ROMA (Italia) – Caminando por las calles del sur de Italia y Sicilia, el joven nigeriano ve a diario a cientos de refugiados que han huído de sus tierras natales – en su mayoría de África u Oriente Medio – y que escapan de persecuciones religiosas, devastación económica, limpieza étnica o condiciones de vida insostenibles.
A sus 25 años y luciendo una camisa de vestir blanca, pantalones y una corbata, él tiene un propósito.
Los refugiados que él ve – de todas las edades – pueden no tener mucho más que las ropas que llevan puestas y están en busca de trabajo, comida, estabilidad o lo que el mañana pueda ofrecerles.
Lo que el joven no ve es su lugar entre ellos, aunque pudiera.
Debido a que hace menos de cinco años, Bolaji Oyebanji Adepoju – en ese momento un recién converso a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días – sobrevivió a un tiroteo en su casa en Nigeria por parte de extremistas musulmanes, sobreviviendo solo a causa de su rápida huida por el techo.
Y debido a que hace menos de dos años, Adepoju – uno de los 200 refugiados subidos en una embarcación que salía de Libia y se dirigía a cualquier parte de Europa, fue sacado del mar por la guardia costera italiana, escapando del destino de sus dos hermanos en algún otro lugar en el barco no pudieron.
Habiendo sido un refugiado él mismo, ahora él es un misionero mormón sirviendo en un país que se ha convertido en un punto de llegada para refugiados que huyen, no por propia elección de Italia, sino por las realidades geográficas.
“Ya no pienso en mí”, dijo el Élder Adepoju en una reciente entrevista con Deseret News. “Yo pienso y siento por ellos. Siento por las personas que dejaron todo lo que tenían y vinieron a este lugar con nada más que su vida”.
Su propia vida era todo lo que tenía el día de su rescate – 15 de agosto de 2015.
Esta es su historia – como se contó en el Deseret News, junto con su narración en un video de siete minutos, tal y como se publicó en la versión italiana de la sala de prensa de la Iglesia SUD.
Sus comienzos
Bolaji creció en el norte de Nigeria, su padre era musulmán y su madre era cristiana.
Debido a la violencia y la persecución de los extremistas musulmanes dirigida a los que no compartían su misma fe, su madre fue obligada a abandonar la zona y sus padres con el tiempo se divorciaron cuando Bolaji tenía siete años.
“Mamá tuvo que irse”, dijo. “Ella era uno de los objetivos.”
Bolaji no profesó ni la fe de su padre o madre. “Yo sabía que existía Dios, pero yo no creía en los caminos musulmanes, ni en los caminos cristianos. Yo no creía en esas maneras.”
Sin embargo, iba de una iglesia a otra y a otra, siempre buscando. Pero nunca se quedó con una, diciendo que no “se sentía relajado.”
En 2012, dejó el norte de Nigeria por la parte sur del país, para mayor estabilidad, escolaridad y trabajo. Después de algún tiempo en su nueva área, fue abordado en la calle por un hombre que nunca había visto antes, quien le preguntó: “¿Por qué no vas a la iglesia?”
“¿Te conozco?”, Preguntó Bolaji.
– No me conoces – respondió, parando un taxi, dándole una dirección al conductor y alentando de nuevo a Bolaji a ir a la iglesia.
“Sacudí la mano de la persona y le di las gracias, y tomé el taxi”.
Llegó a una capilla de los SUD, mirando por las ventanas. Más tarde asistió a las reuniones dominicales de la iglesia a invitación del presidente de rama, quien también sugirió que se reuniera con los misioneros mormones.
“Todo fue tan bueno, tan espiritual”, dijo Bolaji de su asistencia a las reuniones de los SUD y el aprendizaje de la fe SUD. – “Sentí paz, y me sentí reconfortado por primera vez en mi vida.”
Dos meses después, a la edad de 22 años, Bolaji fue bautizado y confirmado miembro de la Iglesia SUD.
