A veces parece que nuestros esfuerzos por compartir el evangelio no dan fruto. Puede que sientas frustración cuando alguien a quien amas no acepta tu invitación, cuando una charla misional no tiene seguimiento, o cuando un amigo no muestra interés en tus convicciones más profundas. Pero hay una verdad que vale la pena repetir una y otra vez, tal como lo hizo el élder Patrick Kearon: ningún esfuerzo guiado por el amor y el Espíritu es en vano.

Ese fue el poderoso mensaje que el élder Kearon, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió recientemente con nuevos líderes misionales en el Centro de Capacitación Misional de Provo, Utah. Su mensaje fue profundamente personal, porque él mismo es evidencia viviente de que el tiempo, el amor y la paciencia que dedicamos a los demás pueden transformarlo todo, aunque no lo veamos de inmediato.
El largo camino de un converso escéptico
Mucho antes de usar traje oscuro y ser llamado «élder», Patrick Kearon era un joven adulto de 26 años que no creía. De hecho, era más bien escéptico, incluso cínico. Pero algo empezó a cambiar cuando conoció a una familia de Santos de los Últimos Días. No le predicaron, simplemente vivieron su fe con alegría, servicio y devoción.
Ese ejemplo abrió una pequeña puerta en su corazón. Durante dos años, esa puerta se fue ampliando poco a poco gracias a una serie de personas que simplemente no se dieron por vencidas.
¿Quinceava invitación? Misioneras que no se rinden

En 1987, el joven Patrick comenzó a reunirse regularmente con misioneras en el centro de visitantes de Hyde Park, en Londres. ¿Qué hacían ellas? Oraban con él, le enseñaban sobre Jesucristo, ayunaban por él, le escribían notas, le horneaban galletas. Lo invitaron a ir a la Iglesia, a conocer a otros miembros, a leer las Escrituras. Y sí, lo invitaron a bautizarse entre 15 y 20 veces… ¡sin perder la paciencia!
Aunque él seguía sin creer del todo, algo en su interior iba despertando. “Lo que me enseñaban era hermoso, pero lo que más me tocó fue que ellas encarnaban lo que predicaban. Eran felices, auténticas, y no se cansaban de escuchar mis dudas”, recordó.
El momento decisivo llegó cuando un matrimonio mayor de misioneros le ofreció una bendición. Fue allí, en ese acto sencillo, donde sintió una alegría espiritual intensa, una luz que lo hizo ver todo desde otra perspectiva. Y así, el 24 de diciembre de 1987, Patrick Kearon se bautizó.
Cada esfuerzo cuenta, incluso cuando no lo parece

Hoy, como apóstol del Señor, el élder Kearon usa su experiencia para testificar a los líderes y misioneros del mundo que no hay esfuerzo pequeño si nace del amor y del Espíritu.
Citó palabras del élder Neil L. Andersen: “La fe es un poder, y puede hacer que cosas que deben suceder, sucedan. Puede despertar un alma buena pero dormida”.
“Ese poder es real. Cada oración, cada conversación, cada pequeño gesto de amor será una bendición, aun si toma tiempo. No estás perdiendo el tiempo cuando compartes el evangelio. Estás sembrando esperanza, y el Señor se encargará del crecimiento.” – Élder Kearon
Una invitación para todos los que comparten su fe
¿Estás orando por alguien que no acepta el evangelio? ¿Sientes que tus esfuerzos no son suficientes? El testimonio del élder Kearon es para recordarnos que debemos seguir amando, seguir sirviendo, seguir invitando.
Dios no olvida los actos de fe, y muchas veces, mientras tú siembras, Él ya está preparando la cosecha. “Estoy agradecido de haber sido reencontrado”, concluyó el élder Kearon.
“Testifico de un Dios amoroso, de nuestro Padre Celestial. Testifico de Su Hijo, Jesucristo.” – Élder Kearon
Y tú, ¿a quién puedes amar hoy con más paciencia? ¿A quién puedes invitar una vez más?
Fuente: Church News



