¿Estás a punto de embarcarte en una de las experiencias más transformadoras de tu vida? Servir una misión de tiempo completo es una oportunidad única para acercarte a Dios, compartir tu fe y marcar una diferencia en el mundo.
Si bien has escuchado muchos consejos de amigos y familiares, aquí te traemos una guía completa para que te prepares de la mejor manera para esta increíble aventura.
No se trata de memorizar el Antiguo Testamento o aprender tres idiomas en un abrir y cerrar de ojos, la misión va mucho más allá, se trata de algo significativo.
1. El CCM es un lugar maravilloso, pero puedes convertirte en misionero antes de ingresar a este lugar
En el CCM (el Centro de Capacitación Misional) estudiamos y nos divertimos mucho. La comida es buena, los maestros son atentos y podemos hacer amigos de diferentes partes del mundo.
Además, las Autoridades Generales de la Iglesia visitan con frecuencia el CCM, y sentimos un espíritu vibrante y sagrado que confirma que la obra es verdadera.
Algunos misioneros tienen dificultades en el CCM. Teniendo esto en cuenta, el élder David A. Bednar dio el siguiente consejo:
“Cuando entren en el CCM es natural que extrañen a su familia, y muchos aspectos de su horario diario serán nuevos y difíciles, pero para el joven que se haya preparado bien para llegar a ser misionero, la adaptación básica a los rigores de la obra misional y de ese estilo de vida no le parecerán abrumadores, agobiantes ni inoportunos.
Es por eso por lo que uno de los elementos clave al elevar el nivel de preparación consiste en esforzarse para llegar a ser misioneros antes de ir a la misión”.
Convertirse en misionero significa comprender y vivir elevados estándares de rectitud e invitar a las personas a conocer al Salvador.
2. La misión es una oportunidad para consagrar tu tiempo y talentos, y puedes empezar a hacerlo ahora mismo
No necesitas esperar a llevar una placa negra para comenzar a consagrar tu vida al Señor. El élder Bednar enseñó:
“Obviamente, el proceso de llegar a ser misioneros no exige que un jovencito lleve camisa blanca y corbata a la escuela todos los días o que siga las reglas misionales en lo que concierne a la hora de acostarse y levantarse, a pesar de que la mayoría de los padres apoyaría esa idea. Pero pueden incrementar su deseo de servir a Dios (véase D. y C. 4:3), y pueden empezar a pensar como piensan los misioneros, a leer lo que leen los misioneros, a orar como oran los misioneros y a sentir lo que sienten los misioneros.
Pueden evitar las influencias mundanas que hacen que el Espíritu Santo se aleje, y pueden aumentar su confianza al reconocer los susurros espirituales y responder a ellos. Línea por línea, y precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí, ustedes pueden gradualmente llegar a ser los misioneros que desean ser y los misioneros que el Salvador espera”.
3. Dios espera que uses tu rectitud, tus dones y tu testimonio antes y durante la misión
El presidente M. Russell Ballard declaró:
“Necesitamos misioneros vibrantes, inteligentes y fervientes que sepan escuchar y responder a los susurros del Santo Espíritu. Éste no es el momento para los alfeñiques espirituales; no podemos enviarles a una misión para que se reactiven, se reformen o para que obtengan un testimonio; simplemente no tenemos tiempo para eso. Queremos que estén llenos de ‘fe, esperanza, caridad y amor, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios’ (D. y C. 4:5)”.
Luego, el élder Ballard sugirió “cosas sencillas” que los jóvenes que se están preparando pueden hacer, como:
- Establecer una relación de ferviente oración con nuestro Padre Celestial.
- Santificar el día de reposo.
- Trabajar y poner parte de sus ganancias en una cuenta de ahorros.
- Pagar un diezmo íntegro y honrado.
- Limitar la cantidad de tiempo que dediquen a jugar juegos en la computadora.
- Estudiar las escrituras.
- Servir al prójimo.
4. Amarás más al Salvador y a las personas que encuentres en la misión, y ellas serán una bendición en tu vida
Tu presidente de misión y su esposa, tus compañeros, los miembros de la Iglesia, los investigadores y todas las personas que encuentres durante los 18 o 24 meses que sirvas serán una bendición en toda tu vida, especialmente si te esfuerzas al máximo por ayudarlos a acercarse a Cristo.
Si tienes ese deseo, y si ese es tu mayor deseo, recibirás dones espirituales sagrados que serán recursos importantes para usar durante tu misión. También conocerás mejor al Salvador Jesucristo y al Padre Celestial, y los amarás más intensamente.
Puedes comenzar ahora a orar por las personas que encontrarás en tu misión y buscar desarrollar mayor caridad. La oración, el estudio diario de las escrituras, asistir a la Iglesia, ir al Templo, participar de Seminario e Instituto, son acciones que contribuirán en tu preparación para servir.
Finalmente, recuerda las palabras del élder David A. Bednar:
“La obra misional es una manifestación de nuestra identidad y de nuestro patrimonio espirituales. Fuimos preordenados en la existencia preterrenal y nacimos para cumplir el convenio y la promesa que Dios le hizo a Abraham. Nos encontramos sobre la tierra en este tiempo para magnificar el sacerdocio y para predicar el Evangelio. Eso es quienes somos, y eso es por lo que estamos aquí, hoy y siempre”.
Naciste con la perspectiva de ser un misionero o una misionera y representar a Jesucristo. Por lo tanto, nunca estarás por tu cuenta y siempre puedes contar con tus líderes, compañeros, el Espíritu Santo y, principalmente, con el Salvador. Él será tu compañero constante durante toda tu misión.
*Imagen de portada: Spenser Heaps, Deseret News, Deseret News
Fuente: maisfe.org
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