A veces nos pasa que, aunque llevamos años en el Evangelio, seguimos haciéndonos preguntas como: ¿Por qué sigo cometiendo errores? ¿Debería tener más fe a estas alturas? ¿El Señor estará decepcionado de mí? Y sin darnos cuenta, empezamos a exigirnos una perfección que nunca fue parte del trato.

Pero el Señor no nos pidió ser perfectos de inmediato. Nos pidió caminar con Él, paso a paso.

El discipulado no es una lista de tareas

A todos nos ha pasado que quisiéramos que el Padre Celestial nos diga exactamente qué hacer: una lista clara, como las que hacemos para el colegio, el trabajo o la casa. Sería más fácil marcar casillas que lidiar con decisiones complejas, preguntas sin respuesta inmediata o momentos de duda.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días

Pero el Evangelio no funciona así. Dios no busca robots que obedezcan sin pensar, sino hijos e hijas que aprendan a escoger con sabiduría y con fe. Como leemos en Doctrina y Convenios 58:27-28, se nos ha dado la capacidad de actuar y tomar decisiones por nosotros mismos.

Eso no significa que estamos solos. Tenemos principios eternos, tenemos las escrituras, tenemos líderes inspirados, y sobre todo, tenemos el Espíritu Santo para acompañarnos y enseñarnos (DyC 62:8-9).

La revelación llega cuando estamos en movimiento

Recientemente, una madre escribió que su hija se sintió profundamente identificada con un mensaje de la conferencia general. Apenas terminó de escuchar el discurso de la hermana Tamara W. Runia, le escribió: 

¡Es como si lo hubieran escrito para mí!

Hermana Tamara W. Runia. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días

Ese tipo de momentos nos recuerdan que el Señor sabe lo que necesitamos oír, incluso antes de que sepamos cómo pedirlo. Él conoce nuestros pensamientos, nuestras preocupaciones, nuestras inseguridades. Y en medio de todo eso, nos habla. A veces a través de una charla, a veces por medio de alguien cercano, o incluso en un susurro personal mientras oramos.

En una hoja con apuntes de esa charla, la hija escribió frases como:

  • “Mi valor es constante”
  • “Satanás es el ladrón de la alegría”
  • “Jesús se alegra porque lo estoy intentando”
  • “A Dios le importan mis errores, pero le importa más lo que hago después de ellos”

Ese es el tipo de verdad que transforma el corazón, sobre todo en una época en la que el adversario quiere convencernos de que no valemos la pena, que somos lo que hacemos mal o que nunca seremos lo suficientemente buenos.

Progresar es más importante que aparentar perfección

Mano apuntando al cielo
Imagen: Canva

La vida en el evangelio no se trata de demostrar que todo está bajo control. Se trata de confiar en que el Señor nos toma como estamos y nos ayuda a avanzar, aun cuando el camino es lento o incierto. Como dice Doctrina y Convenios 78:17–18, Él promete guiarnos y animarnos, incluso cuando todavía no entendemos cuán grandes son las bendiciones que nos esperan.

No tenemos que ser perfectos para estar progresando. El Señor no se frustra si tenemos preguntas y no se decepciona si caemos, Él quiere que sigamos caminando, confiando, buscando, aprendiendo. 

Y lo más importante, Él nunca deja de amarnos. Nuestra identidad no está definida por nuestras fallas, sino por el hecho de que somos Sus hijos.

No temas, porque yo te redimido; te puse nombre, mío eres tú. – Isaías 43:1

Una invitación para hoy

Tal vez en este momento estás enfrentando una decisión importante. O te sientes un poco desconectado del Espíritu. Tal vez piensas que ya deberías tener “todo resuelto” en tu fe. Te invitamos a hacer una pausa y recordar que el Señor no espera que llegues a la meta hoy, solo que no dejes de caminar con Él.

Él te conoce, te ama y camina a tu lado.

Fuente: Church News 

Video relacionado