Vienna Jaques no era una pionera común. Era soltera, vivía sola en Boston, y tenía una vida estable y cómoda para los estándares del siglo XIX. Nació en 1787 en Massachusetts y, ya en sus 40, era financieramente independiente y respetada. Todo cambió cuando se topó con un ejemplar del Libro de Mormón en 1831.

Al principio no le interesó. Pero luego, con verdadera intención, oró y comenzó a leer. En sus propias palabras, su mente fue “iluminada”, y sintió que ese libro venía de Dios. Ese testimonio fue tan poderoso que decidió dejarlo todo para ver de cerca esta nueva fe. Viajó sola hasta Kirtland, Ohio, donde se bautizó en julio de ese mismo año.

Vienna Jaques, pionera Santo de los Últimos Días Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Poco después, escuchó al profeta José Smith predicar sobre la recogida de Israel, y se sintió tan conmovida que regresó a Boston para compartir el evangelio con otros. Pero también tomó una decisión que marcaría su historia: consagró $1,400 —una suma enorme en ese entonces— a la Iglesia para ayudar en la compra del terreno del Templo de Kirtland.

Por esa generosidad, el Señor la mencionó por nombre en una revelación que hoy está registrada en Doctrina y Convenios 90. Solo ella y Emma Smith, esposa del profeta, son las únicas mujeres mencionadas por nombre en ese libro de escrituras.

Fe constante en medio de muchas pruebas

Una carta de Joseph Smith a Vienna Jaques. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Siguiendo el mandato revelado, Vienna viajó a Misuri para recibir su herencia en la tierra de Sion. Pero la violencia contra los santos comenzó poco después de su llegada. Fue testigo del ataque contra el obispo Edward Partridge y escribió una carta al profeta. José Smith le respondió con gratitud y consuelo, asegurándole que su ofrenda había sido una bendición crucial para él y para la Iglesia.

Tiempo después, ya en Nauvoo, fue testigo del primer bautismo por los muertos. Al enterarse de que se había realizado un bautismo vicario en el río Misisipi, ella montó su caballo y se acercó para presenciarlo. Luego describió lo ocurrido al profeta, quien confirmó que la ordenanza había sido válida. Más adelante, Vienna participó en más de 50 bautismos por los muertos, la mayoría por sus propios antepasados.

Monumento del la tumba de Vienna Jaques en el cementerio de Salt Lake en Salt Lake City. Créditos: Brent Rogers

Su fe nunca dependió del reconocimiento. Cuando comenzó el éxodo hacia el oeste, preparó su propia carreta y, con más de 60 años, cruzó las planicies rumbo al Valle del Lago Salado. Pasó su primer año allí viviendo en su carreta, hasta que pidió tierra para construir una casa, lo cual se le concedió.

En Salt Lake City, fue autosuficiente, generosa y activa en la Sociedad de Socorro. Criaba animales, cultivaba su jardín y compartía ropa, comida, leche y hasta dinero con quienes lo necesitaban. Nunca dejó de servir.

Murió en 1884 a los 96 años, y fue enterrada en el Cementerio de Salt Lake. Su tumba tuvo por décadas una fecha de nacimiento incorrecta, pero en 2024 se corrigió con una nueva placa.

Fuente: Church News

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