Algo muy preocupante está sucediendo en la sociedad actual. Mientras que los hombres de Dios, los buenos, se esfuerzan arduamente para dar lo mejor de sí mismos, algunos aspectos está envenenando la percepción masculina debido a los malos ejemplo de sus contrapartes.
En la famosa y taquillera película de Barbie (2023), los hombres son claramente inferiores a Barbie y otros personajes femeninos; ese es el punto central de la mentalidad de “solo Ken”, es un accesorio, nada más.
Si bien la película termina con un mensaje sobre el potencial de cada uno, es de gran necesidad que los hombres puedan entender quienes realmente son.
¿Qué perspectiva tenemos de los buenos hombres?
Al parecer, en la actualidad solo son presentados de dos formas: o son maestros del universo, o simples bufones, algo de qué burlarse y pasar por encima.
El élder D. Todd Christofferson, un importante líder de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, abordó este problema en su discurso:
“Hay demasiadas películas de Hollywood, series de televisión y de cable e incluso avisos comerciales que representan al hombre como incompetente, inmaduro o egocéntrico; esa degradación cultural del hombre está causando un efecto dañino”.
¿El hombre de la Iglesia es “solo Ken”?
Si bien películas como Barbie se esfuerzan de buena voluntad por fortalecer la voz de las mujeres y la feminidad, a menudo se hace a expensas y diversión de los hombres.
Pero, ¿por qué es esto tan importante para los Santos de los Últimos Días? Porque cada vez más se están tratando a los hombres de la Iglesia como “solo Ken”.
Cada vez el estereotipo de que los hombres no tienen una naturaleza servicial y caritativa se vuelve más fuerte. La creencia de que los hombres no son tan espirituales y que por ello necesitan una mujer que los inspire es básicamente casi una doctrina. Y la lista sigue y sigue.
La solución
No debemos olvidar que los hombres son creados a imagen y semejanza de Dios como criaturas divinas con gran potencial para llegar a ser como el Redentor.
Esto no se trata de enorgullecer al hombre o de apoyar roles estereotípicos que impidan el yugo igualitario con Cristo, sino que se trata de curar.
Todos hemos sido heridos por los engaños retorcidos de Satanás sobre el concepto que tenemos del hombre y la mujer, pero comprender nuestra naturaleza y potencial divino mediante Jesucristo es uno de los mejores antídotos para los males de este mundo.
Cuando un hombre sabe quién es y lo que realmente significa ser como Cristo, no será arrogante, abusivo ni orgulloso; tampoco será tonto, desesperado o incrédulo como se retrató al Ken de Ryan Gosling.
Si un hombre sabe quién es y comprende su potencial divino, será gentil, manso, valiente, caritativo y lleno de visión de lo que puede ser y lo que puede hacer por el reino de Dios. Todo con el ojo de la fe.
¿Todos tenemos esa visión?
¿Vemos al hombre así y trabajamos para ayudarlos a que se sientan amados y apoyados?
El mundo abate y menosprecia cada vez más a los hombres, por eso es la responsabilidad de todo Santo de los Últimos Días el cambiar esa percepción y tratar con compasión a los hombres y mujeres que están dispuestos a caminar por el sendero del convenio.
Asimismo, el élder Christofferson continuó enseñando:
“Debemos ser hombres en los que la mujer pueda confiar, en los que los niños puedan confiar y en los que Dios pueda confiar… no podemos permitirnos tener jóvenes adultos que no tengan un rumbo en la vida, que no piensen seriamente en formar una familia y hacer una verdadera contribución a este mundo; no podemos permitirnos tener esposos y padres que no brinden un liderazgo espiritual en el hogar; no podemos permitir que los que ejercen el Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios desperdicien su fortaleza en la pornografía o pasen su vida en el ciberespacio”.
Vivimos en el mundo real. La oposición que enfrentamos es real. Sin embargo, podemos escuchar el llamado de la hermana Linda K. Burton:
“Como mujeres y hombres que guardan convenios, debemos animarnos unos a otros y ayudarnos a convertirnos en las personas que el Señor quiere que seamos”.
Cuando lo hagamos, nuestra realidad se volverá más gloriosa de lo que cualquier Barbielandia puede ofrecer.
Fuente: LDS Daily