“Los accidentes ocurren, no los planificamos, simplemente suceden. No planificaba ser atacado por leones, solo sucedió y ahora voy a seguir adelante”.
Estas fueron las palabras del élder Paul Richard Oakey, un joven de 20 años que estuvo sirviendo en la Misión Ciudad de Guatemala Sur como misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días durante 19 meses, hasta julio de 2011.
El élder Oakey y un grupo de misioneros decidieron visitar un zoológico en el pequeño pueblo de Esquipulas el 11 de julio de 2011, un día que cambiaría la vida del élder Oakey.
Aquel 11 de julio, los jóvenes misioneros visitaron algunos de los lugares turísticos de la ciudad en la que servían, incluido el zoológico local.
Un trágico e inesperado accidente
El élder Oakey, deseando tomar una foto de un mejor ángulo, escaló una pared de cemento, justo afuera de la parte trasera de la jaula de 2 leones. Cuando se dio cuenta, el joven misionero miró hacia abajo y vio cómo un león venía por la esquina muy rápido.
Apenas tuvo tiempo para reaccionar cuando el león le agarró de la pantorrilla derecha. El misionero relató:
“Alcé la mirada y vi a todos, de ahí solo grité pidiendo ayuda. Puse mi brazo en la jaula para quitar las garras que atrapaban mi pantorrilla, pero un segundo león me agarró el brazo y me quedé atrapado en la cerca.
Quedé inmovilizado. Tenía un león en mi pantorrilla y un león en mi brazo, solo podía mirar como jugaban con mi brazo”.
El misionero golpeó a uno de los leones en la cabeza repetidamente, pero no funcionó; entonces, intentó picarle los ojos.
Para ayudarlo, otro joven misionero empujó con un palo la mandíbula del león mientras que un cuidador del zoológico disparó al aire.
Uno de los leones soltó el brazo del élder Oakey.
Cuando el otro león soltó la pantorrilla del misionero en un intento por morder su muslo, el élder Oakey cayó, pero sus compañeros estuvieron ahí para sostenerlo.
Rápidamente fue llevado de emergencia a un hospital local que estaba a 6 horas de distancia.
Su recuperación
El joven misionero se mantuvo consciente durante el camino, hasta que llegó al hospital y se desmayó por la pérdida extrema de sangre. Casi el 60% de su sangre fue drenada a causa de las lesiones.
Afortunadamente, un cirujano vascular estaba en el hospital y pudo transferirle la sangre que necesitaba casi de inmediato. Cada uno de los misioneros que lo acompañaron se organizaron para donar sangre.
El élder Oakey pasó 4 días en el hospital y luego fue llevado a Utah para ser internado en Intermountain Medical Center en Murray. En total pasó 38 días en el hospital y recibió fisioterapia cada 2 días.
Su brazo tenía la posibilidad de salvarse, pero no podría movilizarlo por el resto de su vida. Con esto en mente, el misionero decidió que se lo amputaran y usar una prótesis en el futuro.
Una nueva oportunidad
En sus palabras, el joven de 20 años expresó:
“Quiero tener algo que pueda usar. No quiero tener mi brozo en un cabestrillo el resto de mi vida solo para decir que tengo uno.
Después de haber pasado por un trágico accidente, ahora tengo una nueva oportunidad en la vida”.
Ahora, él espera compartir su esperanza con otras personas que hayan pasado por grandes desafíos, ayudándolas a ver el lado positivo en sus vidas de la misma manera en que él lo hizo.
Eso es lo que lo ha ayudado a superar la trágica experiencia que vivió y lo que lo impulsar a seguir adelante.
Fuente: Deseret News