Cómo esta mujer víctima de secuestro infantil halló esperanza en Cristo

Ore Lou es una mujer acostumbrada a eventos repentinos. Sin embargo, a pesar de muchas experiencias complicadas, como el haber sido secuestrada de su hogar adoptivo cuando era niña, probablemente uno de los acontecimientos más significativos de su vida ha sido unirse a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Así lo compartió recientemente en un documental llamado “White Nanny, Black Child”, ahora disponible en Netflix de Reino Unido. Sobre el cual conversó con Morgan Pearson en el podcast All In, donde enfatizó su testimonio de Jesucristo.

Encontrar una familia adoptiva

ore lou

Su complicado y conmovedora historia, hecha documental por Netflix, ha recibido un premio BAFTA. Imagen: Apple TV

De pequeña, Ore fue una de los 70,000 niños de África occidental que fueron colocados extraoficialmente en hogares de acogida de familias británicas blancas. Sus padres nigerianos habían emigrado recientemente a Inglaterra en busca de oportunidades educativas y necesitaban encontrar una guardería para su hija recién nacida.

“Allá en África, existe una red familiar; la familia extensa es una parte importante de la vida de los africanos”, explica Ore.

“Al llegar a Inglaterra, perdieron esa red… Y entonces, lo que decidieron hacer como pueblo… fue encontrar familias británicas que estuvieran dispuestas a acoger a sus hijos cuando eran bebés, para cuidarlos mientras ellos estudiaban y trabajaban al mismo tiempo”.

En aquella época, era una práctica común fotografiar a bebés de África occidental e incluir sus imágenes en anuncios locales para familias de acogida.

“Era casi como si fuéramos una mercancía puesta a la venta […] Aunque la intención de nuestros padres era encontrar una guardería adecuada para nosotros, por lo que su intención era noble, seguíamos siendo una propiedad que se anunciaba en los periódicos”.

Esta práctica de acogida no regulada , conocida como “farming”, no requirió de asistencia social ni de verificación gubernamental. Pero, afortunadamente, Ore dice que “una familia maravillosa” respondió al anuncio de sus padres.

Ore vivió con sus padres adoptivos —un hombre escocés y una mujer inglesa que no podían tener hijos propios— hasta un fatídico día en el que tenía casi siete años.

Choque cultural

Ore recuerda con emotividad los años en los que compartió con su familia adoptiva. Imagen: Apple TV.

Después de que Ore se uniera a su familia adoptiva, Victoria, su madre biológica, se mantuvo en contacto con ella y la visitaba cada dos semanas. Ore la conocía como “tía Vicky”.

Una Navidad, Victoria invitó a la madre adoptiva de Ore a venir a Londres para un evento navideño y llevar a Ore con ella.

“Fue en ese momento cuando mi madre biológica me secuestró”, dice Ore. “Ella quería recuperarme y no creía que mis padres adoptivos estuvieran dispuestos a entregarme después de haberme tenido como hijo durante siete años”, comenta.

“Ella no era la persona que yo reconocía como mi madre, así que ser separada de mi madre y mi padre [de acogida] fue bastante traumático para mí”.

Además de este shock, Victoria llevó a Ore a Nigeria dos semanas después. Ore tuvo que lidiar con el cambio durante mucho tiempo, ya que no conocía a nadie allí y no podía hablar el idioma común.

“Tenía acento y eso me hacía destacar”, dice. “Y eso me llevó a que me insultaran y me avergonzaran por mi cuerpo. Así que crecí en este entorno siendo menospreciada constantemente, siendo insultada, sin sentirme parte de nada”.

“Y fue extraño, porque era una niña de color que vive en un país africano, rodeado de gente de mi mismo color, pero aun así me sentía sola y como una minoría”.

Ore recuerda haber luchado con su autoestima, orando a Dios y pidiéndole que la convirtiera en otra persona.

Si bien ahora reconoce que haber vivido una experiencia africana tuvo muchas cosas positivas, anhelaba un sentimiento de sanación y pertenencia.

Conociendo a Cristo

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Jesucristo en el Getsemaní sufrió el dolor más inexplicable que ningún ser mortal ha vivido. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Ore regresó a Inglaterra cuando tenía 18 años. Dos años después, los misioneros Santos de los Últimos Días llamaron a su puerta.

Unos meses antes, había comenzado a buscar una iglesia a la que asistir. Si bien permitió que los misioneros le enseñaran regularmente, no se sintió preparada para aceptar una invitación a asistir a la iglesia hasta unos diez meses después.

Ore revela que un factor importante en su decisión de asistir a la iglesia fue un compañerismo específico que la ayudó a sentir la verdad de su mensaje.

“Me hace creer firmemente que algunos misioneros son enviados a buscar a ciertas personas, o que algunos de nosotros en este mundo, en la existencia [premortal], dijimos: ‘Prometo ir a buscarte’”, dice Ore. “Recuerdo que me enseñaron el plan de salvación, y algo de eso me impactó mucho”.

Dos años después de unirse a la Iglesia, Ore sirvió en una misión en el norte de Inglaterra.

De regreso a casa

Ore pudo encontrar consuelo en Cristo, permitiendo amar tanto a sus padres biológicos como adoptivos. Imagen: Facebook

A sus 20 años, antes de servir en una misión, Ore se reunió con sus padres adoptivos.

Para evitar que Ore se pusiera en contacto con ella, Victoria le dijo que su familia de acogida se había mudado. Pero Ore estaba decidida a encontrarlos, por lo que decidió visitar la casa donde creció y pedirles a los residentes actuales una dirección de reenvío.

Para su sorpresa, cuando llamó a la puerta, su padre adoptivo le abrió. Inmediatamente reconoció a Ore y dijo su nombre.

“Fue muy abrumador para mí. Lloré todo el camino de regreso a Londres en el tren. No pude evitarlo. Sollocé en público todo el camino de regreso a casa, porque estaba muy emocionada. Y desde entonces, volvimos a estar juntos como una familia”.

Aunque sus padres adoptivos nunca fueron religiosos, respetaron la fe de Ore y apoyaron su decisión de pertenecer a la Iglesia.

De víctima a vencedora

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Gracias al amor de nuestro Salvador, todas nuestras heridas podrán ser sanadas. Imagen: Pinterest

La comprensión que tiene Ore del evangelio la ha ayudado a encontrar paz con el dolor que experimentó cuando era niña y a sentir una mayor empatía por sus padres.

“Mi madre fue una víctima de todo esto; las circunstancias… hicieron que [ella y mi padre] me abandonaran. Mis padres adoptivos fueron víctimas de las circunstancias. Fue una pena que un niño tuviera que salir lastimado porque, desafortunadamente, yo fui la más lastimada que todos ello”.

El Padre Celestial quiso que este fuera mi viaje. Y eso es lo que me gustaría transmitir a cualquiera que esté escuchando: la vida puede ser desafiante y… a las personas buenas les pasan cosas malas”, reflexiona.

“Pero realmente creo que nuestro Padre Celestial está ahí en la historia porque Él ve el futuro. Él sabe más de lo que todos sabemos. Y para que podamos lograr Sus propósitos, necesitamos ser santificados de alguna manera… Y, por lo tanto, estos desafíos y pruebas son parte del proceso de santificación”.

En referencia a 2 Nefi 2:25, su pasaje favorito de las Escrituras, Ore dice: “No nacimos simplemente para existir o sobrevivir. Nacimos para prosperar. Nacimos para crecer, para llegar a ser más como Cristo y más como Dios”.

Fuente: LDS Living

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