En BYU, los estudiantes pueden retrasar su inscripción de 18 meses a dos años para servir una misión de tiempo completo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Como universidad privada y propiedad de la Iglesia, experiencias como estas no solo están permitidas, sino que también se fomentan.
Las bailarinas de la compañía “Ballet Theatre Studio” sintieron un nivel único de comprensión por parte de sus compañeros y profesores mientras trabajaban para recuperar su forma física después de regresar de sus misiones.

Los estudiantes pueden retrasar su inscripción de 18 meses a dos años para servir una misión de tiempo completo en La Iglesia de Jesucristo. Créditos: Adri Moon
Elizabeth Monson, quien llegó a casa de su misión el mismo día en que comenzó el semestre, agradeció a sus profesores por ayudarla a entrenar nuevamente después de 18 meses de haber dejado el ballet de lado.
“Definitivamente fue un acto de fe. Por eso me encanta estar en BYU, porque apoyan a los misioneros”.
Monson dijo que no cree que ninguna otra universidad o compañía de ballet le hubiera permitido ausentarse por 18 meses y luego volver a recibirla, ayudándola a recuperar su condición.
Durante su misión, Monson pudo enviar un video de audición durante un día de preparación (P-day). Casi inmediatamente después de regresar a casa, ya estaba de vuelta en el estudio practicando.
La preparación de cada una de las bailarinas

Los primeros días fueron un reto para ella. Créditos: Adri Moon
Los primeros días fueron un reto para ella. Sus profesoras, Hillary Wolfley y Brooke Storheim, la ayudaron en la transición.
“Hillary y Brooke son increíbles. Ellas me dijeron: ‘No te vamos a corregir ni a darte retroalimentación, solo enfócate en recuperar el ritmo, con estar aquí es suficiente’”.
Taya Sánchez, quien sirvió en Costa Rica, sintió un apoyo similar por parte de sus compañeras de ballet al regresar de su misión.
“Siento que somos un gran grupo de hermanas que nos cuidamos entre todas”.
Mencionó que le ayudó estar rodeada de otras exmisioneras dentro de la compañía, ya que podían entender el proceso de adaptación tras regresar a casa. Además explicó:
“Fue una sensación muy vulnerable, pero también reconfortante darme cuenta de que no era la única que no lograba colocar bien los brazos o que sentía los pies débiles. Podíamos compartir nuestras experiencias y decir: ‘Ok, no estoy sola en esto’”.

La espiritualidad en las clases de BYU, combinada con las experiencias de sus compañeras. Imagen: BYU Ballet, Instagram
Ella Brucker, miembro de la compañía de ballet, se está preparando para servir una misión. La espiritualidad en las clases de BYU, combinada con las experiencias de sus compañeras, ha sido de gran ayuda para ella.
“He podido conectar con ellas y hablar sobre sus misiones, cómo se prepararon y luego ver su ejemplo al regresar me inspira mucho”.
Grace Baker, quien sirvió en la Misión California San Diego, expresó que no cree que hubiera podido hacer lo que ha logrado en BYU en ninguna otra universidad. Dijo estar agradecida de poder diferir sus estudios para servir una misión, seguir practicando ballet y, al mismo tiempo, alcanzar sus metas profesionales como estudiante de ciencias del ejercicio.
“BYU es increíble. He podido hacer todo lo que quiero con mi carrera, mis objetivos profesionales y seguir bailando. Ese fue un factor clave para mí”.

Regresar a un arte que no había practicado en mucho tiempo fue un enorme reto. Imagen: Taya Sanches, Instagram
Muchas de las estudiantes de ballet describieron su pasión por esta forma de arte.
“No siempre soy buena con las palabras en el momento, pero en el escenario puedo ser yo misma. Siento que lo que soy en el interior brilla de la manera más pura”.
Sánchez compartió cómo esto la ayudó a cumplir una invitación de su presidente de misión:
“Mi presidente de misión siempre decía: ‘Cuando regreses a casa, encuentra los espacios donde siempre puedas conectar con Dios’, y siento que el ballet, especialmente al actuar, es un espacio donde puedo sintonizarme y conectar con Él”.
Monson reflexionó sobre su experiencia al dejar el ballet para servir una misión y el desafío que representó regresar a un arte que no había practicado en mucho tiempo:
“Fue superar muchas dudas y miedos. Pero, al final, fue la mejor decisión que he tomado, y sabía que Dios iba a consagrar el esfuerzo que puse, porque dejé muchas cosas atrás, pero Él magnificó eso y siento que lo sigue haciendo ahora que estoy de vuelta”.
Fuente:The Daily Universe
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