Cuando LaVell Edwards asumió el rol de entrenador de fútbol americano en Brigham Young University en 1972, muchos debatían y rechazaban la idea de que los jugadores se tomaran dos años para servir una misión de tiempo completo para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Mel Olson, Kent Oborn y otros fueron uno de los primeros jugadores de BYU que a finales de los 60 decidieron dejar de lado el fútbol por dos años y servir como misioneros.
“Cuando hablé con LaVell sobre la idea de servir una misión después de mi segundo año [en la universidad] me dijo: ‘Opino que si un joven puede jugar al fútbol antes de irse a la misión, puede jugar cuando regrese’”, compartió Olson.
Lance Reynolds, quien jugó con Edwards en las temporadas de 1972–73 y 1976–77 y luego sirvió como entrenador asistente en BYU durante 31 temporadas, fue uno de varios jugadores que eligieron servir una misión en los primeros años de la era de Edwards.
De su experiencia, Reynolds comentó:
“No hay duda de que toda la idea de servir una misión cambió radicalmente en ese momento. Lo irónico es que después de que mi grupo de chicos se fuera a servir en la primavera de 1974, la Universidad Brigham Young (BYU) ganó el campeonato de ese otoño.
Los muchachos se fueron y sirvieron antes que nosotros, regresaron y demostraron que podían jugar. Creo que ayudó a solidificar en la mente de muchos jugadores que se podía servir y retornar y tener éxito porque en aquellos días nadie realmente creía que fuera posible”.
Según Olson, Edwards abordó la idea del servicio misional desde una perspectiva diferente:
“LaVell fue como un obispo en el campus, por lo que siempre fue alguien que apoyó el servicio misional. Desde un inicio, él tomó la decisión de acoger a los chicos que deseaban servir una misión, no iba a pelear contra ese tema.
El programa misional terminó siendo una de sus fortalezas. Creo que casi dos tercios de los jugadores del equipo campeón nacional de 1984 eran misioneros retornados”.
Fuente: LDS Living