Tres jóvenes Santos de los Últimos Días están conquistando el mundo del frisbee.
Eva Hayes, de 17 años, Breesen Hoehne, de 18 años, y Sam Nichols, de 18 años, están representando con orgullo a los Estados Unidos en el Campeonato Mundial Juvenil de Ultimate Frisbee que se realizara actualmente en Birmingham, Inglaterra.
El ultimate frisbee es un deporte dinámico que se juega con un disco volador. Se juega en un campo similar a un campo de fútbol más estrecho, y el objetivo es anotar atrapando el disco en la zona de anotación del equipo contrario.
Este prestigioso torneo, que se realiza cada dos años, reúne a los mejores jugadores de ultimate frisbee menores de 20 años.
La emoción y la expectativa eran palpables cuando Eva, Breesen y Sam compartieron sus experiencias con Church News desde la puerta de embarque del aeropuerto de Atlanta antes de partir hacia Inglaterra.
“Ahora sí lo estoy asimilando”, compartió Eva, describiendo la sensación surrealista de finalmente abordar el avión con su boleto en mano.
Breesen se hizo eco del sentimiento y expresó la inmensa satisfacción de llegar a esta etapa después de meses de entrenamiento dedicado.
El viaje a Birmingham comenzó hace nueve meses cuando Sam logró entrar al equipo masculino, mientras que Eva y Breesen fueron seleccionadas para el equipo femenino.
Los tres han estado perfeccionando sus habilidades para el ultimate frisbee durante varios años. Cabe destacar que el médico del equipo, el Dr. Jared Anderson, también es miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Un aspecto que particularmente resuena con Sam es la naturaleza autoarbitrada del deporte.
“La integridad es algo muy importante. El espíritu del juego es una parte importante de [este deporte]”, explicó.
Para Sam, la experiencia con el Equipo de EE. UU. ha profundizado su fe. Salir de su zona de confort a través del entrenamiento, los viajes y el conocer gente nueva lo ha equipado para los desafíos que enfrentará durante su próximo servicio misional.
Por otro lado, Eva y Breesen, se encontraron compartiendo una habitación durante la última semana de entrenamiento en Atlanta. Breesen describió esto como una “tierna misericordia”, una bendición disfrazada.
“Pudimos encontrarnos y vivir nuestra fe juntas… Fue una bendición enorme. Nos sentíamos agradecidas de competir en este alto nivel y permanecer arraigadas en nuestra fe”, compartió Breesen
Tanto Eva como Breesen expresaron una inmensa gratitud por su viaje.
“No estaríamos aquí sin Dios. Él nos ha guiado hasta donde estamos hoy”, afirmó Eva.
Breesen se hizo eco de este sentimiento, reconociendo el papel de Jesucristo y Dios en su éxito.
Al reflexionar sobre las innumerables horas de práctica, ejercicios y trabajo duro que los llevaron a este momento, los jóvenes expresaron la inmensa recompensa que les ha traído.
Eva anima a todos, sin importar su capacidad atlética, a que prueben el ultimate frisbee.
“Es súper divertido y atractivo. El ultimate frisbee me ha traído muchos recuerdos con mi familia”.
Estos jóvenes Santos de los Últimos Días no solo son atletas excepcionales, sino también ejemplos que pueden inspirar a muchos con su dedicación, fe y trabajo arduo.
Fuente: Church News
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