Difícilmente verás alguna estructura, imagen o símbolo en la Iglesia de Jesucristo que esté relacionado con la cruz donde el Salvador falleció.
Muchos podrían pensar que los Santos de los Últimos Días menosprecian este sagrado símbolo, pero no es así.
Gran parte de las Escrituras, discursos, e incluso el mismo Jesús, hacen referencia a la crucifixión más que a Su sufrimiento en el Getsemaní.
Por ello, resolvamos este gran malentendido, y resaltemos aquel sagrado e impactante momento en la historia de la humanidad, en la que Cristo mismo hizo posible la remisión de nuestros pecados.
1. ¿Qué dicen las Escrituras y los líderes de la Iglesia sobre el lugar donde Jesucristo sufrió por nuestros pecados?
Al principio del Libro de Mormón, Nefi testifica que Cristo fue “levantado sobre la cruz y muerto por los pecados del mundo” (1 Nefi 11:33). Cuando Jesucristo se apareció a los Nefitas, Él declara:
“Mi Padre me envió para que fuese levantado sobre la cruz… para que así también los hombres sean levantados por el Padre”. (3 Nefi 27:14)
Eso, sin embargo, no significa que el sufrimiento de Jesucristo en el Getsemaní no es importante, sino que también podemos aprender de ello al enfocarnos más en el Calvario.
Las Escrituras y los líderes de la Iglesia han enseñado varias veces que el Padre Celestial y Jesucristo manifestaron Su amor por nosotros mediante el sacrificio del Salvador.
Pablo declaró:
“Mas Dios demuestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:8)
Asimismo, la crucifixión demuestra el amor personal de Cristo por cada uno de nosotros. Jesucristo enseñó que “nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
Algunas personas excluyen Su crucifixión porque desean enfocarse únicamente en el “Cristo Viviente”.
Nosotros también creemos en el “Cristo Viviente”, pero también creemos que Cristo manifestó Su amor por nosotros en la cruz.
Al tener un mejor entendimiento de la muerte del Salvador, incrementará el amor que sintamos de Él, y podremos compartirlo con otros.
2. ¿Por qué no usamos la cruz?
El presidente Gordon B. Hinckley dijo en 1975 que no usamos la cruz, “porque adoramos al Cristo viviente”. Si bien esto es verdad, hay ciertos aspectos que se deben considerar.
Primero, desde una perspectiva histórica, cuando José Smith organizó la Iglesia en 1830, las iglesias protestantes no utilizaban la cruz en su arquitectura y, por otro lado, las iglesias católicas eran escasas.
Por lo tanto, José no creía que era malo usar la cruz, solo que no era parte de la cultura de los Santos de los Últimos Días.
El uso de la cruz se volvió común en las iglesias cristianas de América entre 1840 y 1870, periodo en el cual la Iglesia de Jesucristo estaba limitada a Utah.
Incluso en 1916, el presidente de la Iglesia, Heber J. Grant, aprobó que se colocara una cruz en el Ensign Peak. Aunque posteriormente este proyecto no se realizó, el hecho de que el profeta lo aprobara indica que se veía al símbolo de manera positiva y no era algo tabú.
3. ¿Está mal ver imágenes de la crucifixión de Cristo?
Algo sorprendente, es que los antiguos profetas y Jesucristo mismo mandaron contemplar esta escena.
Mormón le dijo a su hijo Moroni:
“Sus padecimientos y muerte…reposen en tu mente para siempre”. (Moroni 9:25)
De igual manera, Jacob escribió:
“Por tanto, quisiera Dios que persuadiéramos a todos los hombres… [a que] creyeran en Cristo y contemplaran su muerte, y sufrieran su cruz”. (Jacob 1:8)
En nuestros días, el Cristo viviente nos ha invitado personalmente a fijar nuestra mira en las marcas de Su crucifixión (Doctrina y Convenios 6:36-37). Al incrementar nuestro entendimiento sobre el sacrificio de Jesucristo, nos acercaremos más a Él.
Su crucifixión, el regalo del Gólgota de nuestro Redentor, que Él definió como Su mayor acto de amor, es uno que podemos atesorar en nuestros corazones y puede profundizar aún más nuestra relación con Él.
Fuente: LDS Living