¿Alguna vez has notado que las historias de superhéroes, por muy fantasiosas que parezcan, nos siguen atrayendo porque, en el fondo, responden a una necesidad humana muy real?

El caso de Superman es un ejemplo perfecto. Aunque fue creado por dos jóvenes judíos en los años 30 sin intención de enviar un mensaje religioso, su historia ha terminado reflejando uno de los deseos más profundos como la esperanza de que alguien venga a rescatarnos.

Un héroe que nació sin querer serlo

Jerry Siegel y Joe Shuster, los creadores de Superman, no tenían en mente a Jesús cuando imaginaron a este alienígena con capa. Inspirados por la ciencia ficción y las películas de acción de la época, dieron vida a un periodista tímido que escondía una fuerza fuera de este mundo. Sin embargo, sin buscarlo, plantaron paralelismos bíblicos imposibles de ignorar.

Imagen: Jerry Siegel y Joe Shuster.

Superman fue enviado desde otro planeta en una nave, salvado de la destrucción por sus padres, criado por una familia adoptiva y más adelante se convierte en defensor de los débiles. Si eso suena familiar, es porque refleja la historia de Moisés, otro niño salvado en una canasta y criado entre extraños. Algunos también encuentran similitudes con el Salvador prometido en la tradición judía y cristiana, aquel que viene a liberar a los cautivos.

¿Por qué se parece tanto a Cristo?

Jesucristo es el real superhéroe. Imagen: Más Fe.

Aunque Superman no fue diseñado como figura cristiana, con el tiempo los guionistas comenzaron a añadir referencias más claras al Evangelio. Desde su nombre “Kal-El” (con “El” que significa “Dios” en hebreo) hasta escenas en las películas donde muere por la humanidad y resucita tres días después, el personaje fue adoptando tintes mesiánicos.

Películas como Superman Returns (2006) o Man of Steel (2013) fueron más allá: lo muestran entregándose voluntariamente, siendo herido, y resucitando. Es decir, el típico viaje del Salvador en clave de cómic.

El hambre de salvación no se ha ido

Desde su debut en 1938 hasta hoy, Superman sigue despertando interés porque refleja algo que muchos piensan, el mundo está lleno de caos, injusticias y peligros, y que necesitamos a alguien más fuerte, más sabio, más justo que nosotros para salvarnos.

Como dijo un personaje de una película:

“Quizá, algún día, logremos contactar con ese ser superior”.

Eso resume bien la búsqueda espiritual de millones. Y aunque Superman no es Dios, funciona como símbolo de ese anhelo.

¿Y si ser bueno fuera lo más radical hoy en día?

Everything We Know About James Gunn's Superman (2025) - 9meters
Nueva versión de Superman. Imagen: 9meters.com

Lo interesante de la nueva versión dirigida por James Gunn es que Superman vuelve a ser amable, luminoso y compasivo, en contraste con los héroes oscuros y atormentados que dominaron los últimos años.

En esta película, es diferente no por romper reglas, sino por resistirse a la crueldad. Se preocupa por todos, cree en la bondad de la gente y se esfuerza por hacer el bien incluso cuando nadie más lo hace.

Como dijo el director: 

“Estamos rodeados de mucha maldad. Y Superman se opone a eso”.

Tal vez, en un mundo donde muchos creen que ser cínico y frío es lo “cool”, la verdadera rebeldía esté en seguir siendo bueno.

Un eco del “mito verdadero”

Gracias a Jesús nos reuniremos otra vez y para siempre
Gracias a Jesús nos reuniremos otra vez y para siempre

El autor J.R.R. Tolkien solía decir que todas las buenas historias reflejan, aunque sea un poco, el gran relato del Evangelio. Que así como Frodo o Harry Potter, Superman también encarna, sin querer, elementos del verdadero Salvador. Y eso las hace tan poderosas.

Su amigo C.S. Lewis escribió: 

“La historia de Cristo es simplemente un mito verdadero: funciona como los demás, pero con la diferencia de que realmente ocurrió”.

Superman no es Jesús. Pero su historia nos recuerda nuestra fe por Jesucristo. Su poder como Superman, no solo vuela y levanta edificios, sino que nos eleva el corazón hacia algo más grande.

Fuente: Meridian

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