Dentro de la Iglesia de Jesucristo siempre hemos escuchado la usual frase: “Para los varones, la misión es un mandamiento”.
Entonces, ¿quiere decir que es obligatorio que los hombres jóvenes salgan a una misión?
¿Realmente la Iglesia de Jesucristo y sus líderes exigen que cada joven Santo de los Últimos Días obligatoriamente deba servir una misión incluso si es que no lo desea?
Estas son preguntas que seguramente muchos se han hecho. Lo bueno es que la Iglesia ya ha dejado en claro su respuesta hace muchos años.
Para tener una mejor comprensión sobre la responsabilidad de la obra misional en el sacerdocio, el presidente Thomas S. Monson expresó:
“Afirmamos que la obra misional es un deber del sacerdocio, y alentamos a todos los hombres jóvenes que sean dignos y que son física y mentalmente competentes, a que respondan al llamado de servir”.
Si analizamos minuciosamente las palabras del presidente Monson, dos son de suma importancia: afirmamos y alentamos.
La Iglesia y el evangelio se basan en el orden y la verdad, pero también en el albedrío.
El presidente Monson afirmó que “todos” los hombres jóvenes deben responder a este llamado a servir.
Asimismo, la palabra “alentar” deja implícita la libertad que cada joven tiene para tomar dicha decisión.
En un memorable discurso del presidente Spencer W. Kimball, respondió esta gran pregunta:
“¿Es obligatorio el programa misional? Por supuesto que no. A cada varón se le ha dado el albedrío”.
Notemos la importancia del albedrío en esta cita.
Ahora, continuemos con la otra pregunta, que probablemente sea la más importante:
“¿Todo hombre joven debería servir una misión? La respuesta de la Iglesia es “sí”, y la respuesta del Señor es “sí”.
Ampliando esta respuesta, decimos: “Ciertamente, cada varón de la Iglesia debería servir en una misión, al igual que debería pagar su diezmo, asistir a sus reuniones, mantener su vida limpia y libre de la fealdad del mundo, y procurar tener un matrimonio celestial en el templo del Señor”.
Si bien [los hombres] no están obligados a hacer ninguna de estas cosas, deberían hacerlas por su propio bien”.
Lo cierto es que a nadie se le obliga a cumplir con ninguna de estas responsabilidades o con ninguno de los mandamientos del Señor.
Servir una misión es una decisión personal, una que se toma por fe y trae muchas bendiciones.
Finalmente, la letra de un himno de la Iglesia no solo explica la naturaleza divina y misericordiosa de Dios, sino también la importancia que le ha dado a este don tan preciado: el albedrío.
“Ten presente que toda alma es libre de elegir su vida y lo que será.
Porque esta verdad eterna nos es dada, que Dios no obligará a nadie a ir al cielo.
Él llamará, persuadirá, guiará correctamente, y bendecirá con sabiduría, amor y luz.
De formas innumerables, será bueno y bondadoso, pero nunca forzará la mente humana”.
Lo “obligatorio” no se registra en el lenguaje del evangelio. Todo en ello es una decisión personal.