“Me bauticé ese mismo año (2012), ese fue el mejor para mí. Me siento bien, me siento libre.”
No mucho después, en diciembre de 2012, regresó al norte de Nigeria para vivir y trabajar. “La crisis del norte se había calmado”, dijo.
O eso pensó él.
“Los tiroteos estaban sacudiendo el techo”
Viviendo cerca de la ciudad de Potiskum, Bolaji no pudo encontrar una rama SUD local para asistir, pero siguió leyendo El Libro de Mormón por su cuenta.
Un buen amigo de hacía años – sus padres habían sido amigos – se le acercó un día y le advirtió sobre lo que estaba leyendo. “Me dijo: ‘Ese libro no es una Biblia’ y que debería dejar de leerlo”, dijo Bolaji, quien continuó leyendo el libro de escritura SUD, aunque con más cautela, a menudo en, o debajo de un árbol.
“Una noche, oí que tocaban a la puerta, en la reja. Escuché a alguien llamándome por mi nombre – mi nombre musulmán – y que debería salir a ver. Estaba tan asustado. Me metí a la casa”, dijo, recordando cómo se arrastró por el espacio bajo el techo.
“Este grupo de personas llegó al recinto donde vivía. Ellos sabían que mi padre era musulmán y que yo soy cristiano. Eso es un tabú.
“Hacía tanto calor allí”, continuó. “Escuché un montón de disparos por horas. No dormí. Estaba tan asustado. Los disparos estaban sacudiendo el techo. Había disparos por todas partes. Todo el mundo corrió para salvar sus vidas.”
Cuando llegó la calma de la mañana y mucho después de que el tiroteo se hubo detenido, Bolaji se dejó caer dentro de la casa, donde había vivido con dos amigos de la escuela, ambos cristianos.
Estaba asombrado y aturdido por lo que vio: – “Había sangre en el piso, había sangre en el suelo, yo estaba como … – dijo, ahogado por la emoción de contar la experiencia varios años después y dificultándosele respirar. “Había sangre en el mostrador. Era como si yo ya hubiese muerto.
Una señora lo llamó desde un pueblo vecino con un mensaje – “que ellos se habían llevado a mi padre y que lo habían matado.”
Sus dos hermanos lo contactaron, y él también estaba en contacto con su madre. “Sentí que debía huir y nunca volver a esa ciudad. Así que huí.”
De allí, Bolaji se dirigió más al norte, primero al vecino Níger durante un año con un hermano antes de dirigirse a Libia a principios de 2014, trabajando en la ciudad centro occidental de Sebha. Él realizó una variedad de trabajos después de huir de Nigeria – por un tiempo como maquinista de torno, otras veces trabajando en hoteles y cocinas.
Entonces un hermano lo llamó para decirle “nos estamos yendo – hay un barco que está rescatando gente.”
“Simplemente nos empujaron”
Finalmente, él y dos hermanos se dirigieron a la capital de Trípoli, en la costa noroeste de Libia en el Mar Mediterráneo. Su plan: cruzar el mar para encontrar refugio en Europa.
Bolaji recuerda el lugar de encuentro en Trípoli, donde unas 200 personas estaban abarrotadas en una habitación cerrada antes de partir. Cuando llegó el momento de cargar el barco, avanzó para unirse a sus dos hermanos ya ubicados en la parte posterior.
Uno de los libios que dirigía la operación ordenó a Bolaji ir al frente, amenazando con graves consecuencias si no cumplía.
“El hombre de Libia, el del barco, dijo que debía sentarme en la parte delantera del barco. Yo le dije: “No, quiero sentarme con mis hermanos – mis hermanos están aquí, estamos sentados juntos.” Él dijo que no, que debería sentarme en el frente. Y mis hermanos dijeron que si no me sentaba en el frente, él simplemente podía dispararme; si no me sentaba, podía matarme; que yo debía hacer lo que él me diga”.
Incluso para un joven del interior de Nigeria, el paseo en bote parecía condenado desde el principio.
