El conocimiento previo del amor y el poder de Dios

por primera vez vi un ave

Cada día, Dios hace milagros en nuestras vidas. Si somos observadores, podremos reconocer Su poder, omnisciencia y amor por nosotros. Echa un vistazo a estas tres historias de unos contribuyentes anónimos.

La cubeta oxidada con agua de lluvia

cubeta oxidada

“Antes que te formase en el vientre, te conocí ”. (Jeremías 1:5)

Mi madre era una mujer de una fe excepcional. Ella tenía la costumbre de no dejar que pasara un día sin orar a Dios pidiendo su cuidado y protección.

Cuando yo era un niño pequeño y vivíamos en Monroe, Louisiana, mi madre soñó que estaba conduciendo a lo largo de una carretera rural y mi hermana y yo estábamos jugando en el asiento trasero del carro. De repente, durante el camino, mi madre miró por el espejo retrovisor y vió humo y llamas saliendo de la parte trasera del carro.

Rápidamente, detuvo el carro al lado de la carretera, salió apresuradamente y empezó a buscar algo para apagar las llamas. En un barranco lejano, vió una cubeta oxidada y la llenó con agua de lluvia. Corrió de nuevo hacia el carro y vació la cubeta de agua en el fuego. ¡Qué sueño tan extraño!, pensó mi madre cuando despertó.

A la mañana siguiente, mi madre nos puso en el carro a mi hermana y a mí para un viaje de 96 kilómetros para asistir a la reunión sacramental. A la mitad del viaje, en un camino poco frecuentado, mi madre se sobresaltó al ver llamas y humo saliendo de la parte trasera del carro. Mi hermana y yo estábamos asustados, pero debido al sueño de mi madre, supimos qué hacer. Llegando a un lado de la carretera, mi madre estacionó el carro, corrió hasta un barranco lejano, y encontró una cubeta oxidada con agua de lluvia y apagó el fuego. Luego, después de recuperar su aliento y ofrecer una simple oración de gratitud, mi madre se acomodó de nuevo en el carro y nos dirigimos hacia la iglesia.

Por primera vez, vi un ave

por primera vez vi un ave

“(…) para Dios todo es posible”. (Mateo 19:26)

Yo nací con una visión parcial que no es corregible, pero nunca he dejado que mi discapacidad me impida disfrutar la vida. Estoy casado y tengo 6 hermosos hijos; adquirí una educación universitaria y he participado en muchos eventos que otros pensaban que era imposible. Sin embargo, siempre quise poder tener una mejor visión para ver lo que otros pueden ver y así disfrutar más plenamente del mundo. He imaginado cómo eso cambiaría mi vida y lo increíble que sería.

Una de las creaciones de Dios que más se me ha dificultado disfrutar plenamente son las bellas aves en la naturaleza. Las he visto en televisión, películas y libros, pero que visto muy poco de su belleza en la vida real. Puedo percibir sus figuras moviéndose en los cables, o moviéndose de un árbol a otro contra el cielo brillante, pero las veo como pequeños objetos negros contra un telón de un fondo brillante. Escucho su hermosa música, pero no puedo ver su color y su gracia. Para mí son sólo objetos negros, que se mueven rápido a través de un cielo brillante.

En una ocasión, nuestra familia tuvo la oportunidad de ir al Parque Nacional Rainier, durante la época de otoño. Las hojas se estaban cayendo, el aire era fresco y limpio, el sol era brillante y el parque estaba prácticamente vacío. Cuando nos detuvimos para descansar, mi esposa llevó a nuestros hijos al baño y yo me senté en un banquillo. Una vez más, escuché el sonido de aquello que no puedo ver: las aves cantando en los altos pinos. Miré hacia arriba y vi pequeños objetos negros moviéndose de un árbol a otro. Deseando poder ver su belleza, rogué a Dios: “Por favor, sana mi visión y permíteme ver estas gloriosas creaciones”.

Lo que pasó después fue un milagro. Mientras decía las palabras de mi oración, una hermosa ave se posó en mi mano directamente en frente de mi cara. A tan sólo 15 centímetros de distancia, exactamente donde mi visión era mejor. ¡Por primera vez en mi vida pude ver un ave! Ella me miró y yo la miré. Dió una vuelta en mi mano y pude disfrutar completamente de su encanto. Continué mi oración y le di gracias a Dios por esta oportunidad,  y a medida que hice eso muchas aves de todas las variedades aterrizaron en mi mesa.

 

Entonces oré para que yo pudiera compartir esa experiencia con mi familia. Cuando ellos regresaron, vieron lo que estaba pasando y se sentaron cuidadosamente junto a la mesa. Las aves no se asustaron y siguieron allí. Todos jugamos con ellas hasta que llegó la hora de irnos. Agradezco a Dios por haber escuchado mi oración y dejarme experimentar ese derramamiento de su amor y poder.

Sin alimento en la casa

sin alimento en casa

“Dios es amor” (1 Juan 4:8)

En un momento financiero particularmente difícil, busqué a Dios para que me ayudara. Supongo que yo soy como aquellos que oran con más sentimiento durante tiempos de mucha necesidad.  Recuerdo que me sentí avergonzada por no haber puesto más esfuerzo en mi relación con Dios cuando el dinero era abundante. Sin embargo, creyendo que mi oración podría ayudarme, me levanté una mañana y rogué por ayuda.

La respuesta llegó de una forma extraña. Un pensamiento llegó a mi mente, tu amigo Paul no tiene comida en su casa. Ve y llévale un poco de dinero”.

“Pero yo tengo muy poco”, dije en voz alta. Luego, teniendo en cuenta que me encontraba orando a Dios, pregunté, “¿cuánto dinero?”.

“Cien dólares”

Me llené de ansiedad. ¡Cien dólares era todo lo que yo tenía en el banco! Busqué muchas maneras para pensar que todo había sido producto de mi imaginación. Oré otra vez pero sólo sentí silencio. En la quietud percibí un mensaje que parecía decir: ¿Confiarás en mí o no?

Paul era un buen hombre que había perdido su empleo y estaba enfrentándose a una bancarrota. Ningún esfuerzo había sido capaz de detener la rápida disminución de sus activos y de sus reservas.

Me vestí, fui al banco, retiré los cien dólares y me dirigí a la casa de Paul. Cuando le entregué el dinero en las manos, él no pudo contener las lágrimas y dijo: “Mi esposa y yo nos quedamos sin comida anoche, hemos estado despiertos desde las 4 de la mañana orando por un milagro”.

Todo se puso en su lugar para que yo pudiera sostener a mi familia. Pero ningún milagro fue tan grande como el que ocurrió dentro de mí cuando descubrí que Dios ama verdaderamente a Sus hijos y a veces hace uso de otras personas para probarlo.

 

Este artículo fue escrito originalmente por Larry Barkdull y publicado en ldsmag.com con el título: “The Foreknowledge, Power and Love of God”

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