Nota del editor: Me encanta compartir historias como estas con ustedes. A continuación, les presento la experiencia de Héctor Flores, un hondureño y amigo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Su testimonio de su recorrido por el templo en San Pedro Sula me conmovió profundamente.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha abierto temporalmente las puertas de su Templo de San Pedro Sula, un lugar sagrado y maravilla arquitectónica que ha llamado la atención de todos aquellos que lo han visitado. Héctor Flores, quien fue invitado a recorrer este majestuoso edificio, nos comparte sus impresiones.
Desde el exterior, el templo impresiona con sus exuberantes jardines, colores vibrantes y un sistema de iluminación perfectamente diseñado. Sin embargo, lo más impactante sucede al cruzar la puerta.
“Lo inexplicable sucede después de la puerta”, cuenta Héctor en su cuenta de Facebook.
Los interiores son una mezcla de arte cristiano, elementos culturales hondureños y la paz que emana de cada espacio. Desde los vitrales hasta los detalles que evocan símbolos como la Chacana y el Templo Maya de Copán, Héctor quedó impresionado con cómo todo parecía estar cuidadosamente planeado para inspirar y elevar.
Héctor también nos habla de cómo esta visita al templo lo conectó con recuerdos de su juventud en Tocoa, cuando los misioneros de la Iglesia de Jesucristo visitaban su hogar y compartían con su familia.
“Me hizo recordar aquellos años de mi juventud… los misioneros compartiendo la alegría de la vida con mi familia”, relata con nostalgia.
Pero el momento más profundo, según Héctor, ocurrió en su interior. En medio de la belleza y la perfección arquitectónica, algo cambió dentro de él.
“Dejas que te toque la presencia divina… todo en el templo se transforma en una herramienta para trabajar el alma”, afirma. Al entrar en el Salón Celestial, sintió una paz indescriptible, una sensación de conexión con algo mucho más grande.
El recorrido no solo fue una experiencia estética para Héctor; fue una invitación a reflexionar sobre la familia, la vida y la eternidad. Acompañado por misioneros, Héctor pudo apreciar el templo como un lugar para conectar con lo divino y con sus raíces.
“Gracias por esta bonita experiencia”, concluye Héctor, recordándonos que aún antes de ser dedicado, este templo es un lugar que toca los corazones de quienes tienen la bendición de visitarlo.
El Templo de San Pedro Sula estará abierto al público hasta el 28 de septiembre de 2024. Si tienes la oportunidad, no dejes pasar la ocasión de recorrer este espacio único.