“¿Y para cuándo el novio?”, “Estamos esperando al sobrino” o incesantes comparaciones frustrantes.
Aunque para muchos la Navidad es una ocasión especial en la que te encuentras con tus parientes y refuerzas lazos familiares; en otros hogares, estas reuniones pueden generar tensión y resentimiento.
Ya sean conflictos no resueltos, opiniones diferentes o simplemente un malentendido, atravesar estos momentos puede resultar abrumador. Y alejar por completo no solo el espíritu festivo de la ocasión, sino también del Señor.
En ese sentido, como discípulos de Jesucristo estamos llamados a responder de maneras que reflejen Su amor y Su ejemplo no solo con quienes compartan nuestras creencias, sino con todos los que nos rodean.
Una misión que podría ser desafiante por las fuertes emociones e impulsos que se generan en estas reuniones, pero que podemos apaciguar honrando los principios básicos del Evangelio.
Porque, aunque parezcan repetitivos y simples, aplicados de manera especial hacia un propósito, pueden desarrollar el mayor milagro de la Navidad.
1. El poder de una sincera oración
Por más común que nos parezca, nunca deberíamos subestimar el poder de una oración hecha con un corazón y voluntad honestas.
Así que, antes de asistir a una reunión familiar, tómate un tiempo para orar específicamente por recibir el don de la caridad. ¿Por qué específicamente este atributo? El profeta Moroni nos enseñó:
“La caridad es sufrida y es benigna, y no tiene envidia, ni se envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no piensa el mal” (Moroni 7:45).
La caridad no es solo una emoción; es una manera de ver a los demás a través de los ojos del Padre Celestial. Es una elección de amar, de soportar y de brindar bondad incluso cuando no es fácil.
En lugar de centrarnos en lo que otros pueden estar haciendo mal o en cómo nos han herido, nos centramos en amarlos como Cristo nos ama. Esto no significa que ignoremos los problemas o aprobemos conductas dañinas, sino que abordamos las relaciones familiares tensas con un espíritu de comprensión y paciencia.
2. Regala… un cumplido
A medida que crecemos y afrontamos una avalancha de dolorosas experiencias, empezamos a valorar los pequeños detalles. Y entendemos que los regalos materiales no son tan significativos como los momentos.
No necesariamente tiene que ser un gran discurso de reconciliación o llamado a la unión. Una sonrisa auténtica, un abrazo generoso o unas pocas palabras de admiración verdaderamente son de gran impacto.
Si bien una sola reunión familiar puede no ser suficiente para reparar una ruptura de larga data; en lugar de centrarte en grandes gestos o soluciones instantáneas, pon tu atención en las pequeñas victorias.
Todo esfuerzo cuenta, incluso si parece mínimo. A veces, el mayor éxito es simplemente mantener la paz, independientemente de cómo se comporten los demás. Recuerda que el cambio suele llevar tiempo y que las semillas de sanación que plantas hoy pueden dar frutos en el futuro.
3. Tú eliges cómo reaccionar
Si bien no puedes controlar las acciones o actitudes de los demás, sí puedes controlar tus reacciones. En Proverbios 15:1, leemos:
“La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor”.
Concéntrate en cómo decides responder en situaciones tensas. Habla con amabilidad, escucha con sinceridad y establece límites si es necesario.
Es importante recordar que no es necesario que te involucres en todas las conversaciones. Un conflicto solo es posible si hay dos partes dispuestas a pelear. Al respecto, el presidente Thomas S. Monson, quien sirvió como profeta, instruyó sabiamente:
“Las palabras que usamos pueden elevar e inspirar o pueden herir o degradar”.
Si sientes que te estás enojando o frustrando, respira profundamente y haz una pausa antes de responder. Elige palabras que edifiquen en lugar de destruir. Al intentarlo, puedes ayudar a reducir la tensión y crear un entorno más pacífico.
4. Busca oportunidades para servir
Una de las mejores maneras de seguir el ejemplo de Cristo es centrarse en servir a los demás. Ya sea ayudando a preparar la comida, limpiando o dedicando tiempo a escuchar a alguien que se siente excluido, los actos de servicio pueden cambiar el ambiente y generar un espíritu de unidad.
Cuando el Espíritu de Dios se encuentra presente, hay menor margen para que el enemigo invada y destruya tu hogar.
El servicio nos ayuda a mirar más allá de nosotros mismos y de nuestras frustraciones, lo que nos permite conectarnos con los demás de maneras significativas. Ofrecer actos de bondad puede suavizar los sentimientos de ira y abrir la puerta a la reparación de relaciones familiares tensas.
La vida del Salvador se caracterizó por el servicio: ministró a los marginados, sanó a los enfermos y consoló a los oprimidos, demostrando que el servicio es una de las formas más elevadas de demostrar amor (y sin necesidad de pronunciar una palabra).
Incluso los pequeños actos de servicio pueden marcar una gran diferencia en el estado de ánimo general de una reunión.
Si bien las relaciones familiares no siempre son fáciles, y a veces pueden seguir siendo desafiantes pese a nuestros esfuerzos, dentro de nosotros mismos podremos hallar paz y sanación al saber que intentamos con sinceridad que reine la amistad.
Finalmente, recuerda que la celebración de la Navidad no se centra en ser la familia perfecta, sino en elegir seguir el ejemplo de Cristo y permitir que Su amor llene nuestros corazones, incluso entre las discusiones más tensas.
Fuente: LDS Daily
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@masfe.org Nadie merece pasar la Navidad alejado de su familia por pleitos personales. Aprendamos a perdonar, eso es lo que Jesús esperaría de nosotros en estas fechas 😢❤️🩹 #navidad #familia #problemas #cristianos #orgullo #navidadsolo #solo #reflexion #consejo #sud #masfe