Decir NO también puede traer felicidad a tu familia

En la década de 1980, el término “establecer límites” no se empleaba de la misma manera que hoy, pero básicamente el mismo concepto se describía como “asertividad”. Cuanto más ingenioso es el nombre, más conversación parece generar. 

Hoy en día, muchos ven estos “límites” como algo esencial en una relación saludable e incluso como algo sincero. Un viejo refrán dice que “mas vale prevenir que lamentar”. Está bien. Pero, ¿quieres un vecino o una pareja?

El término “límites” fue popularizado en 1992 por el Dr. Henry Cloud, quien lo definió como una “línea que establece el fin de algo”, lo que establece lo que es tuyo y quién es responsable de ello, incluyendo tu vida.

hombre escuchando problemas

Cuanto más ingeniosa es la etiqueta, más conversación parece generar. Imagen: Canva

Según Cloud, establecer y defender tus límites impide que otros te controlen. Sin embargo, el término se ha extendido en nuestra cultura. Por ejemplo, un amigo una vez me dijo durante una discusión política: 

“¡Estás pasando mis límites!”

Pero como afirma el Dr. Cloud, “la verdadera intimidad solo se construye con la libertad de estar en desacuerdo”,  ya que solo así puedes conocer realmente a alguien.

El término “límites” se ha vuelto popular entre coaches de vida y terapeutas, pero a menudo se malinterpreta como una forma de manipular a otros en lugar de controlar nuestras vidas. Un límite real es comunicar cómo te protegerás si alguien te molesta, como decir:

“Si me gritas, me iré por dos horas”. 

amigos caminando

Un límite real es comunicar cómo te protegerás si alguien te molesta, como decir: Imagen: Canva

Sin embargo, el concepto se usa erróneamente con frecuencia.

El Dr. John Gottman, un renombrado investigador, una vez compartió cómo su terapeuta tomaba su lado en cada tema, alentándolo a establecer límites con su esposa, Julie. Al salir, John se dio cuenta de que no quería una relación basada en límites. 

Mi objeción a la idea actual de “establecer límites” en el matrimonio es que convierte a una persona en héroe y a la otra en villano. Aunque empoderador para quien los establece, imponer límites puede ser condescendiente y crear distancia en lugar de intimidad en la relación.

tenderse las manos

Mi objeción a la idea actual de “establecer límites” en el matrimonio es que convierte a una persona en héroe y a la otra en villano. Imagen: Canva

En algunos casos, es necesario establecer límites, especialmente si tu cónyuge cae en un comportamiento abusivo, para protegerte y dejar claro que no tolerarás maltratos. 

Sin embargo, los límites no deberían ser la herramienta principal para abordar desacuerdos comunes en el matrimonio. 

Por ejemplo, si dos padres tienen estilos de crianza diferentes, establecer límites sobre cómo el otro debe interactuar con los hijos puede ser contraproducente, a menos que la seguridad del niño esté en riesgo.

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Sin embargo, los límites no deberían ser la herramienta principal para manejar desacuerdos comunes en el matrimonio. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

En lugar de “establecer límites”, recomiendo “establecer acuerdos” cuando sea posible. Los límites suelen implicar una lucha de poder, priorizando el espacio personal sobre la intimidad y la seguridad sobre la vulnerabilidad. 

Por el contrario, los acuerdos son soluciones negociadas entre iguales, enfocadas en la comprensión mutua y en encontrar principios compartidos sin imponer unilateralmente. 

Al buscar pareja, es mejor encontrar a alguien con quien puedas colaborar, no de quien debas protegerte. 

En lugar de ver cada desacuerdo como una “alerta” practiquen la verdadera intimidad, probando si pueden negociar y llegar a acuerdos saludables.

amigos saltando

Al buscar pareja, es mejor encontrar a alguien con quien puedas colaborar, no de quien debas protegerte. Imagen: Canva

Un estudio en el Journal of Legal Studies mostró que el cumplimiento de acuerdos negociados es de aproximadamente 80%, mientras que el cumplimiento de órdenes judiciales es de 60%. 

La diferencia radica en que preferimos actuar por nuestra propia voluntad en lugar de ser forzados (2 Nefi 2:26). En un acuerdo, ejercemos nuestra agencia, mientras que una imposición genera resistencia.

Aunque este estudio se refiere a adversarios, el mismo principio aplica en relaciones amorosas: es más probable que cumplas una regla que acordaste voluntariamente que una impuesta sin tu consentimiento. Negociar y llegar a acuerdos es preferible a imponer límites. 

Fuente: Meridian Magazine

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