A pesar de un intenso huracán, este templo resiste y abrirá sus puertas al público

A pesar de los devastadores efectos del huracán, hay una noticia alentadora: todos los misioneros de la Iglesia de Jesucristo están a salvo.

El huracán Helene, con vientos devastadores de hasta 140 millas por hora (aproximadamente a 225 kilómetros por hora) golpeó la región de Big Bend en el Panhandle de Florida el 26 de septiembre de 2024. Esta tormenta fue la más fuerte que ha afectado el área en décadas y la más mortal que ha golpeado Estados Unidos desde el huracán Katrina en 2005. 

Huracán-Helene

Más de 100 personas han perdido la vida, y los esfuerzos de recuperación continúan mientras las comunidades enfrentan el impacto de las lluvias torrenciales y las inundaciones.

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A pesar de los devastadores efectos del huracán, hay una noticia alentadora: todos los misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días están a salvo. La Iglesia ha confirmado que ninguno de ellos ha sufrido daños, lo cual es un alivio para sus familias y seres queridos. 

Además, el templo de Tallahassee, Florida, situado muy cerca de donde Helene tocó tierra, no sufrió daños. La jornada pública de puertas abiertas del templo sigue programada para comenzar el 4 de noviembre.

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Mientras las comunidades lidian con la destrucción, la Iglesia ha movilizado rápidamente centros de mando de socorro en Florida, Georgia y las Carolinas. Se están enviando camiones con agua, alimentos, kits de higiene y otros suministros esenciales a las áreas más afectadas. 

El élder Quinn Millington, Setenta de Área y jefe del Comité de Respuesta a Desastres del Área Sureste de Norteamérica, destacó la magnitud de la tarea por delante: 

“Estamos acostumbrados a las tormentas en el sur, pero los daños que hemos visto son más grandes de lo que esperábamos. Sin embargo, la resiliencia de estas comunidades es asombrosa, y sabemos que juntos saldremos adelante”.

La ayuda no se detendrá pronto. En las próximas semanas, miles de voluntarios de la Iglesia acudirán a estas comunidades, listos para limpiar casas inundadas, remover escombros, cortar árboles caídos y reparar techos. 

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“Seguimos dependiendo de las congregaciones locales para amar y servir como lo hizo el Salvador”, comentó el élder Craig C. Christensen, presidente del área sureste de América del Norte de la Iglesia. “Esas camisetas amarillas que llevamos no solo son un símbolo de ayuda, sino de esperanza para quienes más la necesitan”.

Si deseas apoyar estos esfuerzos, puedes visitar JustServe.org para encontrar oportunidades de servicio cerca de ti o considerar hacer una donación a los esfuerzos humanitarios de la Iglesia.

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Aunque los efectos de Helene han sido devastadores, la promesa de la ayuda comunitaria y la seguridad de los misioneros y del templo brindan un rayo de esperanza en medio de la tormenta.

Fuente: newsroom.churchofjesuschrist.org

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