Después del sensible fallecimiento de hermana Kathleen Johnson Eyring, esposa del presidente Henry B. Eyring, él dedicó unas tiernas y consoladoras palabras.
A través de sus redes sociales, casi dos semanas después de la partida de su amada compañera, el presidente Eyring declaró:
“Me siento humilde y agradecido por cada uno de ustedes que han ofrecido oraciones, compartido recuerdos y prestado servicio a mí y a mi familia en los días transcurridos desde que nuestra querida Kathleen pasó al otro lado del velo.
Cuánto agradezco por su amor y sus oraciones. Verdaderamente, están entre aquellos ‘dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y consolar a los que necesitan consuelo’ (Mosíah 18:9).
Espero que aquellos de ustedes que han perdido a una esposa, madre y abuela comprendan las intensas emociones que hemos sentido en los últimos días. A pesar de los momentos de tristeza, no puedo evitar sentir también esperanza por el futuro. Sabemos que esta separación es temporal. ‘Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados’ (1 Corintios 15:22).
Kathleen deja con nosotros un legado de amor semejante al de Cristo que ayudará a moldear las eternidades de innumerables amigos, familiares y vecinos.
Estoy eternamente agradecido por el plan de felicidad de nuestro Padre Celestial y por el sacrificio expiatorio de nuestro Salvador que nos da a cada uno de nosotros la magnífica oportunidad de vivir con nuestras familias por la eternidad. Sé que volveré a ver a mi hermosa esposa”.