A raíz del devastador Ciclón Gabrielle, las comunidades de toda Nueva Zelanda han estado trabajando incansablemente para reconstruir sus viviendas.
Una de esas comunidades es Wairoa, donde el impacto del ciclón fue particularmente severo.
Un faro de esperanza
Entre los afectados se encontraba Aunty Wai, cuya casa quedó inhabitable por las inundaciones. Sin embargo, su historia es una de resiliencia y esperanza.
Gracias a los esfuerzos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Aunty Wai y otras familias han recibido una nueva oportunidad para salir adelante.
El 18 de octubre de 2023, Aunty Wai se sintió llena de alegría al caminar por su casa recién reconstruida, una de las cinco que la Iglesia está reconstruyendo.
Este hito marcó un paso significativo para la comunidad, ofreciendo un símbolo tangible de esperanza y recuperación.
Un esfuerzo colaborativo
El proyecto de reconstrucción es un testimonio del poder de la comunidad y la fe. Líderes locales, miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y voluntarios dedicados se han unido para brindar el apoyo y la asistencia necesarios.
El alcalde de Wairoa, Craig Little, expresó su gratitud por los esfuerzos de la Iglesia, diciendo:
“Realmente han dado el ejemplo. Sus congregaciones en todo el país y en todo el mundo hacen que esto suceda. Creo que son increíbles”.
Un legado de caridad y servicio
El élder John R. Higgins, Setenta de Área de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, enfatizó el compromiso de la Iglesia de servir a los demás.
“La razón por la que hacemos esto es por nuestro amor a Jesucristo y Su evangelio. Cada domingo recordamos el sacrificio que Él hizo por nosotros.
Al salir de la capilla, somos un poco mejores y más bondadosos. Sentimos que al servir a nuestro prójimo estamos sirviendo a Dios, y eso es lo que nos lleva a estos momentos”.
Por su parte, Arama Puriri, gerente de Bienestar y Autosuficiencia de la Iglesia para el Área del Pacífico, expresó:
“Hemos podido realizar esta labor gracias a las generosas donaciones de los miembros de la Iglesia.
Nuestro Salvador, Jesucristo, es el ejemplo perfecto de ministrar a quienes están en necesidad. Es una bendición para todos nosotros ser parte de los esfuerzos humanitarios de la Iglesia, que cuidan a quienes lo necesitan”.
A medida que continúan los esfuerzos de reconstrucción, la historia de Aunty Wai y otras familias en Wairoa nos brindan esperanza de que las cosas pueden mejorar.
Asimismo, es un recordatorio del poder del servicio, la caridad y de la importancia de unirnos para apoyar a quienes lo necesitan.
Fuente: news-pacific.churchofjesuschrist.org