Para David y Charlene Ottley, servir en misiones ha sido más que una decisión; ha sido un estilo de vida. Durante los últimos 13 años, dedicaron su tiempo y esfuerzo a diferentes asignaciones en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, demostrando que el servicio misional no tiene edad.
Desde enseñar el evangelio en Inglaterra hasta preservar registros históricos en Dinamarca, su historia es un testimonio del impacto que los matrimonios mayores pueden tener en la obra misional.
Una vida de servicio

Su primera misión los llevó a Inglaterra, donde trabajaron apoyando a miembros y líderes. Créditos: Charlene Ottley
Desde que se casaron, los Ottley hablaron sobre su deseo de servir en una misión juntos. A medida que pasaron los años y su familia creció, ese sueño permaneció en sus corazones. Finalmente, cuando las circunstancias lo permitieron, comenzaron su travesía misional.
Su primera misión los llevó a Inglaterra, donde trabajaron apoyando a miembros y líderes. Después, viajaron a Dinamarca para preservar registros históricos. Más tarde, sirvieron en su comunidad en Washington, ayudando en la oficina de la misión y brindando apoyo a una rama de la isla Marshall
Su misión más reciente los llevó a la sede de la Iglesia en Salt Lake City, donde ayudaron a otros matrimonios a prepararse para el servicio misional. A lo largo de cada experiencia, han visto la mano del Señor guiándolos.

En cada asignación, han encontrado formas de usar sus talentos. Créditos: Charlene Ottley
Para Charlene, cada misión ha traído desafíos que la han fortalecido Además comentó:
“Siempre he sentido nervios al empezar, pero en cada misión he encontrado experiencias que me han ayudado a crecer”.
David, por su parte, destaca la oportunidad de estudiar las Escrituras en pareja y el tiempo de calidad que han compartido.
“El mundo deja de ser una distracción, y te enfocas en lo que realmente importa”.
En cada asignación, han encontrado formas de usar sus talentos. Mientras David se encargaba de las llamadas y la logística en la sede de la Iglesia, Charlene organizaba registros y datos. Han aprendido que el Señor puede usar sus habilidades para edificar Su obra.
Bendiciones para la familia

Su madre consideró regresar, pero Nancy insistió en que siguieran sirviendo. Créditos: Charlene Ottley
Servir en misiones ha requerido sacrificios, especialmente al estar lejos de sus nueve hijos, 27 nietos y 11 bisnietos. Sin embargo, han visto bendiciones en cada uno de ellos.
Una de sus hijas, Nancy, recuerda un momento difícil cuando sus padres estaban sirviendo en Londres. Después de varios abortos espontáneos, enfrentaba un embarazo complicado. Su madre consideró regresar, pero Nancy insistió en que siguieran sirviendo.
“Logré tener a mi hija y la llamé London como un recordatorio de lo importante que fue su misión”.
Hoy, su hija de 12 años comparte con orgullo la historia de su nombre, convirtiéndolo en una oportunidad para hablar del evangelio.

David resalta que muchas misiones nuevas necesitan la estabilidad y la experiencia de parejas. Créditos: Charlene Ottley
A lo largo de sus años como misioneros, los Ottley han visto la gran necesidad de matrimonios mayores en la obra. David resalta que muchas misiones nuevas necesitan la estabilidad y la experiencia de parejas que puedan guiar y fortalecer a los jóvenes misioneros.
Su testimonio es claro: servir en una misión trae crecimiento, felicidad y bendiciones tanto a los que sirven como a sus familias. Su historia es un recordatorio de que nunca es tarde para embarcarse en una nueva aventura de fe.
Fuente:Church News
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