Durante varias semanas entre mayo y junio, Kristin M. Yee, segunda consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, y Andrea Muñoz Spannaus, segunda consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, viajaron por distintas ciudades de Brasil para ministrar, enseñar y sentir el amor de Dios en formas pequeñas pero poderosas.

Imagen: Más de 1,700 jóvenes se reúnen antes de un devocional con la hermana Andrea Muñoz Spannaus en Fortaleza, Brasil. | Créditos: Andrea Muñoz Spannaus

Lo hicieron a través de devocionales, visitas a hogares, capacitaciones, reuniones con autoridades civiles y actividades humanitarias. Pero más allá de los programas, lo que realmente marcó su viaje fueron las personas.

Un regreso lleno de promesas eternas

La travesía comenzó en São Paulo, en el sagrado entorno del templo. Para la hermana Spannaus, fue más que especial: regresaba al lugar donde, de niña, fue sellada con su familia después de viajar desde Argentina. Allí también, junto a su esposo, el hermano Alin Spannaus, había hecho sus convenios sagrados antes de servir como misionero.

A veces nuestro Padre amoroso tiene sorpresas hermosas para nosotros”, compartió la hermana Spannaus conmovida, recordando cómo, en medio de la sesión, imaginó a sus padres haciendo convenios con el Señor.

“Mi corazón se llenó de amor, gratitud y reverencia”. – Hermana Spannaus

Caminos distintos, mismo propósito

Imagen: La hermana Kristin M. Yee posa con miembros de la Iglesia tras una reunión. | Créditos: Hermana Kristin M. Yee

Luego, las líderes tomaron caminos distintos dentro del país. La hermana Yee hacia el sur y la hermana Spannaus hacia el norte, cada una acompañada por Setentas de Área y sus esposas.

En cada ciudad, la hermana Yee se encontró con miembros, misioneros, líderes y personas que reciben ayuda de la Iglesia. En São Paulo, Santos, Florianópolis y Campo Grande —lugares donde se han anunciado templos— fue testigo de cómo Dios se manifiesta incluso en las interacciones más sencillas.

En uno de los devocionales, conoció a una joven artista de 26 años que enfrenta el cáncer, y a otra mujer con una enfermedad degenerativa que le regaló una canción. Ambas querían dar algo a los demás, a pesar de sus propias dificultades.

“Estas mujeres son prueba viva de que podemos ministrar incluso cuando enfrentamos nuestras propias tormentas”, dijo la hermana Yee.

Amor que transforma: fe en acción

“El Señor nunca pierde una oportunidad de amar y bendecir a Sus hijos. Nunca”, testificó la hermana Yee, luego de reunirse con personas que, tras años alejadas de la Iglesia, sintieron en las reuniones una voz clara del Señor: “Te veo, te amo y deseo cosas buenas para ti”.

Ese amor también se reflejó en acciones concretas. En Santos, la hermana Yee visitó CODESO, donde mujeres y jóvenes reciben formación en tecnología, cocina y cosmetología. En Florianópolis, la donación de equipos médicos al Hospital Infantil permitirá detectar enfermedades oculares con mayor precisión.

Imagen: La hermana Spannaus observa una demostración médica en la fundación HEMOAM en Manaus. | Créditos: Lauro Hideyuki Yoshino

Mientras tanto, en el norte, la hermana Spannaus vio cómo ese mismo amor llegaba a través de la educación y la salud. En Maceió, conoció a madres solteras que se capacitan mientras sus hijos aprenden arte y música. En Manaus, médicos celebraron la llegada de tecnología que multiplica su capacidad para diagnosticar enfermedades de la sangre.

“Fue muy especial ver cómo algo tan concreto puede tener un impacto tan duradero, expresó la hermana Spannaus..

Una juventud fuerte, con propósito eterno

En Fortaleza, la hermana Spannaus vivió uno de los momentos más emotivos del viaje. Más de 1,800 jóvenes llegaron a un devocional en los terrenos del templo. Cuando no hubo más espacio en el salón, se sentaron en el piso, abrieron ventanas, e incluso escuchaban desde sus teléfonos afuera del edificio.

Imagen: Más jóvenes se reúnen afuera del templo de Fortaleza para ver el devocional de la hermana Spannaus | Créditos: Hermana Andrea Muñoz Spannaus.

Durante las reuniones, la hermana Spannaus compartió una pintura del Salvador entregando una lámpara a una joven. Al reflexionar sobre la imagen, los jóvenes mencionaron que la lámpara representaba “esperanza, amor, conocimiento y otras bendiciones que el Salvador ofrece”.

“La juventud en Brasil es fuerte. Saben que tienen algo importante que hacer. Y quieren entender su propósito”, dijo.

Fe que trasciende generaciones

En una visita a una familia miembro, la hermana Yee fue recibida por varias generaciones reunidas: abuelos, hijos y nietos. Aunque suelen ser visitas más íntimas, aquella reunión en el patio se convirtió en algo sagrado.

Cantaron “Getsemaní”, compartieron testimonios y un pequeño niño dijo:

“No he ido al templo todavía, pero sé que es un lugar de luz, amor y donde podemos estar cerca de Dios”.

La hermana Yee se sintió profundamente tocada. “Pensé en el día en que el Salvador regrese, y cómo verá a estos pequeños tan puros y tan listos para recibirlo”, expresó.

El amor de Dios está en todas partes

Este viaje fue, en palabras de la hermana Yee, una experiencia llena del amor abundante del Señor. En cada ciudad, en cada hogar, en cada conversación, sintieron que Dios estaba presente, guiando, sanando y recordando a Sus hijos cuánto los ama.

Imagen: La hermana Yee posa con estudiantes de guitarra y sus instructores en CODESO, São Paulo. | Créditos: Hermana Kristin M. Yee.

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Fuente: Church News

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