A veces creemos que todo lo espiritual debe salir perfecto, sin tropiezos ni interrupciones. Pero ¿y si justamente esas “interrupciones” son parte del plan? Esta historia lo ilustra muy bien.
Una guerra de malvaviscos que terminó mal

Hace algunos años, un obispo organizó una actividad para los jóvenes de su barrio. Era algo tan sencillo, divertido y simple como fabricar pistolas de PVC para lanzar mini malvaviscos y jugar una batalla amistosa en el gimnasio.
Todo iba bien, se reían, corrían y disfrutaban. Pero al final, el piso del gimnasio estaba cubierto de malvaviscos triturados y pegajosos. La limpieza tomó más de dos horas y varios terminaron molestos. Entonces, lo que empezó como diversión terminó en frustración y culpa.
El obispo no pudo evitar preguntarse por qué no había sentido antes una impresión del Espíritu que le advirtiera del desastre. ¿No se supone que el don del Espíritu Santo ayuda a evitar este tipo de errores?
Tal vez no fue un error
A veces olvidamos que no todo lo que parece “salirse de control” está mal. Como dijo Jesús al responder sobre el ciego de nacimiento:
“Respondió Jesús: Ni este pecó ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se manifestasen en él.” – Juan 9:3
No todo lo que sale mal es castigo o señal de que algo anda mal espiritualmente. Hay situaciones que simplemente forman parte de lo que necesitamos vivir para aprender.
Un campamento perfecto… hasta que no lo fue

Por otro lado, este año, en un campamento de Mujeres Jóvenes, todo había sido increíble. Juegos, aprendizaje, amistad y espiritualidad. El último día se preparó una actividad especial para representar la parábola de las diez vírgenes, con lámparas hechas a mano, himnos y un “banquete nupcial” al final. Todo fluyó con reverencia y emoción.
Pero justo al terminar, surgió un conflicto entre algunas participantes. Fue breve, pero intenso. Hubo lágrimas, palabras incómodas y un ambiente tenso. Los líderes hicieron lo mejor para resolverlo, pero la sensación de que el campamento se había “arruinado” era notable.
Lo que el adversario no puede frenar

Esa noche, uno de los líderes recordó que el adversario siempre intenta interrumpir lo que es bueno. Antes de la Primera Visión, José Smith fue atacado por el adversario (José Smith–Historia 1:15–17). Y antes de la dedicación del Templo de Kirtland, José tuvo una fuerte pelea con su hermano William.
El líder reflexionó en que al final si bien el adversario puede intentar meter ruido, no puede detener lo que el Señor ha comenzado. Las experiencias espirituales siguen teniendo impacto, incluso cuando hay oposición o errores.
¿Y si eso tenía que pasar?
Al conversar con otros líderes, uno compartió esta reflexión: “¿Y si esto tenía que pasar? ¿Y si este fue un buen campamento, no a pesar del conflicto, sino por el conflicto?”
Tal vez algunas jóvenes no habrían recordado tanto esta experiencia si todo hubiese sido perfecto. Pero ahora, después de haber vivido un momento incómodo y buscar sanarlo, pudieron experimentar el poder real del perdón, el consuelo y la gracia del Salvador.

La Amonestación sigue siendo la misma
Como líderes, como miembros, como hijos de Dios, a veces sentimos que todo debe salir bien. Pero muchas de nuestras mejores enseñanzas nacen de las cosas que se desordenan, de los momentos que no planeamos.
Lo importante es recordar que “todas las cosas obrarán juntamente para vuestro bien” – DyC 90:24
Así que la próxima vez que algo salga mal, respira. Pregúntate con fe: ¿y si esto también es parte del plan?
Fuente: Leading Saints
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