En una reciente publicación en redes sociales, el presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, compartió una reflexión profunda sobre un tema que toca las fibras de muchas personas de fe: el equilibrio entre la ley y el amor.
Presidente Dallin H. Oaks. Imagen: Screenshot de Youtube
“Como Santos de los Últimos Días, no todos, pero muchos de nosotros, tendemos a insistir en ‘la ley’ y lo hacemos sin amor”, expresó el presidente Oaks. Estas palabras resonaron con fuerza en aquellos que, en su esfuerzo por ser obedientes a las leyes de Dios, a veces se olvidan del mandamiento central del Evangelio: el amor.
Amor en medio de la adversidad
El presidente Oaks compartió una experiencia que es muy común en nuestra sociedad: recibir cartas de personas devastadas por las decisiones de sus seres queridos. La pregunta que surge, “¿Qué debemos hacer?”, refleja la angustia de aquellos que desean ayudar a sus familiares sin saber cómo. La respuesta que él ofrece es simple, pero profunda:
“Lo primero que siempre sugiero es que sigan amándolos”.
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Este consejo pone en perspectiva la importancia del amor en nuestras interacciones con los demás, especialmente en los momentos más difíciles. El amor no implica renunciar a las leyes de Dios ni a los principios que valoramos, sino que es la manera en la que podemos ofrecer apoyo y comprensión, tal como lo haría el Salvador Jesucristo.
La relación entre el amor de Dios y Sus leyes
El presidente Oaks explicó que el amor de Dios no sustituye Sus leyes ni Sus mandamientos. Ambos están profundamente interconectados. Las leyes de Dios guían nuestro comportamiento y nos conducen hacia la felicidad eterna, mientras que Su amor nos motiva y fortalece en nuestro camino de obediencia. En palabras del presidente Oaks:
“El efecto de estos no disminuye el propósito ni el efecto de Su amor”.
El Salvador mismo subrayó esta conexión cuando mandó a Sus seguidores: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Juan 13:34). Este mandamiento es el sello distintivo de Sus discípulos, aquellos que reflejan Su amor en sus vidas diarias.
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Pero Jesús también dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15), recordándonos que el verdadero amor se manifiesta en nuestra disposición a seguir Su camino.
Justicia, misericordia y el plan de salvación
El Evangelio de Jesucristo es un equilibrio perfecto entre justicia y misericordia. El presidente Oaks recordó a los Santos que el sacrificio expiatorio del Salvador fue realizado “para apaciguar las demandas de la justicia, para que Dios sea un Dios perfecto, justo y misericordioso también” (Alma 42:15). Este equilibrio es la esencia del plan de salvación.
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
El amor de Dios es incondicional y eterno, pero Su amor no elimina la necesidad de obedecer Sus mandamientos. Es precisamente por Su amor que Él nos ha dado leyes que nos conducen a la felicidad. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a amar a los demás con ese mismo amor divino, mientras nos esforzamos por vivir de acuerdo con los principios que Él ha establecido.
Un llamado a amar con firmeza y compasión
El mensaje del presidente Oaks es un recordatorio poderoso de que el amor y la ley no son opuestos, sino complementarios. En nuestro esfuerzo por ser fieles a los principios del Evangelio, no debemos olvidar el mandamiento central de amar a los demás como Cristo nos ha amado. Este amor, lleno de compasión y paciencia, es lo que nos permitirá ser verdaderos discípulos del Salvador y guiar a otros hacia Su luz.
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Que podamos encontrar la sabiduría para seguir amando, incluso cuando las circunstancias sean difíciles, y que recordemos siempre que el amor de Dios y Sus leyes trabajan juntos para llevarnos de regreso a Su presencia.
