Un nuevo comienzo en medio del desarraigo

El 6 de abril de 2025, en el campamento de refugiados de Kakuma, ubicado en la aldea de Kalobeyei, al noroeste de Kenia, se organizó oficialmente una nueva unidad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días: la Rama Kakuma.

La fecha no es casual. Ese día se conmemoraron 195 años desde la organización de la Iglesia en Nueva York, en 1830. Desde entonces, el evangelio ha llegado a todo tipo de lugares, incluso a un campamento con más de 300,000 refugiados provenientes de más de 20 países, desplazados por conflictos, hambre y persecución.

El crecimiento de una rama que nació con fe

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Útimos Días

La rama comenzó con solo cinco miembros. Pero en apenas dos meses, su número aumentó a 31 Santos, gracias a la fe y esfuerzo de los líderes y miembros. En mayo, 26 personas fueron bautizadas en un solo fin de semana.

Aunque el campamento está a más de 400 kilómetros de la unidad organizada más cercana en Kitale, eso no ha detenido el crecimiento espiritual de los miembros en Kakuma. Su ejemplo recuerda a los primeros miembros de la Iglesia, pioneros, decididos y con una visión eterna.

El Salvador también fue refugiado

En una conferencia general de 2016, el élder Patrick Kearon, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que el Salvador sabe cómo se siente un refugiado, porque Él mismo lo fue. Cuando era niño, Jesús huyó con su familia a Egipto para escapar del rey Herodes.

A lo largo de la historia de la Iglesia, muchos miembros también han sido refugiados. Incluso el élder Dieter F. Uchtdorf vivió esa experiencia en su niñez. Más recientemente, Jervase Makur Dhoul Ajok, originario de Sudán del Sur, huyó a pie a Kenia cuando tenía solo 13 años. Vivió siete años en Kakuma, y más tarde se convirtió en uno de los primeros misioneros sudaneses.

Estas historias muestran que, aún en medio de la adversidad, el discipulado en Cristo es posible.

Un sueño hecho realidad gracias al esfuerzo colectivo

Durante años, los Santos que vivían en Kakuma solicitaron tener una rama formal. Pero no fue hasta 2025 que el milagro se hizo realidad.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Útimos Días

Gracias a una donación que proporcionó acceso a internet y un lugar techado para reunirse, el líder local Elias Zablon viajó más de 800 kilómetros para solicitar la organización oficial de una rama. Su pedido fue escuchado por los líderes de la misión y del distrito, quienes evaluaron la situación y dieron luz verde a la creación de la unidad.

El presidente de la Misión Kenia Nairobi Oeste, David Sturt, y su segundo consejero, el presidente Meshack Odunga, organizaron formalmente la rama el 6 de abril, y llamaron como presidente de rama a Imani Botrus.

Una Iglesia viva, incluso en el desierto

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Útimos Días

Durante la organización, el presidente Odunga compartió palabras de ánimo y fe con los miembros:

“Somos testigos de cómo el evangelio crece línea por línea. Ustedes son los pioneros de Kakuma, como lo fueron los pioneros de la Iglesia en 1830”.

También recordó que el sufrimiento puede refinarnos y que la fe en el Jesucristo puede dar frutos en los momentos más inesperados. Por su parte, el presidente Sturt expresó su gratitud a quienes hicieron posible este paso histórico:

“Gracias a todos los que colaboraron con la conexión a internet y el refugio. Sin eso, no habría sido posible crear esta rama”.

“Tienen todo lo necesario para hacer crecer la Iglesia”

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Útimos Días

Hoy, los miembros de la Rama Kakuma siguen adelante con esperanza. Su historia es un poderoso recordatorio de que el evangelio llega a todo lugar donde haya personas que tengan fe, deseen servir y estén dispuestas a seguir a Jesucristo.

Como expresó el presidente Odunga:

“Ustedes son los pioneros en este lugar, y tienen todo lo necesario para hacer crecer la Iglesia aquí”.

La obra del Señor no tiene fronteras. En Kakuma, un lugar de tránsito y prueba, el evangelio ha echado raíces. Y lo que comenzó con cinco miembros ahora florece con decenas de discípulos que siguen adelante con fe.

Fuente: LDS Living

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