Todo comenzó con una voltereta mal hecha
Jonas Rushworth empezó en la gimnasia después de una escena bastante curiosa: se dio una patada a sí mismo en la cabeza cuando estaba en la guardería. Sus padres notaron que era demasiado energético y extrañamente flexible, así que lo inscribieron en clases de gimnasia. Lo que parecía una actividad para canalizar su energía terminó llevándolo al equipo nacional de Gran Bretaña.
Después de 16 años de entrenamiento, en mayo de 2025, Jonas participó en su primera competencia como adulto en el Campeonato Europeo de Gimnasia Artística. No solo compitió, sino que ganó el oro junto a su equipo, convirtiéndose en campeón europeo con solo 19 años.

Una vida entre entrenamientos y búsqueda espiritual
Su vida ha estado llena de rutinas y competencias, pero en medio de eso también ha aprendido a buscar algo más.
“Intentar construir una relación con Cristo mientras trabajo duro por una meta que solo puedo alcanzar con Su ayuda me confirma que este talento viene de mi Padre Celestial”,
En ese proceso, ha aprendido que su esfuerzo físico y su crecimiento espiritual no están separados. Al contrario, se apoyan mutuamente. Esa visión le ha ayudado a encontrar propósito más allá de las medallas.
Su familia, su primera fuente de fe

El papá de Jonas creció en la Iglesia. Su mamá se bautizó cuando era joven y sirvió una misión en Inglaterra. De hecho, ahí fue donde se conocieron. Él cuenta que el sacerdocio siempre estuvo presente en casa y que eso marcó una diferencia importante en su vida. También recuerda cómo las oraciones familiares fortalecieron su confianza en Dios, especialmente cuando enfrentaban desafíos.
“Aprendí a confiar en Cristo y en Su plan. Mis papás me ayudaron a entender eso”
Dos horas que empezaron a contar de verdad
Cuando decidió ser gimnasta profesional, su familia lo apoyó con tiempo, recursos y mucho ánimo. Pero también fue un punto de cambio espiritual para él. Empezó a hacer que las dos horas de la Iglesia cada domingo realmente significaran algo. Además, oraba todos los días, asistía al Instituto y estudiaba las Escrituras.

Con el tiempo, sus entrenadores y compañeros empezaron a notar su forma de vivir. Algunos le preguntaban qué aprendía en la Iglesia o qué creía, y eso lo motivó a profundizar más.
“A veces no tenía todas las respuestas y eso me frustraba. Pero me impulsó a desarrollar un testimonio real”
Compartir su fe, incluso en el gimnasio
En una ocasión, un compañero le compartió su escritura favorita: Filipenses 4:13. Jonas le respondió: “Yo también tengo una parecida del Libro de Mormón que me encanta”. Le compartió Éter 12:27, y su amigo le contestó: “Qué genial está eso. Que las cosas débiles se vuelvan fuertes”.
Ese tipo de conversaciones no son raras para él. En sus viajes con la selección de Gran Bretaña, ha tenido oportunidades de hablar de sus creencias, compartir escrituras y hasta conversar con misioneros en otras ciudades.
Cristo en cada meta

Jonas ha aprendido a poner a Cristo en el centro de sus metas, tanto espirituales como deportivas. Hace poco se propuso aprender más sobre el gozo mediante el arrepentimiento diario. Su nuevo objetivo es entender mejor los templos y considerar una misión de tiempo completo. Con mucha alegría compartió.
“Espero poder compartir el evangelio todo lo que pueda a través de la gimnasia. Quién sabe, tal vez algún día esté en los Juegos Olímpicos… con un Libro de Mormón en la mano”.
Fuente: LDS Living
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