“No había capitanes, no había brújula – ellos simplemente nos empujaron al mar” dijo. Ni había comida ni agua para los pasajeros, y el mar estaba turbulento y “rugiente”, recordó, añadiendo que los tablones del barco “parecían que iban a romperse, que estaban a la deriva”.
Continuó: “Nunca he experimentado ese tipo de cosas en mi vida. La gente estaba orando simplemente para morir en el bote.”
“Bolaji también oraba, orando para sobrevivir.”
“Me comuniqué con Dios en ese barco, le hablé con mi corazón.” “Yo dije: ‘Dios, si me ayudas, si sobrevivo aquí, si pongo el pie en tierra seca, te voy a servir.’”
El barco nunca llegó a tierra seca. Pero Bolaji sí lo hizo.
El 15 de agosto de 2015, fue rescatado en el mar por el Cuerpo de Capitanías de Puerto, la guardia costera italiana, ese día de fiesta nacional en Italia y una fecha que nunca olvidará.”
“Cuando el rescate llegó, el rescate italiano vino, estuve buscando a mis hermanos. Empecé a llamarlos por sus nombres, empecé a llamarlos por sus nombres …” dijo, su voz iba apagándose.
“Murieron.”
Se encontró con un conocido que también había sido un pasajero. “El me dijo lo que pasó en el bote y cómo trató de ayudar a mis hermanos.”
El bote había empezado a hundirse desde el extremo trasero, donde estaba el motor y donde habían estado sus hermanos.
“Así que todas las personas en ese (extremo) se hundieron en el agua. Yo no sabía nada – yo estaba en el frente. No sabía qué estaba pasando en la parte de atrás.”
“Sin armas, sin matanza”
Bolaji fue hospitalizado, primero en la enfermería del buque de rescate y más tarde en tierra en el área de Salerno / Sorrento, al suroeste de Italia.
Finalmente, fue trasladado de un hospital al Hotel Villa Angelina para una estancia más larga, recibiendo comida y ropa. Se contactó nuevamente con la iglesia y la comunidad, viviendo y trabajando en la región suroeste de Italia entre Nápoles y Salerno.
“Me tomó mucho tiempo”, dijo, añadiendo “sentí que todavía estaba bajo el agua.”
Desde entonces ha sido llamado como misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, sirviendo en la Misión Italia, Roma.
Alrededor de la mitad de su llamamiento de dos años, el Élder Adepoju estaba trabajando en su área de proselitismo asignada en Palermo, en la costa norte de Sicilia, cuando fue contactado por el Deseret News.
Muchos miembros de la rama de SUD en Palermo son refugiados, él mismo huyó de Nigeria.
Dice el Élder Adepoju: “Siento paz, sólo por estar vivo, donde hay calma, sin armas, sin matanza; sólo viendo a la gente feliz. Cuando salgo a ayudar a la gente y les ayudo a hacer cambios en sus vidas, eso me hace feliz.”
Su familia ahora consiste en un hermano en Ghana y su madre y una hermana, ambas en Nigeria. Cuando piensa en las maldades e infortunios que afligen a su familia y la ausencia de seres queridos, “Lloro – siento un ardor”, dijo.
Pero él anhela – iniciar su propia familia un día, y la esperanza de reunirse con sus hermanos y padres en la otra vida.
“Creo que voy a verlos de nuevo”, dijo. “Hice un convenio con Dios. Y por eso estoy vivo. No soy perfecto, pero él me mantuvo con vida.”
Un nigeriano habla sobre la fe, supervivencia al sufrimiento
De la versión italiana de la sala de prensa de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Bolaji Adepoju – hablando en inglés, con subtítulos en italiano (y posteriormente traducido al español) – relata su conversión, su supervivencia a un ataque por parte de extremistas musulmanes y al ser rescatado en el mar frente a las costas de Italia de un barco lleno de refugiados.
Escrito originalmente por Scott Taylor para Deseret News