoy ahí buscando consolarte, tratando de secar tus lágrimas, dándote ánimos y esperanza de que las bendiciones que esperas sucederán.
En los momentos más oscuros y desalentadores, estoy aún más pendiente de ti.
Comprendo el dolor que llevas en tu corazón y es por eso que quiero ser tu refugio, el lugar al que puedes acudir en busca de alivio y consuelo.
Deseo que siempre recuerdes que estoy a tu lado, no te he abandonado. Sostengo tu mano y cargo tu pesar.
Mi amor por ti es incondicional y lo único que te pido es que me permitas ser tu fortaleza cuando sientas que ya no puede soportar más el peso de tu dolor.
Confía en mí, en que llevaré tus cargas y te daré la paz que tanto anhelas.
Este tiempo de aflicción no durará para siempre. Por cada periodo de sequía, habrá días de lluvia; por cada lágrima, habrá una sonrisa.
Así que sigue adelante, los cielos te están animando. No te detengas, lo estás haciendo muy bien.
Sólo quiero decirte que me siento muy orgulloso de ti, de lo que estás logrando.
Créeme, conozco a la perfección lo mucho que te estás esforzando y no es en vano. No te rindas, yo estaré contigo, te acompañaré y te guiaré.
Seré tu luz en medio de las tinieblas, seré tu puerto seguro en medio de la tormenta.
Seré los brazos donde podrás encontrar descanso, seré quien luche contigo por alejar al enemigo. Seré tu Salvador y tu Protector.
Dame tus preocupaciones, me encargaré de ellas. Dame tu esperanza, me encargaré de hacerla florecer.
Nunca te defraudaré y siempre estaré cuando me necesites. Que mi paz y mi amor inunden tu corazón y te fortalezcan en este tiempo de necesidad.
Te amo mi preciada ovejita, mi rebañito,
Con amor y consuelo,
Jesucristo.