Nota del editor: Esta carta es real. Fue escrita por un padre a su hijo antes de partir a su misión en Tailandia. Es una carta que te hace reír, llorar, reflexionar… y recordar por qué vale la pena servir a Jesucristo con todo el corazón.
Treinta y cinco años atrás, un joven con nervios y fe «más verde que un limón» entró al Centro de Capacitación Misional de Provo con destino a Brasil. No tenía todo claro, pero sí algo firme: su deseo de servir al Salvador.
Ese joven ahora es padre. Y hoy escribe una carta a su hijo menor, quien acaba de salir al campo misional con destino a Tailandia.
Con su permiso, compartimos un fragmento. Porque estas palabras no solo inspiran a un misionero, sino a toda una generación.
Querido Koleson:
Ayer tenías una pulsera de hospital. Hoy llevas una placa misional.
¡Qué maravilla! ¡Es tu momento! Este tiempo no se repetirá jamás.
Nunca volverás a estar en el CCM con esos compañeros y maestros. Nunca volverás a caminar por esa misma calle ni a encontrarte con esa misma persona que quizás está justo lista para recibir el Evangelio.
Así que por favor… abraza cada día con gratitud.
Habla con todos. Invita a todos. Sirve a todos.
Plancha la camisa de tu compañero. Límpiale los zapatos. Lava los platos sin que te lo pidan. No importa qué — lo importante es servir con amor.
Hazlo también con los miembros. Pregunta: ¿A quién podemos servir hoy? Y prepárate para recibir respuestas que cambiarán tu misión.
Evita el drama. Sé ese misionero que todos quieren tener cerca, el que habla bien de todos y ve lo bueno en todo. El que vive con optimismo y amabilidad sin medida.
No escondas quién eres. El Señor te llamó a ti, con tus talentos, tu personalidad y tu corazón. No seas un robot: enseña con el Espíritu y deja que Él hable a través de ti.
Y sí… vas a extrañar cosas. Taco Bell. Ping pong. Las bromas internas. ¡Y está bien! Extrañar significa que amas lo que dejas atrás.
Y ahora, lo más importante: la obediencia.
Los misioneros más felices, más unidos y más eficaces tienen algo en común: obedecen.
La obediencia está directamente conectada al amor. Cuanto más ames al Señor, más querrás seguirle.
Estoy orgulloso de ti. Sé que Dios te conoce y hará milagros a través de tus manos.
Este es Su Evangelio. Y ese nombre en tu placa — el que está debajo — es el que más importa.
“Nunca volverás a ser un misionero joven. Así que vívelo todo. Ámalo todo. Sirve con todo”.

Comparte este artículo con un misionero o futuro misionero que necesite un poco de ánimo. Y si tú estás preparándote para servir, recuerda: esta experiencia cambiará tu vida… y la de muchos más.
Fuente: Deseret News




Estoy leer esa carta en el centro médico estoy en proceso para terminar mi papel misional gracias muchoooo y muchos mas
¡Qué gran noticia! Qué alegría saber que estás en ese proceso tan especial. El Señor te bendecirá en cada paso de tu preparación y misión. Gracias por compartirlo, oramos por ti en esta etapa tan importante
Solo la fe en Dios y su hijo Jesucristo puede inspirar a los seres humanos a tener los sentimientos mas puros y transmitirlos tango a sus seres queridos como a otras personas porque conoce que son hermanos en Cristo , solo recordar que el adversario es el impide esos hermoso sentimientos de carino y amor al projimo.
Qué hermoso pensamiento. Es cierto, nuestra fe en Dios y en Su Hijo Jesucristo nos ayuda a cultivar sentimientos puros de amor y cariño hacia los demás, reconociendo a todos como hermanos en Cristo. Que siempre podamos vencer las influencias del adversario y compartir ese amor con quienes nos rodean
The best time for every body
El mejor momento de la vida de muchos.
Que hermoso mensaje, amo a los misio eros y siempre están en mis oraciones,para que cada puerta que toquen sea un corazón que se abra
Amo a los misioneros y siempre están en mis oraciones, que cada puerta que toquen sea un corazón que se abra y reciban a Jesucristo en sus vidas
excelente chicos
No olvides compartirlo.
Los misioneros son increíbles muchachos, tenemos muchas experiencias que contar de ellos, extraño mucho a los que están lejos de mi ciudad Tarma – Perú. De ellos aprendo cada día más a servir y a ser mucho más obediente a mis 50 años de existencia. 🥰🖐️
Qué hermoso testimonio, Sara. 🙏 Los misioneros realmente dejan huellas en nuestras vidas. Gracias por compartir tu experiencia y por seguir fortaleciéndonos con tu fe y servicio.